MILAGROS EUCARÍSTICOS CONFIRMAN LA PRESENCIA VIVA DE CRISTO EN LA EUCARISTÍA

Resalta y documenta nuevo libro de Santiago Mata

«Empezó a brotar sangre del cáliz» – Ecclesia COPE

Hostias que se convierten en tejido humano vivo, glóbulos blancos activos y corazones que laten: estos son algunos de los signos recogidos por expertos. Los milagros eucarísticos son más que relatos piadosos; son realidades documentadas. La ciencia, en estos casos, se queda sin respuestas.

El próximo 7 de septiembre la Iglesia celebrará un momento singular con la canonización del joven Carlo Acutis, que compartirá los altares con Pier Giorgio Frassati. Acutis, recordado por su intensa devoción eucarística y su habilidad para la informática, dejó un legado de recopilación de milagros eucarísticos que sigue iluminando a los fieles. Una pasión que también anima el trabajo de Santiago Mata, historiador y periodista, autor de un volumen dedicado a este fenómeno que refuerza la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

En palabras de Mata, un milagro eucarístico es «un suceso inexplicable» que tiene como finalidad testimoniar que «la Eucaristía es el cuerpo y la sangre de Cristo». Aunque no es obligatoria su creencia, sí pueden «ayudar a comprender y vivir» este misterio central de la fe cristiana. Tal como afirma el autor, «Dios no hace milagros en vano».

La ciencia, lejos de oponerse a estos acontecimientos, ha confirmado en varios casos su carácter inexplicable. En algunos milagros recientes se ha detectado materia biológica —carne humana viva, con glóbulos blancos—, lo cual resulta imposible en tejido cadavérico. Los eventos recopilados por Mata han sido estudiados por autoridades eclesiásticas que los han considerado auténticos signos de fe.

Entre los casos más llamativos se encuentra el de Iborra (Valencia), datado en el año 1010, considerado el primer milagro eucarístico documentado en España. Durante la Misa, un sacerdote dudó al consagrar y «empezó a brotar sangre del cáliz». Este hecho fue tan relevante que el Papa emitió una bula y envió reliquias como muestra de reconocimiento oficial.

Un caso reciente y profundamente estudiado tuvo lugar en Socola (Polonia) en 2008. Allí, una hostia que había caído al suelo fue colocada en agua para su disolución. Lo que emergió fue una sustancia rojiza que, al ser analizada, mostró «células del corazón, de miocardio» humano. Aún más impactante fue el hallazgo de que el pan y el tejido estaban «unidos sin solución de continuidad», conformando una misma sustancia: «este es pan y es carne a la vez, que no son dos cosas, es la misma cosa, está unido».

Otro ejemplo significativo procede de Buenos Aires, en 1996. En aquel entonces, una hostia que había adquirido un aspecto rojizo fue sometida a análisis sin que los expertos conocieran su origen. El forense Frederick Zugibe detectó «glóbulos blancos infiltrados en las células», y concluyó que «las células todavía palpitan». Desconcertado, afirmó: «esto es imposible, esto es algo que la ciencia no puede explicar». Según el especialista, se trataba de un corazón que había sufrido una herida grave y que aún presentaba signos de vida.

Estos testimonios, respaldados por el discernimiento de la Iglesia, refuerzan el sentido del misterio eucarístico, muchas veces olvidado en una sociedad distraída por lo banal. Como decía Carlo Acutis, la Eucaristía es «la autopista al cielo». La obra de Santiago Mata busca ser una señal de esa ruta que conduce a Cristo vivo en cada Sagrario.

Fuente: COPE/InfoCatólica