¿Cómo podemos participar más plenamente en la Divina Misericordia de Dios? ¿Cómo sería perdonar a los demás tan libremente como lo hace Cristo?
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Todos hemos
sido víctimas de comentarios groseros, ya sea por parte de amigos, familiares,
compañeros de trabajo, vecinos o personas desconocidas en la calle o en
las redes
sociales. Es ahí donde entra la Divina Misericordia de Dios para obrar y
perdonar como Él.
Y, a veces,
tiene sentido evitar a la persona que lo ha dicho. Si alguien tiene la
costumbre persistente de herirte con palabras desagradables, entonces puede que
tenga sentido proteger tu paz y mantenerte alejado.
Pero la mayoría
de las veces, eso no es lo que ocurre. La mayoría de las veces, alguien dice
algo grosero o hiriente porque realmente no lo piensa, o porque está
proyectando sus propias experiencias en ti.
Mostrar
misericordia en las pequeñas cosas
Muchas veces
nos ofendemos por comentarios o acciones hacia nosotros, pero cuando nos
detenemos para pensar, podemos darnos cuenta de que la persona no había tenido
la intención de herirnos. Simplemente tenía experiencias muy diferentes a las
mías, por lo que, lo que era correcto para ella, no lo era para mí. Nunca
podemos saber las intenciones de alguien, porque solo ellas y Dios las conocen.
Sin embargo,
¡qué fácil es ofenderse! La gente suele decir cosas desconsideradas o
insensibles (todos lo hemos hecho alguna vez). Es tentador guardar rencor y
negarse a seguir relacionándose con tal o cual persona.
Pero, este mes
recordamos a santa Faustina, la monja polaca que tuvo visiones de la Divina Misericordia en la década de 1930.
Cristo le dijo:
"Hija mía,
habla al mundo entero de mi inconcebible misericordia... Que ninguna alma tema
acercarse a mí, aunque sus pecados sean como la grana. Mi misericordia es tan
grande que ninguna mente, ya sea humana o angelical, podrá comprenderla en toda
la eternidad. Todo lo que existe ha surgido de lo más profundo de mi tierna
misericordia".
No hay pecado
que Dios no perdone, si se lo pedimos. Y sabemos que, como cristianos, estamos
llamados a actuar como Jesús. Si Jesús está dispuesto a concedernos tanta
misericordia, ¿cómo podemos negar nuestra misericordia a otras personas?
Quizás sea el
momento de ser "mejores personas" y pasar por alto los pequeños
comentarios sarcásticos y las observaciones insensibles que nos dirigen.
Practicar la misericordia de esta manera fortalece a nuestras familias y
comunidades, ya que no dejamos que las pequeñas cosas se interpongan en
nuestras relaciones sólidas.
Perdonar
como lo hace Cristo
Si pensamos en
imitar la Divina Misericordia de Cristo, podemos recordar lo que dijo Kristin Lavransdatter.
Hay una hermosa
escena en la que un marido y una mujer se reconcilian después de muchos años de
malentendidos y desunión. Cuando la mujer le pregunta al marido cómo ha sido
capaz de perdonarla repetidamente, él responde: "Pensé en todas las veces
que yo había traicionado a Cristo".
Estas palabras
parecen captar la esencia de nuestra propia participación en la Divina
Misericordia. ¿Cómo podemos participar más plenamente en la misericordia de
Dios? ¿Cómo podemos perdonar a los demás tan libremente como lo hace Cristo?
Podemos ser
rápidos en pasar por alto las faltas, especialmente las pequeñas ofensas que
alguien puede no haber tenido la intención de causar daño. Podemos poner
excusas a los demás, asumiendo intenciones positivas: "Quizás solo está
teniendo un mal día. No quería ser grosera".
Cuando "no
podemos soportar" estar cerca de alguien, podemos ofrecer oraciones por
esa persona, y con suerte, también nuestro perdón. Y, sobre todo, podemos dejar
ir nuestros rencores, recordando que Jesús nos enseñó a rezar para que se nos
perdone según perdonamos a los demás.
¡Santa
Faustina, misionera de la Divina Misericordia, ruega por nosotros!
Theresa
Civantos Barber
Fuente:
Aleteia