Estos son 5 pequeños hábitos que puedes fomentar para ayudar a tus hijos a adorar a Dios con todo su corazón, mente y cuerpo en la Santa Misa
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Cuando vamos a
Misa, esperamos que los hijos no se pasen toda la hora deseando terminar y
salir de allí. Por eso es importante que aprendan a estar plenamente presentes,
con ciertos hábitos que les permitan aprovechar el tiempo para rezar y escuchar
la Palabra de Dios, y a utilizar los
gestos de su cuerpo como parte de su adoración.
Estos son 5
pequeños hábitos que puedes fomentar para ayudar a tus hijos a adorar a Dios
con todo su corazón, mente y cuerpo.
1. Hacer una
genuflexión al entrar y salir del banco
Hacemos una
genuflexión ante el Sagrario para reconocer que Jesús está allí presente.
Incluso los niños pequeños pueden aprender a hacerlo. Recuerda que el ejemplo
arrastra, así que si nosotros como padres lo hacemos, ellos nos imitarán.
¿Por qué
hacemos esto? Puedes buscar ejemplos para tus hijos para que lo entiendan como:
"Así es como se saludaba a los reyes y reinas en la antigüedad, así que
estamos demostrando que Dios es nuestro rey".
2. Inclinarse
hacia el altar o el sagrario cuando cruzamos el pasillo principal
Si tenemos que
cruzar el pasillo principal durante la Misa, recuérdales que hay que hacer una
pausa para inclinarse hacia el sagrario o el altar (a menudo ambos están en
medio de la iglesia).
Este sencillo
acto reconoce la presencia de Cristo cada vez que pasamos, tanto si estamos en
la parte delantera como en la trasera de la iglesia. Muestra respeto y
reverencia en la casa de Dios.
3. Haz un
acto interior de adoración durante la Consagración
Durante la
Consagración, cuando el sacerdote levanta la Sagrada Hostia, diles a tus hijos
que recen en su corazón: "Señor mío y Dios mío". Estas palabras de
santo Tomás apóstol reconocen el milagro que sucede durante este momento tan
sagrado en la tierra.
Después de
recibir la Sagrada Comunión, animales a tener una conversación de corazón a
corazón con Jesús, su mejor amigo, mientras está tan íntimamente presente con
ellos:
Cuéntale a
Jesús en qué estás pensando. ¿Qué hiciste ayer? ¿Qué te preocupa? ¿Qué esperas
con impaciencia? Ahora es el momento de decírselo, cuando está tan cerca de tu
corazón.
4. Haz un
acto de reverencia al recibir la Comunión
Aquí hay
diferentes prácticas culturales. Algunos se arrodillan para recibir la
Eucaristía, una hermosa devoción. Otra opción es inclinar brevemente la cabeza
cuando el ministro levanta la Hostia y dice: "Cuerpo de Cristo".
Luego hacemos la Señal de la Cruz después de recibir. Estos gestos son una
expresión externa del asombro y admiración que sentimos en nuestros corazones.
5. No
abandones el banco hasta que el sacerdote abandone el altar
La Misa tiene
un final apropiado, y no nos apresuramos a salir antes de ese momento a menos
que sea una emergencia. Esta regla es un pequeño acto de paciencia y respeto.
Es un momento apropiado para una oración de agradecimiento: "¿Qué es lo
que quieres agradecer a Dios en este momento?".
Si los anuncios
se hacen muy largos, pueden hojear su misal infantil o un libro sobre santos de
nuestra bolsa de Misa.
Pequeños
pasos, grandes corazones
Estos hábitos
no se arraigarán de la noche a la mañana; pero las gestos que hacemos con
nuestros cuerpos significan algo. Sumados, estos pequeños actos de adoración
crecen lentamente hasta convertirse en un hábito de reverencia hacia las cosas
de Dios.
Estos hábitos
no son solo sobre modales o etiqueta de la Iglesia. Se trata de enseñar a
nuestros hijos a estar plenamente presentes en la Santa Misa y a responder al
abundante amor de Dios con todo nuestro corazón.
Theresa
Civantos Barber - Karen Hutch
Fuente: Aleteia