Grietas
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Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Leti nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Llevábamos un
tiempo viendo humedad en la tapia del monasterio, pero solo en una zona
concreta. Ese lugar, en particular, está pegado a un pabellón deportivo y,
cuando llueve, los canalones recogen el agua y la conducen hacia un punto de
desagüe. Sin embargo, empezamos a notar que el agua rebosaba por la tapia.
Desde abajo no
se veía nada, había que subirse para comprobar si estaba obstruido o roto.
Ahora que hemos podido acceder, nos hemos dado cuenta de que los canalones
están agrietados y rotos, y por ahí se escapa el agua.
Volviendo de la
huerta al convento, paseando, miraba al cielo y comencé a orar. Daba gracias al
Señor por haber encauzado mi vida hacia el bien, hacia Él. Le agradecía haber
entregado Su vida por mí y Su resurrección, porque gracias a ese don ahora
tengo un cauce por el que caminar. Eso es precisamente lo que Cristo nos regala
con Su muerte y resurrección: que nuestra vida tenga sentido.
Cuando hay
grietas en el corazón y dejamos que el rencor, la amargura, la ira, la envidia,
los celos, el resentimiento, la soberbia, el egoísmo… habiten en él, lo que
hacemos es permitir que la gracia de Cristo se desborde y se pierda.
Jesús nos
enseña a elegir el bien y rechazar el mal. Si dejamos que el mal entre en
nuestra vida, al primero que hiere es a nosotros mismos, y después a quienes
nos rodean. El mal tiene un poder destructivo muy fuerte, por eso es necesario
cerrarle siempre la puerta. Hemos de rechazarlo y optar decididamente por el
bien.
Este es el
camino que Cristo nos ofrece cada día, y quiere hacerlo vida en nosotros si le
acogemos de corazón. Porque Jesús desea tu felicidad, y te da todos los medios
para alcanzarla.
Hoy, el reto
del amor es rechazar el mal y escoger el bien. Opta por el camino del Amor.
VIVE DE CRISTO
15 julio 2025
Fuente: Dominicas de Lerma