Las relaciones interpersonales se vuelven complicadas cuando la capacidad para dialogar no está desarrollada, pero estos cuatro santos nos enseñan a lograrlo
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No hay nada más
complicado que aprender a dialogar. A veces es difícil hacerlo con las personas
que tienen los mismos principios que uno, pero cuando se trata de alguien que
no coincide en nada con nosotros, la tarea se vuelve cuesta arriba. Por eso, el
ejemplo de estos santos nos ayudará a lograrlo.
1. Santa
Teresa de Calcuta
Esta reconocida
santa del siglo XX es ejemplar porque su lucha se encaminó a defender a los
pobres de entre los pobres. Ferviente creyente del derecho fundamental del ser
humano a la vida, se enfrentó a los poderosos con habilidad evangélica, pues su
testimonio era arrasador.
Fue tanto su
éxito - de acuerdo con lo que el mundo cataloga como tal - que 17 de octubre de
1979 ganó el premio Nobel de la paz en reconocimiento a su servicio
humanitario, donando el premio y el costo del banquete que se realizaría en su
honor, a las obra de caridad.
El Comité Noruego del Nobel escribió en su sitio web en
inglés que:
"A los
ojos del Comité Noruego del Nobel, los esfuerzos constructivos para eliminar el
hambre y la pobreza y garantizar a la humanidad una comunidad mundial más
segura y mejor en la que desarrollarse deberían estar inspirados en el espíritu
de la Madre Teresa y en el respeto al valor y la dignidad del ser humano
individual".
2. San Juan
XXIII
El Papa bueno
tuvo dos preciosas características que le ayudaron a tener una excelente
capacidad de diálogo: su bondad y su buen humor. Y siempre los sacaba a relucir
cuando de situaciones difíciles se trataba.
Su experiencia
pastoral fue vasta. El libro Diario del Alma recoge algunos datos biográficos
que nos permiten reconocer a un hombre con un carisma nato para entablar
diálogos delicados:
Fue secretario
del obispo de Bérgamo, Mons. Giacomo Radini Tedeschi, durante la Primera Guerra
Mundial fue capellán castrense, fundó la Casa del Estudiante en Bérgamo donde
acogía a muchachos provenientes del medio rural y atendía la dirección
espiritual del seminario.
Después fue
secretario para la Congregación de Propaganda fide en Italia, prelado doméstico
con el que visitó a todos los obispos italianos. Y "Pío XI le consagró
obispo y le nombró visitador apostólico en Bulgaria, país de mayoría ortodoxa,
en la que tuvo que dirimir varios asuntos bastante conflictivos".
También fue
administrador apostólico del Vicariato de Constantinopla y Estambul logró
acortar en cierto modo las enormes distancias existentes entre el Vaticano y
las jerarquías ortodoxa y musulmana.
Estos pocos
datos nos dan una idea de su sensibilidad y habilidad para relacionarse con
personas de todo tipo. Y por supuesto, como Papa tuvo la ardua tarea de dirigir
la reforma de la Iglesia con el Concilio Vaticano II.
3. San Pablo
VI
Juan Bautista
Montini estudió Derecho Canónico y Derecho Civil, fue nuncio apostólico en
Varsovia, colaboró con el Papa Pío XII y realizó el borrador del llamamiento a
la paz que el Santo Padre lanzó en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.
Como arzobispo
de Milán, atendió los problemas del mundo del trabajo, de la inmigración y de
los suburbios, promoviendo la construcción de muchas nuevas iglesias.
El sucesor de
san Juan XXIII se enfrentó con un difícil reto: llevar a buen término el
Concilio Vaticano II, lo cual no hubiera sido posible sin sus dotes
diplomáticas y su delicadísima mediación, hasta que concluyó el 8 de diciembre
de 1965.
Siendo
Papa, Pablo VI, además del Concilio, creó nuevos organismos de
diálogo con los no cristianos y los no creyentes, estableciendo el Sínodo de
los Obispos y llevando a cabo la reforma del Santo Oficio.
Su escritos y
encíclicas reflejan su deseo de diálogo en todos los ambientes. Y la gran
novedad: implementó los viajes apostólicos, incluyendo en 1965 a Nueva York,
donde pronunció un histórico discurso ante la Asamblea General de las Naciones
Unidas.
También nombró
muchos cardenales no italianos e instituyó la Jornada Mundial de la paz que se
celebra desde 1968 el 1° de enero de cada año.
4. San Juan
Pablo II
Por supuesto
que faltan muchos santos por mencionar, pero esta breve lista no estaría
completa sin san Juan Pablo II. Su largo pontificado - 27 años - dejaron
abundantes muestras de su capacidad de diálogo con todo el mundo, que unida a
su ardor apostólico, fue clave importante para el fin del comunismo en su natal
Polonia y, por supuesto, para la simbólica caída del muro de Berlín.
Su sensibilidad
artística fue parte esencial de su atractiva personalidad, lo que le permitió
conocer a fondo el alma humana y transmitir consuelo y esperanza cristiana. Su
prolífica literatura nos deja profundizar en su relación con Dios, con María
Santísima y con el prójimo.
Frutos
abundantes de su facilidad para relacionarse con el prójimo son sus numerosos
viajes apostólicos - 104 al exterior y 146 dentro de Italia - , su amor por los
jóvenes que le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud
- participando en 19 de ellas - y los encuentros mundiales de la familia
inauguradas por él en 1994.
Además, su
cercanía con el pueblo de Dios y los responsables de las naciones, los millones
de fieles que acudieron a Roma y a cada visita pastoral, los diálogos
interreligiosos, y tantas otras actividades que no podemos mencionar porque no
terminaríamos, nos hablan de su incomparable carisma comunicativo.
Que estos
grandes santos nos ayuden a fomentar el diálogo respetuoso y caritativo con
nuestras familias y con las personas con las que nos relacionamos a diario,
aunque nos cueste mucho aceptarlas.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia