El 3 de Octubre de 1874 Juan Bautista María Vianney fue proclamado Venerable por Pío IX y el 8 de Enero de 1905, fue inscrito entre los Beatos. El Papa Pío X lo propuso como modelo para el clero parroquial. En 1925, el Papa Pío XI lo canonizó
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Dominio público |
En
1806, el cura de Ecully, M. Balley, abrió una escuela para aspirantes a
eclesiásticos, y Juan Bautista María Vianney fue enviado a ella.
Aunque era de
inteligencia mediana y sus maestros nunca parecen haber dudado de su vocación,
sus conocimientos eran extremadamente limitados, limitándose a un poco de
aritmética, historia, y geografía, y encontró el aprendizaje, especialmente el
estudio del latín, excesivamente difícil. Uno de sus compañeros, Matthias
Loras, después primer obispo de Dubuque, le ayudaba en sus lecciones de latín.
Pero
ahora se presentó otro obstáculo. El joven Vianney fue llamado a filas, al
haber obligado la guerra de España y la urgente necesidad de reclutas a
Napoleón a retirar la exención que disfrutaban los estudiantes eclesiásticos en
la diócesis de su tío, el Cardenal Fesch. Matthieu Vianney intentó sin éxito
procurarse un sustituto, de modo que su hijo se vio obligado a incorporarse. Su
regimiento pronto recibió la orden de marchar.
La
mañana de la partida, Juan Bautista María fue a la iglesia a rezar, y a su
vuelta a los cuarteles encontró que sus camaradas se habían ido ya. Se le
amenazó con un arresto, pero el capitán del reclutamiento creyó lo que contaba
y lo mandó tras las tropas. A la caída de la noche se encontró con un joven que
se ofreció a guiarle hasta sus compañeros, pero le condujo a Noes, donde
algunos desertores se habían reunido.
El
alcalde le persuadió de que se quedara allí, bajo nombre supuesto, como
maestro. Después de catorce meses, pudo comunicarse con su familia. Su padre se
enfadó al saber que era un desertor y le ordenó que se entregara pero la
cuestión fue solucionada por su hermano menor que se ofreció a servir en su
lugar y fue aceptado.
Juan
Bautista María Vianney reanudó entonces sus estudios en Ecully. En 1812 fue
enviado al seminario de Verrieres; estaba tan mal en latín que se vio forzado a
seguir el curso de filosofía en francés. Suspendió el examen de ingreso al
seminario propiamente dicho, pero en un nuevo examen tres meses más tarde
aprobó. El 13 de Agosto de 1815 fue ordenado sacerdote por Monseñor Simon,
obispo de Grenoble.
Sus
dificultades en los estudios preparatorios parecen haberse debido a una falta
de flexibilidad mental al tratar con la teoría como algo distinto de la
práctica - una falta justificada por la insuficiencia de su primera
escolarización, la avanzada edad a la que comenzó a estudiar, el hecho de no
tener más que una inteligencia mediana, y que estuviera muy adelantado en
ciencia espiritual y en la práctica de la virtud mucho antes de que llegara a
estudiarla en abstracto.
Fue
enviado a Ecully como ayudante de M. Balley, quien fue el primero en reconocer
y animar su vocación, que le instó a perseverar cuando los obstáculos en su
camino le parecían insuperables, que intercedió ante los examinadores cuando
suspendió el ingreso en el seminario mayor, y que era su modelo tanto como su
preceptor y protector.
En
1818, tras la muerte de M. Balley, Vianney fue hecho párroco de Ars, una aldea
no muy lejos de Lyon. Fue en el ejercicio de las funciones de párroco en esta
remota aldea francesa en las que el "cura de Ars" se hizo conocido en
toda Francia y el mundo cristiano. Algunos años después de llegar a Ars, fundó
una especie de orfanato para jóvenes desamparadas. Se le llamó "La
Providencia" y fue el modelo de instituciones similares establecidas más
tarde por toda Francia.
El
propio Vianney instruía a las niñas de "La Providencia" en el
catecismo, y estas enseñanzas catequéticas llegaron a ser tan populares que al
final se daban todos los días en la iglesia a grandes multitudes. "La
Providencia" fue la obra favorita del "cura de Ars", pero,
aunque tuvo éxito, fue cerrada en 1847, porque el santo cura pensaba que no
estaba justificado mantenerla frente a la oposición de mucha buena gente. Su
cierre fue una pesada prueba para él.
Pero
la principal labor del Cura de Ars fue la dirección de almas. No llevaba mucho
tiempo en Ars cuando la gente empezó a acudir a él de otras parroquias, luego
de lugares distantes, más tarde de todas partes de Francia, y finalmente de
otros países. Ya en 1835, su obispo le prohibió asistir a los retiros anuales
del clero diocesano porque "las almas le esperaban allí". Durante los
últimos diez años de su vida, pasó de dieciséis a dieciocho horas diarias en el
confesionario.
Su
consejo era buscado por obispos, sacerdotes, religiosos, jóvenes y mujeres con
dudas sobre su vocación, pecadores, personas con toda clase de dificultades y
enfermos. En 1855, el número de peregrinos había alcanzado los veinte mil al
año. Las personas más distinguidas visitaban Ars con la finalidad de ver al
santo cura y oír su enseñanza cotidiana. El Venerable Padre Colin se ordenó
diácono al mismo tiempo, y fue su amigo de toda la vida, mientras que la Madre
Marie de la Providence fundaba las hermanas auxiliadoras de las ánimas del
purgatorio por su consejo y con su constante aliento.
Su
dirección se caracterizaba por el sentido común, su notable perspicacia, y
conocimiento sobrenatural. A veces adivinaba pecados no revelados en una
confesión imperfecta. Sus instrucciones se daban en lenguaje sencillo, lleno de
imágenes sacadas de la vida diaria y de escenas campestres, pero que respiraban
fe y ese amor de Dios que era su principio vital y que infundía en su audiencia
tanto por su modo de comportarse y apariencia como por sus palabras, pues al
final, su voz era casi inaudible.
Los milagros registrados
por sus biógrafos son de tres clases:
En
primer lugar, la obtención de dinero para sus limosnas y alimento para sus
huérfanos; en segundo lugar, conocimiento sobrenatural del pasado y del futuro;
en tercer lugar, curación de enfermos, especialmente niños.
El
mayor milagro de todos fue su vida. Practicó la mortificación desde su primera
juventud, y durante cuarenta años su alimentación y su descanso fueron
insuficientes, humanamente hablando, para mantener su vida. Y aun así,
trabajaba incesantemente, con inagotable humildad, amabilidad, paciencia, y
buen humor, hasta que tuvo más de setenta y tres años.
El
3 de Octubre de 1874 Juan Bautista María Vianney fue proclamado Venerable por
Pío IX y el 8 de Enero de 1905, fue inscrito entre los Beatos. El Papa Pío X lo
propuso como modelo para el clero parroquial. En 1925, el Papa Pío XI lo canonizó. Su fiesta se celebra el 4 de Agosto.
SUSAN
T. OTTEN Transcrito por Gerard Haffner Traducido por Francisco Vázquez
Fuente:
ACI