“Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Estas palabras están siendo preparadas por miles de catecúmenos en todo el mundo para escucharlas en la noche de Pascua cuando recibirán el bautismo.
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Dominio público |
A lo largo de
la Cuaresma, Aleteia nos cuenta la historia de estos hombres y mujeres, felices
de convertirse en hijos de Dios. Hoy, Assia dice que siempre ha recurrido a
Dios sin saber realmente quién era. Fue al convertirse en madre y continuar su
camino que Dios salió a su encuentro.
Farmacéutica y
madre de tres niños pequeños cerca de Le Puy-en-Velay, la vida de Assia se
mueve a cien por hora y, como ella misma reconoce, a veces en todas
direcciones. Bueno, casi en todas direcciones, porque la dirección sigue siendo
la misma. Dios. Nacida en Argelia, vivió allí hasta los 11 años. "Mis
padres, que eran profesores, eran ateos aunque procedían de familias
musulmanas", cuenta. "Pero el Islam era la religión 'impuesta' en la
escuela, a nuestro alrededor y demás. Hacíamos el Ramadán para no llamar la
atención". Pero cuando la situación en el país se volvió amenazadora para
la familia, a principios de los 90, sus padres decidieron trasladarse a
Marsella.
De nuevo en el colegio, sus amigos
musulmanes la invitaron a abrir el Corán cuando les dijo que era atea. "Me
hice muchas preguntas, pero no me sentía cercana a la enseñanza del Corán, a
ese Dios", continúa. Al terminar el bachillerato, se trasladó al centro de
Francia, donde estudió farmacia. Allí conoció a Thomas, que años más tarde se
convertiría en su marido y padre de sus tres hijos.
Reza a la Virgen para que vele por su hijo
"Creo que
la primera manifestación para mí del Espíritu Santo y de la presencia de Jesús
en mi vida fue cuando nació Sara", confiesa Assia. Corre el año 2016. Tras
un parto complicado, Assia se encontró sola durante dos horas en su habitación
sin noticias de su hija. "Mi habitación tenía vista directa a la estatua
de la Virgen María y esa noche, durante esas dos horas, recé a María para que
velara por mi niña", recuerda. Hoy, Sarah goza de excelente salud. Sin
embargo, a pesar de esta primera señal, "dejé de lado mis preguntas,
atrapada en el torbellino de la vida de madre joven", prosigue la joven
madre.
Luego viene
una "segunda señal". Más intensa, más violenta. Mientras estaba sola
con sus tres hijos en un coche en 2021, un conductor que se dio a la fuga chocó
frontalmente contra ellos. "Cuando vi que el coche venía hacia nosotros,
solo tuve tiempo de rezar a Dios para que protegiera a mis hijos. Fue un grito
a Él". Al final, todos escaparon con heridas leves. "Ese día, puedo
sentirlo, no estábamos solos en el coche". Assia asegura que siempre ha
"creído en Dios". "No sabía muy bien quién era ni cómo hablar
con él, pero estaba ahí".
Pero un día, su hija mayor, que entonces
tenía ocho años, vio la medalla de bautismo de su padre y le preguntó:
"¿Por qué yo no estoy bautizada?". "De repente volví a hacer la
pregunta y las piezas empezaron a alinearse. Recordé todos esos años, todas
esas oraciones sinceras, todas esas 'acciones de gracias' y me dije que sí, que
él estaba allí, que ése era el siguiente paso".
El bautismo de sus hijos
Un fin de
semana en casa de los padres de una pareja de amigos creyentes y practicantes
le dio la oportunidad de plantear todas sus preguntas y las de sus hijos.
Mientras se preparaba para el bautizo de sus hijos en 2022, le resonó
especialmente una frase del sacerdote: "Solo transmitimos a nuestros hijos
lo que tenemos".
"Me di
cuenta de que, aunque de niña me daban a elegir, me faltaba algo, creía en un
Dios pero no sabía nada de él ni de lo que quería de mí. A través del bautismo
quise transmitir a mis hijos mi fe; el amor de nuestro Padre y los valores del
amor y la paz".
En 2023, sus
hijos fueron bautizados y Assia decidió emprender oficialmente su camino. Este
año, como sus padrinos estaban fuera por Pascua, recibirá excepcionalmente el
sacramento del bautismo en mayo. "El mismo día que la Primera Comunión de
mi segunda hija", se entusiasma.
"Mirando
atrás, creo que siempre estuvo ahí, como un susurro que no podía oír",
continúa. "Pienso mucho en la imagen de Cristo que llama a la puerta de
nuestro corazón, que no fuerza su entrada sino que espera a que le invitemos a
entrar en nuestras vidas. Durante todos esos años, mis oídos no oyeron sus
golpes hasta que se quedaron sordos". Assia continúa: "Me alegro de
que no perdiera la paciencia conmigo".
Agnès Pinard Legry
Fuente: Aleteia