¿Y los días malos?
![]() |
Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Cuando llego a
la oración de la tarde después de un día redondo… ¡qué gozada! Del corazón solo
brota la alabanza porque estoy alegre, porque me siento satisfecha de lo que he
podido hacer durante ese día, y solo puedo darle gracias al Señor y alabarlo por
regalarme tanto.
Pero… ¿y el día
que todo ha salido del revés? ¿O aquel otro en que uno se encuentra un poco
“así”? ¿O está enfermo y no ha podido “hacer nada” de lo que le hubiera
gustado? Pues, humanamente, surge un estado de frustración. Pero precisamente
ese día necesitamos aún más la oración.
Así me sucedió
a mí el otro día. Cuando llegué a la oración y se lo expresaba al Señor, Él me
regaló ver que, a veces, fundamento la alegría de forma equivocada.
La alegría
verdadera no puede estar fundamentada en lo bien o mal que nos hayan ido las
cosas, porque entonces seremos esclavos de nuestros propios éxitos o fracasos,
o de nuestros estados de ánimo. La verdadera alegría solo puede estar
fundamentada en la certeza de un Amor que es eterno, y que no cambia según mi
flaqueza, ni se echa atrás por mi pecado, ni tampoco por mi grandeza.
Él mismo nos ha
indicado en qué se fundamenta la verdadera alegría: en que Él nos lleva
inscritos en su Corazón, y de ahí nada ni nadie nos puede bajar. Esa es nuestra
grandeza: no lo que hacemos nosotros, sino lo que Él ha hecho por nosotros y lo
que le vamos dejando hacer.
Hoy el reto del
amor es recordarme, una y otra vez, dónde fundamentar mi alegría. Y cuando
acuda al Señor al caer la tarde, le entregaré mi día, tal como haya sido, y
descansaré en su Amor incondicional.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
27 julio 2025
Fuente: Dominicas de Lerma