![]() |
Mons. José Antonio Álvarez bautizó a Adrián el pasado mes de mayo. |
¿Puede un ateo «convertir» al
cristianismo a otro ateo? Seguro que no era esa la intención del célebre
científico Stephen Hawking cuando
escribió sus Breves respuestas a las
grandes preguntas... pero lo consiguió. «Daños colaterales», podrán pensar
algunos con resignación.
Es el caso de Adrián, un joven madrileño que recibió el
pasado mayo el bautismo, la confirmación y la Primera Comunión. «Lo recuerdo
como uno de los días más felices de mi vida, si
no el que más», ha explicado ahora en una entrevista que ha publicado el
portal del movimiento Regnum Christi.
Y todo comenzó, efectivamente, durante el confinamiento de la pandemia leyendo
al astrofísico británico, «a pesar de que Hawking es una de las figuras
defensoras del ateísmo más reconocibles, reputadas y respetadas del último
siglo», señala el joven.
«Venía de un ateísmo bastante fuerte en mi adolescencia y
adultez temprana, además de tener muchos prejuicios contra la
Iglesia, y cualquier cosa que destilara un mínimo de religión»,
explica Adrián. Hawking dedica «un capítulo completo del libro a sus
reflexiones y creencias sobre la existencia de Dios, el cual me hizo replantearme mi ateísmo fuerte, a pesar de ser él una de las figuras defensoras
del ateísmo más reconocibles, reputadas y respetadas del último siglo»,
reconoce.
El paso al agnosticismo
«Fruto de esta lectura, pasé a una postura
agnóstica, de duda, más abierta, sobre todo respecto a la existencia de un
creador universal. Mis prejuicios con la Iglesia y la religión los seguí
cargando unos años más, hasta que conocí, hace cerca de tres años, a la
que hoy en día es mi novia», prosigue el neófito. «Una chica católica que,
por encima de la etiqueta, de las costumbres, lleva a Jesucristo por
bandera: en su hablar, en su actuar y, definitivamente, en su vida,
haciendo de esta palabra viva de Cristo», refiere Adrián.
Como en tantas historias
similares de conversión, el amor de
una novia o un novio se convirtió en el argumento más elocuente: «Me rompió todos los esquemas y prejuicios que
tenía, contagiando su alegría, la alegría de quien se sabe Hija». «Cuando
hablábamos de cualquier cosa relacionada con Jesús, Dios, la Iglesia… hablaba con una chica inteligente, que sabía razonar
y defender aquello en lo que creía», reconoce. Sin embargo, eso no fue suficiente:
«Éramos muy respetuosos con las creencias del otro, convivíamos con ellas,
manteníamos conversaciones muy interesantes en las que intercambiábamos
reflexiones e impresiones, pero ninguno
cambiaba su parecer».
Comienzan las «señales»
Tuvieron que pasar varios meses
hasta que, un día, Adrián se encontraba solo en casa. «Pasaron por mi mente
varias citas del libro de Hawking. Era un libro que había leído hacía años y
que había quedado enterrado en mi
memoria desde que lo terminé. Me quedé sorprendido en ese momento por
este hecho», confiesa.
No fue lo único que le llamó la atención en ese período: «Me
estaban sucediendo una serie de eventos que, puestos todos juntos, muy escéptico tendría que ser para achacarlos a la mera casualidad». «Por ejemplo, un día, sentado en el Metro, me fijo en el
suelo bajo mis pies, y descubro un papel diciendo Abre tu corazón a Jesús. Otro día, hermanos que frecuentan una parroquia
que se encuentra cerca de mi casa llaman al timbre y me preguntan si me importa
que lean un pasaje del Evangelio al azar, para posteriormente invitarme también a asistir
a la JMJ que tendría lugar el verano siguiente», rememora. Era la primera vez
en 20 años que alguien de la parroquia acudía a su casa...
Adrián reconoce que, todos estos
hechos, «de manera independiente, no dicen mucho, pero todos juntos, en mi
cabeza, hicieron clic». «Veía la
felicidad de mi novia simplemente por saberse hija de Dios; todos los
prejuicios que tenía se habían
derrumbado como un castillo de naipes, y caí en la cuenta de que no tenía nada que perder por darle una
oportunidad a Jesús. En el peor de
los casos, me moriré como todo el mundo habiendo vivido feliz, recuerdo
pensar en aquel momento», señala ahora.
«La fuerza de un huracán»
«Lo demás vino solo», asegura. «A
nada que le abras mínimamente tu corazón a Jesús, Él entra con la fuerza de un huracán», subraya.
«Aprendí a soltar y dejarme llevar por
Él, para ver que siempre que lo hacía, lo que Él tenía para mí era mejor de lo que yo había imaginado»,
reconoce.
A partir de ese momento, «nació el deseo de recibir los
sacramentos, por lo que empecé a recibir catequesis», un proceso que culminó el
pasado mes de mayo tras recibir los sacramentos de la iniciación cristiana en
la catedral de la Almudena de Madrid de manos de monseñor José Antonio Álvarez, obispo auxiliar de Madrid.
Adrián no ha hecho solo este camino: «El acompañamiento por
parte de las consagradas y los legionarios del Regnum Christi no ha podido ser mejor», destaca. Y, ahora, ¿qué cambios ha
notado en su vida? «Vives infinitamente más tranquilo,
más feliz. Vivir sabiendo que tienes un Padre que te ama, que te
cuida, que te educa, te guía y te protege todos y cada uno de los segundos de
tu vida, hagas lo que hagas, es indescriptible. Vives constantemente sabiendo que todo estará bien»,
concluye.
Álex Navajas
Fuente: El Debate