EL MODELO PABLO GARCÍA, SOBRE SU ENTRADA AL SEMINARIO: «SE HABLA MUCHO DE LO QUE DEJO, PERO POCO DE LO QUE GANO»

«He salido mucho, he viajado un montón, he tenido mi coche, mis cosas… lo disfruté. Pero ahora Dios me pide otra cosa, y no pasa nada. Las cosas son cosas», confiesa con naturalidad el joven 'influencer' a dos semanas de entrar en el seminario
Pablo García, el famoso modelo e 'influencer' lo deja todo
por entrar en el seminario. Dominio público

Durante años, la vida de Pablo fue la de un joven de éxito en el escaparate digital: campañas publicitarias, sesiones de fotos, viajes internacionales, eventos con marcas y un sinfín de compromisos sociales. «Un día normal empezaba con misa y un rato de oración, luego café, edición de vídeos, gimnasio, alguna campaña… incluso eventos de noche». Ahora deja todo eso para dedicar el cien por cien de su tiempo a una campaña que considera mucho más importante: descubrir aquello a lo que Dios le ha llamado.

Pablo García, uno de los 'influencers' españoles más seguidos en el ámbito de la moda y la creación digital, ha decidido dar un giro radical a su vida: ingresar en el seminario. «He salido mucho, he estado en hoteles de la leche, he viajado un montón, he tenido mi coche, mis cosas… lo disfruté. Pero ahora Dios me pide otra cosa, y no pasa nada. Las cosas son cosas», confiesa con naturalidad.

El joven sorprendió a principios de este mes al anunciar que dejaba todo para ingresar en el seminario de Getafe. Ahora lo ha contado con más detalle en una extensa entrevista en el canal de YouTube del recién converso René ZZ, el conocido «youtuber de los tatuajes», que acumula casi 1,6 millones de seguidores en Instagram. «De lo único que tengo miedo es de no vivir la vida que Dios pensó para mí. Yo no sé si quiero ser sacerdote; yo quiero lo que Él quiera», confiesa Pablo con sinceridad.

Un cambio que merece la pena

El contraste no puede ser mayor. Durante años, su rutina estaba salpicada por la novedad constante: viajes internacionales, sesiones de fotos, campañas publicitarias y eventos con marcas. Ahora todo cambia. «Me levantaré a las 6:15, misa a las 7, luego oración y desayuno. Este primer año tendré clases dentro del seminario; a partir del segundo, en la universidad, durante cinco años. Este curso los formadores nos darán las materias introductorias», explica Pablo.

El horario está marcado con precisión. «Después de la comida, el tiempo libre es de 15 a 16:30: haces una siesta, deporte, llamas a tu madre, lo que sea. De 4:30 a 7:30, tiempo de estudio o lectura. Luego, de 19:30 a 20:30, oración con el Santísimo expuesto, seguida de la liturgia de las horas. Durante el día se rezan varias: laudes por la mañana, oración intermedia al mediodía, vísperas por la tarde y completas por la noche. Cada una dura entre 10 y 15 minutos y consiste principalmente en salmos».

Tras la cena hay un breve tiempo libre y, a las 10:30, la última oración antes de dormir. «Ahí empieza lo que llaman el silencio mayor: recogerse hasta el día siguiente, disponiendo el corazón para la misa y la oración. Nada de meterse en la cama viendo TikTok», comenta con humor.

«Soy un elegido»

García reconoce que el cambio le impone respeto y que, por una parte, «no me apetece nada», pero por otra, «me atrae mucho». «He experimentado en mi vida cómo el orden ordena —valga la redundancia—. No se trata de vivir esclavizado por el horario, porque la vida también exige flexibilidad, pero sí de descubrir cómo el orden ayuda a vivir mejor».

Más allá de la disciplina, insiste en lo esencial: «A mí me atrae esa vida de silencio, oración y rutina con el Señor». Y lo resume en una certeza que ilumina la nueva etapa que va a comenzar en dos semanas: «En estos ocho años no voy a estar pensando si es lo mío o no. Claro que hay discernimiento, pero de lo que se trata es de conocer a una persona: Cristo. Yo me siento muy pobre y limitado, no sé rezar bien, no sé tratarle, pero quiero ponerme en disposición, física y espiritualmente, de este camino que Él me pone delante».

En la entrevista con René ZZ, que en pocas horas acumuló miles de visitas, Pablo insiste en que no se trata de dejar cosas atrás, sino de adquirir algo más profundo. «Se habla mucho de lo que dejo: viajes, dinero, comodidad… pero poco de lo que gano. Y lo que gano es infinitamente más: una vida impresionante, que ni en mis mejores sueños puedo imaginar. Soy un elegido. Supérame eso».

María Rabell García. Corresponsal en Roma y El Vaticano

Fuente: El Debate