El profeta Elías es parte de las raíces carmelitas; fue llamado a reparar a Dios, como leemos en las Sagrada Escritura, y todos podemos ser llamados también
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Dominio público |
La Orden de
Nuestra Señora del Carmen es posiblemente la orden religiosa más antigua, ya
que remontamos su fundación a san Elías en el Monte Carmelo. El profeta Elías
recibió un presagio de la Virgen cuando su siervo describió "una nubecilla
surgida del mar" (1 Reyes
18, 43). Así pues, las raíces carmelitas se hunden en el Antiguo Testamento
de la Sagrada Escritura.
Tierra de
Jardines
Carmelo
significa "Tierra de Jardines". El monte formaba parte del territorio
tribal bíblico de Manasés y era conocido por su belleza. Isaías se refiere al
"esplendor del Carmelo" (Is 35,2)
y Salomón compara la belleza de su amada con el monte Carmelo (Cantar
de los Cantares 7, 5). La orden que sube espiritualmente una montaña para
llegar a un jardín. Su lema es: "Con celo he sido celoso del Señor Dios de
los Ejércitos".
Este lema tiene
sus raíces en el celo del profeta Elías, que se enfrentó a cientos de falsos
profetas paganos en el Monte Carmelo. Fue allí, en el monte Carmelo, donde se
produjo un dramático enfrentamiento entre Elías y los falsos profetas de Baal y
Asera, ante la mirada del pueblo de Israel.
La contienda
mostraría al pueblo qué Dios enviaría fuego desde el cielo para consumir las
ofrendas. Después de que los paganos intentaran sin éxito que sus falsos dioses
enviaran fuego, le llegó el turno a Elías.
Los
protocarmelitas
En primer
lugar, Elías tuvo que reconstruir el altar de Dios en ruinas que existía en el
monte Carmelo. Utilizó doce piedras para representar a las doce tribus de
Israel, y así prefiguró a los doce apóstoles.
Empapó el altar
con agua, para dejar claro que ninguna persona podía prenderle fuego: solo
Dios. Cuando Dios envió fuego del cielo por Elías, el pueblo cayó sobre sus
rostros proclamando: "El Señor, él es Dios", y ejecutó a los falsos
profetas.
El profeta
Eliseo, el discípulo más cercano de Elías, utilizó el monte Carmelo como base
de operaciones. La tradición carmelita considera a la comunidad de profetas de
Elías y Eliseo como los protocarmelitas.
Después de
Pentecostés, los ermitaños del Carmelo aceptaron el Evangelio y comenzó la
tradición del monacato carmelita. El Monte Carmelo es el hogar espiritual de
todos los carmelitas.
Reconstrucción
Los carmelitas
heredan el carisma de celo de Elías: reconstruir, espiritualmente, los
"arruinados altares de Dios".
¿Qué significa
esto para cada católico de hoy? ¿Cómo acudimos al altar de Dios? ¿Cómo vivimos
más plenamente que el altar de Dios es la alegría más profunda de nuestros
corazones y un lugar apartado para la más alta reverencia, un lugar que vale la
pena proteger y honrar? ¿Cómo mostramos que la Eucaristía es la "fuente y
cumbre" de nuestra fe?
Sabemos que hay
muchos casos de abuso eucarístico. También hay con demasiada frecuencia
negligencia eucarística, falta de creencia en la Presencia Real y actitudes
demasiado casuales en la casa de Dios.
¿Entramos en la
iglesia como si fuéramos a una reunión informal, o entramos con el asombro y la
admiración que nos impulsan a dar a Dios lo mejor de nosotros? ¿Respetamos
profundamente el Tabernáculo y honramos la Presencia Real con cada uno de
nuestros gestos? ¿Cómo asistimos a la Cena de las Bodas del Cordero?
En palabras de
la santa carmelita
Teresa de los Andes, una santa del siglo XX:
"Qué poco
respeto tenemos por Aquel ante Quien los serafines se cubren con sus alas,
postrándose ante Él. Y Él lo soporta todo en silencio, permaneciendo sin
esplendor, oculto bajo el pan, para poder vivir en medio de los que Él creó.
¡Oh, qué bueno es Él! ¡Qué amor infinito tiene! ¿Por qué no estamos locos de
amor por Él?".
Reparar a
Dios
¿Cómo
demostramos que estamos locamente enamorados de Él? Cada uno de nosotros está
llamado a discernir cómo mostrar mejor a Dios un amor más perfecto… más allá de
lo que es casual, cómodo y fácil. La llamada a reconstruir "altares en
ruinas", por lo tanto, a veces puede tomar la forma de reconstruir una
iglesia que está en ruinas después de una tormenta, o volver a consagrar una
iglesia después de una profanación.
Puede ser
ayudar a convertir a alguien, o animar a los católicos alejados a volver a la
iglesia. También es una llamada a reconstruir el altar en cada una de nuestras
almas a través de la oración diaria, la confesión frecuente y los sacramentos.
Pero la llamada
a reconstruir "los altares de Dios en ruinas" es también una llamada
a la reparación, que puede definirse como hacer expiación, enmendar un mal.
La práctica de
la reparación incluye oraciones, sacrificios y buenas obras. Cada uno de
nosotros puede vivir la llamada de san Elías a reparar a Dios. Cualquier
católico puede hacerlo a través de las oraciones amorosas, los sacrificios y
las buenas obras ofrecidas al Sagrado Corazón herido de Jesús y al Doloroso
Corazón Inmaculado de María.
Reparar no es
solo contentarse con decir "lo siento" a Dios; es querer dar amor
extra como una forma de consolar y enmendar.
Algunas
maneras de reparación
Algunas maneras
de hacer reparación incluyen: rezar una ofrenda matutina como la de este
Carmelita, o decidir "ofrecer" nuestros sufrimientos a Dios. El modo
de hacerlo es permaneciendo en estado de gracia mediante la confesión
frecuente; aceptando las pruebas o dificultades con una buena actitud de
aceptación y resignación amorosa a la voluntad de Dios; y teniendo la intención
consciente de ofrecerlo.
Otras formas de
hacer reparación a Dios incluyen rezar la jaculatoria "Admirable es el
nombre de Dios" cuando oímos que el nombre de Dios se toma en vano; hacer
oraciones de reparación al Santo Rostro de Jesús, y hacer una Hora Santa Eucarística. Este
apostolado ofrece Horas Santas de reparación gratuitas y guiadas.
Que todos, como
san Elías, declaremos: "Con celo he sido celoso del Señor Dios de los
Ejércitos".
San Elías y
Nuestra Señora del Carmen, ¡rueguen por nosotros!
Annabelle Moseley
Fuente: Aleteia