MÁS CERCA DE LOS ALTARES EL PRIMER OBISPO ESPAÑOL MARTIRIZADO DURANTE LA GUERRA CIVIL

Mons. Eustaquio Nieto junto a otros 43 mártires

InfoCatólica

La diócesis de Sigüenza-Guadalajara cierra la fase diocesana de la causa de canonización de 44 mártires, entre ellos el obispo Eustaquio Nieto y compañeros sacerdotes, religiosos y laicos. Los informes, que destacan sus últimos momentos y palabras, serán publicados el próximo domingo en la hoja diocesana «El Eco».

Comunicado de la diócesis de Sigüenza Guadalajara

En los últimos tres meses, la Delegación Diocesana para las Causas de los Santos ha publicado una docena de informes sobre el grupo de diocesanos considerados mártires cuya causa de canonización ha completado documentación y cierra la fase diocesana en estos días, concretamente el sábado 26. El último de estos resúmenes, sobre el obispo don Eustaquio Nieto y Martín, sale el domingo 20 y se reparte por toda la diócesis encartado en la hoja El Eco, al igual que los anteriores.

Estos breves escritos han informado sobre los procesos canónicos referidos al obispo y a los 43 compañeros, sacerdotes, religiosos y laicos, considerados mártires por confesar su fe en distintos puntos de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara entre 1936 y 1939. Los informes suelen hablar de los momentos finales de buena parte de los personajes y recogen palabras pronunciadas por algunos de ellos en la hora de morir. Son datos extraídos de la causa para la canonización que ahora culmina y que ha elaborado el delegado diocesano del sector, el sacerdote Raúl Corral Blázquez, y su equipo.

Su martirio

Eustaquio Nieto Martín (Zamora, 1866 – Estriégana, 27 de julio de 1936), obispo de Sigüenza desde 1917, se negó a abandonar la diócesis al estallar la Guerra Civil. El 25 de julio, milicianos del POUM, la CNT y la FAI asaltaron el palacio episcopal, lo detuvieron y lo sometieron a un «juicio popular» del que salió absuelto.

Aquella noche rehusó huir y permaneció «junto a sus ovejas». En la madrugada del 26 al 27 de julio, los mismos milicianos volvieron con el pretexto de trasladarlo «a salvo» a Madrid y lo obligaron a subir a un coche que tomó la carretera de Alcolea del Pinar.

A catorce kilómetros de Sigüenza, ya en término de Estriégana, lo arrojaron vivo del vehículo; la caída le fracturó las piernas. Lo remataron a balazos mientras exclamaba «¡Viva Cristo Rey!» y, según testigos, «Dios mío, sólo en Vos confío». Después arrastraron el cadáver a la cuneta y le prendieron fuego.

El cuerpo quedó sin sepultura hasta el 4 de agosto, cuando una columna requeté lo halló irreconocible y lo identificó por el rosario y la cruz pectoral. Sus restos reposan en la catedral de Sigüenza. Fue el primero de los trece obispos mártires de la contienda.

Fuente: InfoCatólica