UNA ESTRELLA DEL FÚTBOL BRITÁNICO ACOMPAÑA TODA UNA NOCHE A UN PEQUEÑO FAN CON CÁNCER TERMINAL

«Realmente, creo que mis habilidades en el fútbol son un regalo de Dios», confiesa Defoe en su página web. «Crecí en un hogar católico, y mi familia me enseñó la fe»

Bradley Lowey es un niño británico de 5 años que sufre un cáncer en fase terminal. Fan incondicional del equipo de fútbol Sunderland, recibió la visita en el hospital de Jermain Defoe, John O’Shea, Sebastian Larsson y Vito Mannone, jugadores de su equipo favorito.

Bradley, desde muy pequeño, es seguidor del Sunderland: club de fútbol profesional inglés, ubicado en la ciudad de Sunderland (al noreste de Inglaterra), que compite en la Premier League. 

Desde que la enfermedad comenzó a minarle la salud, con un neuroblastoma desordenando el núcleo de sus células, nunca pudo hacer una vida normal. El cáncer lastima su pelo, sus manos y sus movimientos, pero jamás ha conseguido robarle la esperanza.

Financiar el tratamiento para la cura del pequeño alcanza la cuantía de 820.000 euros, una cifra difícil de alcanzar –solo y únicamente, eso sí– para los corazones descreídos. ¿Por qué? Porque este objetivo, que su familia no abandona un solo instante, se acerca, cada día más, a la meta.

La liga de fútbol inglesa ya mostró su solidaridad con él durante un partido que enfrentaba a Sunderland y Everton. Bradley saltó al terreno de juego en los prolegómenos del encuentro. Así, cuando se jugaba el minuto cinco del choque, los seguidores de ambos equipos corearon su nombre y, durante un minuto memorable y entre aplausos, desplegaron una pancarta con el lema We’re with you, Bradley (Estamos contigo Bradley).

Pero el sueño de Bradley no termina aquí. Jermain Defoe, delantero internacional inglés del Sunderland y líder absoluto del pequeño, fue a visitarle al hospital donde, de nuevo, permanece ingresado. Y lo hizo junto a algunos compañeros más de la plantilla. Después de obsequiarle con varios regalos, cuando estaban a punto de despedirse, Bradley le pidió a Defoe si podía quedarse con él.

El jugador, consciente de que Dios le estaba invitando a algo más, se tumbó a su lado, en la cama, hasta que el pequeño valiente se quedó dormido. Y, además, el delantero no abandonó la habitación cuando supo que su nuevo amigo se encontraba tranquilo y a salvo, sino que permaneció a su lado hasta que despertó a la mañana siguiente.

«Un regalo de Dios»

Un gesto, un detalle, una caricia de ternura capaz de hacer, de una mirada sufriente, un corazón nuevo. Los padres de Brady, enormemente agradecidos, publicaron en redes sociales la foto de su hijo dormido, abrazado al jugador. A las horas, muchísimas personas se habían sumado a la campaña para sufragar el tratamiento del niño.

«Realmente, creo que mis habilidades en el fútbol son un regalo de Dios», confiesa Defoe en su página web. «Crecí en un hogar católico, y mi familia me enseñó la fe». Por ello, «rezo todos los días por la mañana y antes de irme a la cama»; «y es importante orar no sólo cuando las cosas van mal, también es importante orar cuando las cosas van bien como un acto de agradecimiento», reconoce el jugador, de 34 años.

La promesa del creer hecha verdad en el mandamiento del servir: cuando no tienes fuerzas, cuando piensas que no valdrá la pena o cuando descubres que, al otro lado de la orilla, hay un cuerpo lacerado –como el de Brady– que anhela la mano de un amigo –como Defoe– que vuelva a recobrarle la vida.

Carlos González García
  
Fuente: Alfa y Omega