 |
Pepe Rodríguez, durante una prueba de exteriores de MasterChef. RTVE (Captura). Dominio público |
En la versión en vídeo explica que comer,
hablar y cocinar, juntos, humaniza profundamente.
"Alguien dijo que cocinar hizo al hombre. Sentarse a una mesa y
cocinar es justo lo que nos diferencia de los animales. Comemos casi
como ellos, pero cocinar no lo hacen ellos y sentarnos a una mesa y todo
lo que ocurre alrededor eso es solamente una
cuestión humana, de cordura, de civilización, de sentido común",
explica.
"Comer, beber y compartir
al final es una manera de entender la vida, de relacionarte con el mundo, de
tener amigos", detalla. "Me gusta
todo lo relacionado con la mesa, antes y después, porque ya preparar,
compartir, hablar de todo lo humano y lo divino... ¡ya estoy ilusionado!"
Y valora
la sobremesa, cuando "estás hablando de esas cosas que tienen que hablar los seres humanos, que a
veces no nos da tiempo, porque todo lo hacemos tan deprisa en ese
momento de pausa, de sobremesa, es ese momento que humaniza". Lamenta que
poco a poco, en muchos sitios se vaya perdiendo la sobremesa, el poder hablar
con tranquilidad y profundidad tras la comida.
En
la mesa, con tiempo, no hay tanta crispación
Ha ganado mucha popularidad en
televisión con Masterchef, compartiendo pantalla con gente de lo más peculiar,
pero lamenta que los medios de
comunicación tiendan a polarizar y exagerar las cosas. "Cuando hablo
con el alcalde de mi pueblo, no hay tanta crispación o con el alcalde del
pueblo de al lado, que es de otro color a lo mejor y notas que todo está un
poquito más tranquilo".
En MasterChef, con celebridades variadas, ha comprobado
que incluso personas muy distintas "al final coincidimos en muchas cosas y
en que tienes que ser buena persona". "Toda
esa jungla de personajes estamos ahí, convivimos", constata.
Para medir si uno presta
atención a las cosas importantes en nuestra época acelerada, él plantea prestar
atención, ante todo a la familia. "El viernes noche, que me quedo en mi
casa y cenamos juntos, es como si hubiera estado un fin de semana en Marbella. Depende mucho de la calidad y no de la cantidad",
advierte. Sus hijos, de 22, 20 y 16 años, están encantados de ir de vacaciones
con sus padres, tras hablar entre todos el lugar.
"Nosotros les hemos hecho
la comida todos los días. Mi mujer se sacrifica, viene un poco antes del
trabajo, se lo ha podido permitir porque trabaja para ella misma. Con mil
problemas deja unas cosas o se va antes. Yo
hago la comida siempre que puedo, lunes y martes, si no tengo que grabar y
no estoy en el restaurante me encanta estar en casa porque hago la comida para
mis hijos, no hay cosa que más me guste".
"Como todo: ganas unas
cosas, pierdes otras y tú tienes que decidir y nosotros decimos que lo de la mesa, la conversación, tenía mucha
importancia y se la dimos de esa manera", apunta.
Consultar
el día a día a Dios
"Por decir que yo soy una persona creyente -porque al
famoso de turno le achicharran con cosas, pensando que eso tiene más valor que
lo que tú haces o dices- no tiene más valor. Ni soy mejor persona ni soy
más creyente ni en ese baremo de medidor yo estoy en el escalafón más arriba o
más abajo".
"Qué
suerte que me hicieran dar el pregón del Domund en la catedral de Toledo.
Digo: 'Dios mío, pero no me des tanto que me no me corresponde, dáselo a otros
que seguro están más preparados'. Aún así, con esa ignorancia que me
caracteriza lo hice y lo hice feliz. Es lo que mueve mi vida".
Pepe Rodríguez consulta a Dios
para no despistarse mucho. "Todo lo que hago, lo hago preguntando '¿Será esto lo que Tú quieres?'", explica.
Hay siempre un elemento de misterio en la
fe: unos hijos creen y van alegres a misa, otros protestan. ¿Por qué? Hay un punto de libertad. Pero él la vive
consultado a Dios: "¿qué quieres de mí en este momento?, ya me
dirás", pregunta. "Y me dejo llevar. Es confianza. Cuando eres muy
pequeño confías en tu padre ¿verdad? Y sabes que no te va a dejar tirado. Así
es la vida que yo intento llevar. No sé si eso le sirve a alguien, no sé".
Así es como Pepe Rodríguez le
dice a Dios: "Dime por dónde; Tú
sabes, yo no sé".
Gonzalo
de Alvear
Fuente:
ReL