SALMO 131: CONFIAR EN DIOS COMO UN NIÑO EN SU MADRE

El Salmo 131, de una serie de 15, habla de la confianza del hombre que ve a Dios "como un niño amamantado en el regazo de su madre"

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El Salmo 131 forma parte de una serie de 15 que se denominan cantos de ascensión y que van del salmo 120 al 135. La ascensión era a Jerusalén en peregrinación. Así que, digámoslo así, formaba parte del cancionero de un peregrino.

“Señor, mi corazón no es orgulloso, ni mi mirada es altiva; no busco grandeza, ni tengo pretensiones ambiciosas.  

He hecho que mi alma esté tranquila y aquieta; está en gran paz dentro de mí, como un niño tranquilo, amamantado en el regazo acogedor de su madre.  

¡Confía en el Señor, oh Israel, desde ahora y para siempre!"

El Salmo para el viaje

Imaginemos, en primer lugar, que en el largo viaje a Jerusalén, viendo el templo a lo lejos, los fieles hacían una pausa en su caminar para recitar este salmo. La primera palabra ya define a quién van dirigidas las palabras. El Señor abre el poema hablando de la identidad de Dios y también está presente en la última frase, como si fuera un marco para lo que se está retratando.

Si el peregrino se encuentra en la etapa final de su viaje hacia Jerusalén, los versos muestran que también ha realizado una peregrinación interior. El salmista utiliza la negación tres veces para mostrar que está lejos de comportamientos que no agradan a Dios. Dice que su corazón no es orgulloso, que no tiene una mirada arrogante y que no busca la grandeza, y que incluso ha renunciado a pretensiones ambiciosas, ciertamente para estar en esta peregrinación.

Un niño en el regazo de su madre

Es curiosa la parte del niño en el regazo de su madre. Para alguien que ha caminado durante largos días, llegar a la Ciudad Santa parece un lugar acogedor. La imagen del niño alimentado evoca la idea de satisfacción y paz. El niño que ha visto satisfechas sus necesidades puede descansar bajo la protección de su madre. De este modo, el peregrino siente que al cumplir su objetivo ha satisfecho una importante necesidad interior y, por tanto, alcanza la paz.

El niño amamantado representa el alma de la persona que reza y ve satisfechas sus necesidades básicas. En este sentido, este versículo conecta con el primero, en el que abandonó sus deseos y ambiciones mediante un triple no, para dejarse satisfacer por lo más básico e interior.

Invitación a la esperanza

Las palabras finales del salmo son una invitación a la esperanza que se dirige a todos. Las expectativas de los deseos y las ambiciones no siempre se cumplen, pero las del alma Dios sin duda las cumplirá. Éste es el testimonio y la invitación que el salmista peregrino dirige a todos.

Paulo Teixeira

Fuente: Aleteia