SOPORTAR CON PACIENCIA LOS DEFECTOS DE LOS DEMÁS, COMO JOB

Todos sabemos lo que cuesta perdonar y valoramos a quien es capaz de hacerlo. Pero, ¿no es más grande llevar pacientemente los defectos de otros?

Perfect Wave | Shutterstock

En el día a día, en la convivencia, tenemos comprobado que perdonar es una muestra grande de amor. Perdonar a los demás por lo que nos han hecho requiere un acto voluntario que a veces cuesta y mucho. Tanto, que lo consideramos heroico cuando se trata de ofensas grandes. Lo mismo pasa con los defectos de los demás.

Y en la vida, todos -tarde o temprano- experimentamos el dolor de una ofensa: alguien que nos ha fallado, que nos ha mentido, que ha sido una persona infiel o desleal... Cuanto más próxima es esa persona y cuanta más confianza habíamos depositado en ella, la ofensa duele más.

Otro "campo de batalla": los defectos de los demás

En cambio, existe otro "campo de batalla" que quizá no valoramos suficientemente: es el trato que damos a los defectos de los demás.

La Iglesia Católica es muy clara en sus enseñanzas: perdonar es una de obra de misericordia espiritual. Pero a continuación nos dice que otra obra de misericordia es soportar pacientemente los defectos del prójimo. Y esto es superior a la de perdonar las ofensas.

¿Y por qué iba a ser superior?

Fabio Rosini, autor del libro Solo el amor crea, explica que "el perdón es ocasional, y está circunscrito a un ámbito: puede ser muy grave y doloroso, pero de todos modos es algo limitado".

En cambio, soportar pacientemente los defectos del prójimo implica una prolongación en el tiempo, "duración, continuidad".

El santo modelo de Job

Job es ejemplo de cómo soporta no solo las desgracias (enfermedad, pobreza, muerte de los hijos...) sino también las frases hirientes de su esposa.

Esto se hace extensible a la familia: los comentarios inoportunos, las bromitas, las faltas de responsabilidad de un pariente... van minando la convivencia y pueden hacer que no queramos ver a esa persona, que la evitemos en los encuentros o que un día estallemos en sus narices y le digamos que basta.

Soportar un día y otro y otro los defectos de los demás requiere fortaleza y mucho amor hacia ellos. Fortaleza por lo menos para tres cosas

1 | Utilizar siempre la corrección fraterna, diciendo las cosas con claridad pero siempre con cariño. Y para hacerlo hay que ser fuerte.

2 |Tener la paciencia para esperar a que la otra persona asuma su defecto y vaya corrigiéndose.

3 | Soportar que no se corrige al ritmo que nosotros queremos.

Soportar con paciencia no es tolerar

Aunque esté muy difundida la palabra "tolerancia" en nuestra cultura como base para la convivencia, tolerar es un nivel muy bajo de comprensión y de empatía.

Soportar, en cambio, viene del latín sub-portaresostener. Y "paciencia" viene de patior, padecer. Soportar pacientemente es voluntad de asumir la carga del otro, de llevarla yo, de llevar al otro con sus cargas.

Los defectos de los demás nos ayudan

Cuando "soportamos pacientemente", acompañamos al otro en el camino de la vida y lo ayudamos a reconducir, pero también somos conscientes de la fragilidad humana, de lo vulnerables que somos los demás y nosotros mismos.

Por eso soportar los defectos de los demás nos ayuda a reconocer nuestra propia limitación, porque vemos que nosotros no somos más que los demás. Los defectos del otro se convierten en espejo para ver nuestra condición humana, que es imperfecta, y al mismo tiempo que estamos llamados a la grandeza del amor y de la eternidad.

Dolors Massot

Fuente: Aleteia