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Xudong Feng Pedro Mari procede de Taiyuan, una antigua diócesis del norte de China. Dominio público |
En su caso, su visión de la Iglesia
universal y, especialmente, de la vivencia y práctica libre de la fe,
es especialmente reveladora: su China natal, aunque avanza con
las conversaciones con el Vaticano, sigue estando profundamente dividida en
lo referido a la vivencia del catolicismo entre una Iglesia oficial y
otra clandestina.
En el caso de Xudong Feng, adoptó el
nombre español de Pedro Mari al llegar a España. Cuenta a Fundación CARF que,
aunque embargado por la incertidumbre, algo le decía que no llegaba solo para
estudiar, sino también para crecer.
Es la misma situación que la
de Pengfei Wang (José Pedro), de la archidiócesis de Taiyuan,
que acaba de culminar el curso puente de Bachillerato en Teología. O de Zhinqinag
Duan, (Pablo) de la archidiócesis de Beijing, que estudia el cuarto curso
de Bachillerato en Teología.
Tanto ellos como los otros 28
seminaristas de distintos países colaborarán con los párrocos madrileños a lo
largo del verano, especialmente en lo referido a la preparación de los
sacramentos, la catequesis y otras labores pastorales y de liturgia como
parte de su proceso de formación.
Conociendo la
Iglesia universal
Xudong Pedro Mari cuenta que no
esperaba hallar lo que encontró en el Seminario Internacional Bidasoa. En aquel
rincón de Pamplona no solo ha hecho amigos de casi todos los
continentes –África, América Latina, Europa, Asia–, sino que ha
descubierto “la belleza de una Iglesia verdaderamente universal”.
Cada conversación, cada celebración
compartida, cada plato que probaba o costumbre que aprendía, eran para él una
lección de comunión.
“Al principio me costaba mucho
hablar. No entendía bien el idioma, pero poco a poco fui comprendiendo. Hoy
puedo decir que entiendo más que palabras; entiendo corazones”,
comenta con una sonrisa Xudong Pedro Mari.
Xudong Pedro Mari estudia en la
Universidad de Navarra gracias al apoyo de la Fundación
CARF. Cada día atraviesa los pasillos de la Facultades Eclesiásticas
con su cuaderno en la mano y con la convicción de que su vocación es un regalo
para los demás.
En España
"se respira fe"
Le ha impresionado especialmente el ambiente espiritual que ha encontrado en España. “Aquí hay muchas iglesias. Incluso en las universidades, en los hospitales… Se respira fe. Es algo que me alimenta por dentro. ¡Me recuerda que la Iglesia está viva!”, exclama.
Desde Navarra, comparte cada
descubrimiento con su familia: “Les cuento todo: la cultura, las costumbres,
las comidas, la forma de vivir la fe. Están muy contentos. Se alegran de que
esté aquí aprendiendo, porque saben que es para volver mejor a casa”.
La fe en
China, perseguida pero "como una llama"
La realidad que Xudong Pedro Mari
conocerá durante su formación en España es muy distinta a la de su tierra
natal.
Su casa es Taiyuan, una diócesis con
más de 100.000 católicos donde todavía se respira el
sacrificio de siglos de persecución.
“La Iglesia en China ha pasado por
mucho. Desde la dinastía Tang, en el siglo VII, con la Iglesia nestoriana,
hasta la llegada de los jesuitas en el siglo XVI. Ha habido mucha dificultad,
pero la fe sigue ahí, como una llama protegida por manos
viejas”, explica el joven, que recuerda con emoción cómo su vocación nació en
esa tierra regada de fidelidad: “Mi abuelo y mis padres me enseñaron a
ir a Misa todos los días desde niño. No era una obligación, era una
herencia. Así empecé a sentir que quería ser sacerdote”.
Hoy, mientras completa su formación,
sabe que China necesita muchos sacerdotes y misioneros. La Iglesia crece, pero
aún enfrenta desafíos: tensiones sociales, poca libertad en
algunos lugares y, sobre todo, la necesidad de esperanza.
Devolver lo
recibido
El joven agradece a todos los que
depositan su confianza en su propia vocación y la de sus compañeros: “Gracias a
la Fundación CARF, puedo formarme bien para servir mejor. Sé que mi camino no
termina en Navarra: apenas empieza. Quiero volver a mi pueblo, a mi diócesis,
y dar lo que he recibido”.
A Xudong Pedro Mari ya le conocen
como "el seminarista de ojos orientales y corazón universal",
y camina despacio, sin prisas, pero con firmeza, uno más de los muchos
protagonistas de una historia de miles de cristianos que, entre silencios y
fidelidades, siguen manteniendo viva la fe. La historia de una Iglesia sin
fronteras, donde un joven de Taiyuan puede encontrar, en España, un hogar para
su vocación, a la que todos pueden contribuir y ayudar.