La Iglesia distingue con claridad entre los Evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), con abrumadoras pruebas de autenticidad y fiabilidad, y los Evangelios apócrifos, que carecen de ambas. ¿Cuáles son sus diferencias?
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BBC |
Marco Fasol , autor de Jesús de Nazaret: ¿una
historia verdadera? Los Evangelios a la luz de la ciencia, lo explica en el
número de marzo de 2025 del mensual italiano de apologética Il Timone:
Evangelios apócrifos gnósticos, por qué no son fiables
La tradición eclesiástica sólo ha aceptado los cuatro
Evangelios canónicos en el canon del Nuevo Testamento, mientras que ha
excluido varias docenas de Evangelios apócrifos. Es evidente que, con la
impresionante difusión del cristianismo por el mundo antiguo, también se
generalizaron las simulaciones y falsificaciones del mensaje
original.
Algunos filósofos gnósticos aprovecharon el gran éxito
de la nueva religión para hacer pasar su pensamiento por un evangelio apostólico.
Pero no pudieron escapar al análisis filológico de la ciencia histórica
contemporánea, que ha desenmascarado todas estas falsificaciones, basadas en
criterios seculares, que confirman en cambio la fiabilidad histórica de los
Evangelios canónicos.
Los apócrifos más famosos, sobre todo gracias a El Código Da
Vinci (2003) de Dan Brown, son los cuatro evangelios gnósticos descubiertos
en 1945 en Nag Hammadi. Se conocen como el Evangelio de Tomás, el Evangelio
de Felipe, el Evangelio de la Verdad y el Evangelio de María.
Recientemente, el Evangelio de Judas también ha causado
revuelo.
Hay que señalar inmediatamente que el título de
"evangelio" es engañoso. Porque no se trata de narraciones continuas,
sino de colecciones rapsódicas de dichos (loghia), anécdotas o relatos no
sistemáticos y a menudo enigmáticos o esotéricos. Veamos ahora en base a qué
criterios fueron excluidos del canon.
1. Antigüedad
Un primer criterio laico de fiabilidad histórica es la antigüedad
de la fuente.
Los evangelios sinópticos canónicos se escribieron entre 20 y 50
años después de los hechos, cuando aún vivían muchos testigos presenciales que
podrían haberlos refutado. En cambio, los manuscritos de los evangelios
gnósticos de Nag Hammadi datan del siglo IV, ¡es decir, que fueron
escritos más de trescientos años después de los hechos!
2. Lenguaje
Un segundo criterio secular de fiabilidad histórica, aún más
importante, es el lingüístico.
En los evangelios canónicos, el trasfondo arameo, fiel a la
predicación original de Jesús, es muy evidente. De hecho, encontramos 26
palabras arameas, 130 paralelismos antitéticos, 100 pasivas teológicas,
frecuente estructura paratáctica, repeticiones para ayudar a la memoria y
otros semitismos.
En los apócrifos gnósticos, en cambio, no encontramos nada de
esto. Están escritos en lengua copta egipcia, con un léxico neoplatónico,
absolutamente ajeno al arameo. Encontramos términos como "sicigias",
"emanaciones", "eones", "cámara nupcial",
"arcontes", "reinado de Barbelo" y otras divinidades
egipcias... incluso las estrellas son divinizadas con nombres propios
absolutamente ajenos al hebreo, considerados blasfemos por el judaísmo.
Además, faltan los paralelismos, que son una
huella típica de la predicación del Maestro. Y, en los apócrifos gnósticos, por
increíble que parezca, no encontramos ninguna referencia a la historia de
la salvación.
3. Entorno cultural
En los Evangelios canónicos, los grandes personajes bíblicos,
indispensables para cualquier judío, son citados una y otra vez: Abraham es
mencionado 33 veces, Moisés 37, David 38 e Isaías 13
veces. En los apócrifos gnósticos, en cambio, ¡ni una sola mención!
Evidentemente, los autores no eran judíos y, por tanto,
no pudieron ser testigos directos de la vida y la predicación del Maestro. El
Jesús de los apócrifos gnósticos ni siquiera dice una palabra sobre la historia
de la salvación, que era la herencia más preciada para todo judío.
Evidentemente, el Jesús de los apócrifos es una ficción literaria, una
falsificación elaborada por autores ajenos al judaísmo.
Un tercer criterio secular de fiabilidad histórica es el análisis
del contenido cultural. Los apócrifos gnósticos manifiestan claramente una
cosmovisión absolutamente ajena al judaísmo. La concepción gnóstica es
panteísta y politeísta, ahistórica, crítica con la materialidad, completamente
ajena y de hecho incompatible con el contexto cultural y el léxico del
judaísmo, que tiene una concepción histórica no dualista, es decir, que también
valora la corporeidad del ser humano.
Un ejemplo del Evangelio de Tomás: "Simón
Pedro les dijo: 'Que María salga de entre nosotros, pues las mujeres no son
dignas de la vida'. Jesús dijo: 'He aquí que yo la empujaré a que se haga
varón, para que llegue a ser también un espíritu viviente semejante a nosotros,
los varones; pues toda mujer que se haga varón entrará en el Reino de los
cielos'" (n. 114).
Está claro que es un pensamiento absolutamente contrapuesto a
la concepción bíblica.
No hay encubrimiento
Es evidente que estos evangelios gnósticos no fueron ocultados por
la Iglesia porque contaran la verdadera historia de Jesús, sino porque estaban
en desacuerdo con todas las fuentes históricas más antiguas. Son
precisamente los criterios seculares de los historiadores los que excluyen los
apócrifos como fuentes poco fiables para conocer al Jesús histórico. La
Iglesia no quiso de ningún modo encubrir la verdad histórica, sino que rechazó
las teorías filosóficas gnósticas que se hacían pasar por auténtica
predicación de Jesús.
Como escribió John
Paul Meier, uno de los mayores expertos en el Jesús histórico:
"Nuestras únicas fuentes independientes sobre el Jesús histórico se
reducen a los cuatro Evangelios, algunos datos dispersos en otras partes del
Nuevo Testamento, y Flavio Josefo y Tácito [...]. No creo
que [...] los evangelios apócrifos y los códices de Nag Hammadi ofrezcan
ninguna nueva información fiable o conceptos auténticos independientes del
Nuevo Testamento. Lo que encontramos en estos documentos posteriores es más
bien una reacción a los escritos del Nuevo Testamento [...] por parte de cristianos
fantasiosos o gnósticos que desarrollaron un sistema místico
especulativo".
Mateo, Marcos, Lucas y Juan
Los Evangelios canónicos tienen varios rasgos
distintivos que los hacen únicos. De ellos, dos son significativos.
En primer lugar, son textos de origen apostólico, es decir,
fueron escritos por autores que estaban directamente relacionados con los
Apóstoles o que recibieron relatos de testigos oculares.
En segundo lugar, en los cuatro Evangelios, aunque con estilos
diferentes, la resurrección de Jesús es un tema central, con detalles
específicos sobre la tumba vacía y las apariciones posteriores a la
resurrección. Por tanto, estos relatos no sólo confirman la verdad de la
resurrección, sino que también son fundamentales para la fe cristiana, ya que
atestiguan la victoria de Cristo sobre la muerte.
Traducción de Helena Faccia Serrano.
Fuente: ReligiónenLibertad