La Liturgia es muy compleja. Dentro de ella encontramos celebraciones con muchos ritos y significados profundos, como el embolismo en la santa Misa
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| Dani Indra |
Cuando
pronunciamos las palabras "Misa" y "Liturgia" quizá no
caigamos en cuenta de que se trata de términos muy antiguos que contienen en sí
ritos con significados profundos, consolidados en la Tradición de la Iglesia y
que han atravesado un proceso de revisiones estrictas y rigurosas llevado a
cabo por el Magisterio que ejerce la Jerarquía.
Es más, solo
por leer lo anterior puede provocar un torbellino de pensamientos para quienes
son neófitos en materia de fe. Sin embargo, eso nos debe hacer reflexionar en
la decisión que toman muchos hermanos católicos cuando se retiran de la Iglesia
instaurada por nuestro Señor Jesucristo sin darse la oportunidad de estudiar a
fondo todo lo que ofrece.
¿Embolismo,
de qué se trata?
En el afán de
conocer poco a poco la riqueza de la doctrina cristiana, especialmente la
Liturgia, explicaremos qué es el embolismo - que conocemos bien, si es que
vamos a Misa con frecuencia -.
La Enciclopedia
católica lo define así:
"Embolismo (griego, embolismos, a partir del verbo emballein,
"insertar") es una inserción, adición, interpretación".
Añade que en el
lenguaje de la Iglesia este término tiene dos usos: uno en el calendario - que
no expondremos aquí - y otro en la oración. En este caso se refiere a que,
dentro de la santa Misa, el embolismo es la oración que se inserta entre el
Padre Nuestro y la fracción del pan.
Recordemos que,
cuando rezamos el Padre Nuestro a diario, en el santo Rosario o en cualquier
otro momento, debemos concluir con un "amén". Sin embargo, en la
Eucaristía el sacerdote continúa la oración después de que todos decimos
"y líbranos del mal".
Es en ese
momento cuando comienza el "embolismo".
¿Qué se reza
exactamente?
Nuevamente la
Enciclopedia detalla que el embolismo es la oración,
que recita el sacerdote después del Padre
Nuestro y antes de la paz:
"Líbranos
de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que,
ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de
nuestro Salvador Jesucristo."
Así es que, la
próxima vez que vayas a Misa, ya sabrás que esa oración tiene un nombre muy
especial.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia
