Dentro del monasterio, tenemos todas un teléfono interno.
Estábamos rezando vísperas cuando, de repente, empezó a sonar el teléfono de
una Hermana. Todas nos mirábamos: no faltaba nadie y estábamos rezando; ¿quién
podría estar llamando?
Imagina el alboroto en medio del silencio. ¿Y quién le llamaba?
Resulta que estaba llamando yo, tenía el teléfono en el bolsillo del hábito y
como no le había bloqueado el teclado, se marcó.
A pesar de la vergüenza que sentí en ese momento, luego me
sirvió en la oración. ¿No es así como actúa el Señor? Él irrumpe en nuestras
vidas cuando y como menos lo esperamos. Es impredecible y sorprendente y muchas
veces intentamos silenciar “su llamada”.
Lo inoportuno nos hace perder el control y nos incomoda. Tenemos
nuestros planes, la ruta bien marcada, y, de repente, se cruza esa persona que
necesita ser escuchada; alguien te pide ayuda, se te trastoca todo, o sientes
que debes hacer algo que no coincide con lo que tú querías.
Jesús nos “llama” de muchas maneras y espera que las acojamos,
porque en esos pequeños imprevistos está tu Felicidad. No consiste en cumplir
nuestros propios objetivos, sino de descubrir lo que realmente estamos llamados
a hacer en lo pequeño de cada día.
La satisfacción de “he hecho lo que quería” no siempre llena el
corazón; en cambio, hacer “lo que Dios quiere” nos transforma y nos llena de
plenitud.
Acoger su llamada inoportuna, tanto en lo cotidiano como en las
grandes decisiones, es dejar que Él nos cuide y nos muestre el camino que nos
hará bien. A veces creemos que todo se trastoca, y es Él mismo quien está
guiando nuestros pasos.
Por eso es importante estar atentos, dejarnos sorprender por ese
Jesús inoportuno, porque está vivo, te ama y quiere hacerte feliz.
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos son mis caminos" Is 55, 8-9
Hoy, el reto del amor es que cojas la “llamada inoportuna”. Deja
que Jesús te sorprenda, cambia tus planes y confía.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
05 agosto 2025
Fuente: Dominicas de Lerma