Robert Francis Prevost, 267º Papa de la Iglesia católica bajo el nombre de León XIV, celebra su cumpleaños el 14 de septiembre. A los 70 años, ha alcanzado una edad mencionada a menudo en la Biblia, que se considera como la llegada de la salvación
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Sin ser adeptos
a la numerología esotérica, la tradición cristiana atribuye a los números un cierto
simbolismo, que solo tiene interés si está al servicio del misterio de
la fe. El tres es divino y trinitario, el cuatro es el número de la humanidad,
el siete es signo de plenitud, el doce evoca al pueblo de Dios, el cuarenta es
tanto el desierto del Éxodo como la penitencia de Cristo antes de su bautismo…
Pero ¿qué decir del setenta, la edad que alcanza el Papa León XIV el 14 de
septiembre?
Matemáticamente,
setenta se obtiene multiplicando siete y diez; es decir, la plenitud con el
valor mnemotécnico de los dedos de la mano, utilizado en la Biblia para los
mandamientos o las plagas de Egipto. De ahí, en el caso de la decena, la idea
de una gran cantidad, y en el caso del número setenta, la de plenitud o incluso
infinitud, como sugiere la respuesta de Jesús a Pedro sobre el perdón: "No
te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete" (Mt 18,22).
Un sábado
prolongado y redentor
Más
concretamente, el 7 es el número de la semana y recuerda la exigencia del
sábado, el descanso de Dios que se ha convertido en sinónimo del descanso del
hombre, que solo espera la salvación del Creador. Setenta es, por tanto, el
tiempo necesario para un Sabbat prolongado que permita el retorno a la Alianza.
En el segundo libro de las Crónicas, este tiempo se considera como una
redención por las faltas cometidas: "Así se cumplió la palabra del Señor,
pronunciada por Jeremías: 'La tierra descansó durante todo el tiempo de la
desolación, hasta pagar la deuda de todos sus sábados, hasta que se cumplieron
setenta años'" (2 Cr 36,21).
La edad también
se utiliza en la literatura profética. Isaías habla del "tiempo de la vida
de un rey" (Is 23,15), -afortunadamente el Papa no lo es- al final del
cual llega la visita del Señor (cf. Is 23,17). Jeremías utiliza este número
para predecir la duración del exilio babilónico (que en realidad duró algo
menos de cincuenta años): "Toda esta tierra será desolada y asolada, y
estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años". (Jer
25,11) Una vez más, el simbolismo deja claro que el pueblo hebreo debe expiar
su falta de respeto por el sábado, su incapacidad para dejar espacio a la
acción de Dios.
La era de la
impaciencia de las criaturas
Sin embargo, el
profeta pone también en boca del Padre esta palabra de consuelo: "En
cuanto se cumplan los setenta años de Babilonia, os visitaré y cumpliré mi
palabra de bendición para con vosotros, haciéndoos volver a este lugar"
(Jr 29,10). Y Daniel repite este anuncio en una visión (cf. Dn
9,2). El recorrido profético termina con Zacarías, que pone en boca del ángel
del Señor esta súplica: "Señor del universo, ¿hasta cuándo te negarás a
compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, con las que has mostrado
tu cólera durante setenta años?" (Zac 1,12).
¿Es la edad de
70 años la edad de la espera urgente de la visita del Señor? El salmo 89,
pronunciado en Laudes, parece sugerirlo, al temer el peso de los años:
"¡Cuántos son nuestros años, setenta, ochenta para los más vigorosos! Su
mayor número no es sino tristeza y miseria" (Sal 89,10).
Pero el
cansancio de la edad vuelve al salmista hacia Dios, y su oración se vuelve tan
bella como profunda:
"Enséñanos
la verdadera medida de nuestros días: que nuestro corazón comprenda la
sabiduría. Vuelve, Señor, ¿por qué tardas? Deléitate por tus siervos. Sácianos
con tu amor por la mañana, para que pasemos nuestros días con alegría y canto.
Que venga sobre nosotros la dulzura del Señor, nuestro Dios. Fortalece para
nosotros la obra de nuestras manos; sí, fortalece la obra de nuestras
manos".
(Sal 89,
12-14.17)
Valdemar de Vaux
Fuente: Aleteia