SU HERMANA LE IMPULSÓ A SER SACERDOTE

José María Alsina le prometió el sacerdocio a la Virgen si Mercedes se curaba … No se curó, pero en la fuente de su alegría él descubrió el sentido de su vida 

Courtesy of José María Alsina

José María Alsina siempre ha sentido una fuerte atracción por Jesús. Su familia le transmitió la fe a la par que la vida y la educación y la cultura cristiana. La llamada a ser sacerdote le llegó a través de varias “voces”, pero la de su hermana pequeña, Mercedes, fue determinante.

Cuando José María tenía doce años, quedó profundamente impresionado porque Mercedes, con poco más de 18 meses, “de repente se puso a morir”.

Una promesa a la Virgen

“Aquella noche que nuestros padres nos dijeron que estaba muy enfermita, yo me dirigí a una imagen de la Virgen y todo atrevido le dije: Madre, si se cura Mercedes voy a ser sacerdote”, recuerda en un video de HM Televisión.

“Le prometí el sacerdocio a la Virgen y la Virgen -lo que se da no se quita santa Rita bendita- esa promesa que hice la guardó en su corazón”, dice sonriendo.

Desde ese momento, su padre dijo que la familia iría todos los veranos a Lourdes a pedir que la niña se curara; y si se curaba, a dar gracias. 

Mercedes quedó tetrapléjica, pero la familia peregrinó muchas veces a ese santuario de Francia. “Para mí era un lugar muy especial”, destaca.

En la adolescencia, José María sintió el deseo de casarse. Pero su vocación persistía y todo ello lo hablaba con su director espiritual.

En uno de sus viajes a Lourdes, el joven rezó a su Madre: “Yo te prometí aquello cuando era un niño, pero Mercedes sigue enfermita… ¿Tú qué me has querido decir con todo esto”.

Siempre contenta

“Empecé a pensar que a través de ella el Señor me había enseñado lo que es ser sacerdote -explica-. Porque mi hermana no se curó pero estaba siempre contenta, siempre tenía una felicidad, una alegría que nos iba transmitiendo”.

El sacerdote recuerda que en su casa, en Barcelona, Mercedes era motivo de alegría para todos. Y a la vez todo era motivo de alegría para ella.

Conviviendo con ella, José María aprendió que “ser sacerdote es llenar el corazón de las personas del amor del Señor”.

“Yo pensaba: ¿por qué Mercedes siempre está contenta?”, detalla. Y responde que ella estaba contenta porque se sabía muy amada, porque tenía el amor de sus padres y de la familia y el amor del Corazón del Señor, “que era el centro de nuestra familia”.

“Entendí que yo estaba llamado a llevar esa felicidad como sacerdote al corazón de los hombres”, resume. 

“Para mí la llamada fue comprender que el amor que yo he recibido lo tengo que dar para que la gente pueda encontrar la alegría, la felicidad, la salvación”, añade.

“Me enamoré de Jesucristo”

José María entró en el seminario de Toledo con solo 18 años, animado por una religiosa. 

“Lo más importante del seminario fue que esa amistad con el Señor se hizo fuerte, me enamoré de Jesucristo”, resalta.

En los seis años de preparación para el sacerdocio, “nunca dudé que el Señor me llamaba”. 

Con la ordenación sacerdotal, “llegó la confirmación de que aquello que yo había recibido de niño era verdad”. 

“Y desde entonces tengo esa certeza en el corazón -concluye-: que soy de Él y que aquello que yo recibí un día es algo que configura totalmente mi existencia, que es mi sacerdocio”.

Patricia Navas

Fuente: Aleteia