Desde la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco invitó a los fieles a confiar el año 2025 a la Virgen María, Madre de Dios, y aprender como ella a cuidar la vida en todas sus etapas, desde la concepción hasta su muerte natural.
Imagen de la Virgen María y el Niño Jesús en la Basílica de San Pedro, y el Papa Francisco. | Crédito: Daniel Ibáñez / EWTN News. |
“Confiémosle entonces este nuevo año que comienza a María, Madre de
Dios, para que también nosotros aprendamos como Ella a hallar la grandeza de
Dios en la pequeñez de la vida; para que aprendamos a cuidar de toda criatura
nacida de una mujer, sobre todo protegiendo el don precioso de la vida, como lo
hizo María”, afirmó el Santo Padre.
En ese sentido, se refirió a “la vida en el vientre materno, la
vida de los niños, la de aquellos que sufren, la vida de los pobres, la vida de
los ancianos, la de quienes están solos, la de los moribundos”.
El Papa Francisco afirmó que, en el marco de la Jornada Mundial
de la Paz, “todos estamos llamados a aceptar esta invitación que brota del
corazón materno de María: proteger la vida”, pues “dignificar la vida de cada
‘nacido de mujer’, es la base fundamental para construir una civilización de la
paz”.
En su homilía, el Santo Padre explicó que la expresión “nacido
de una mujer” remite al misterio de la Navidad, con el que el Verbo se hizo
carne. “El apóstol Pablo especifica que nació de una mujer, como si sintiera la
necesidad de recordarnos que Dios se hizo verdaderamente hombre a través de un
vientre humano”, indicó.
Por ello, llamó a no caer en la tentación, “que atrae hoy a
muchas personas y que puede seducir también a muchos cristianos”, de imaginar o
fabricar “un Dios ‘abstracto’, vinculado a una vaga idea religiosa, a alguna
agradable emoción pasajera”.
Dios “es real, es humano: nació de una mujer, tiene un rostro y
un nombre, y nos llama a relacionarnos con Él. Cristo Jesús, nuestro Salvador,
nació de una mujer; tiene carne y sangre; procede del seno del Padre, pero se
encarna en el vientre de la Virgen María; viene de lo alto del cielo, pero
habita en las profundidades de la tierra; es el Hijo de Dios, pero se hizo Hijo
del hombre”, expresó.
Además, indicó, la expresión “nacido de una mujer” también habla “de la
humanidad de Cristo, para decirnos que Él se revela en la fragilidad de la
carne. Se encarnó en el vientre de una mujer, naciendo como todas las
criaturas”, mostrándose en la fragilidad de un Niño.
El Papa Francisco recordó que María siempre conduce a los hombres al
misterio de su Hijo. “Afirmamos que Él es el Señor del tiempo, pero habita este
tiempo nuestro, también este nuevo año, con su presencia de amor”, señaló.
En ese sentido, aseguró que la Virgen espera a los hombres y
mujeres en el belén, para mostrarles al Dios “que no viene en el esplendor de
los cielos, sino en la pequeñez de un pesebre”.
“Encomendémosle a ella este nuevo año jubilar, entreguémosle a
ella los interrogantes, las preocupaciones, los sufrimientos, las alegrías y
todo lo que llevamos en el corazón. ¡Ella es madre! Confiémosle a ella el mundo
entero, para que renazca la esperanza, para que finalmente florezca la paz en
todos los pueblos de la tierra”, manifestó el Pontífice.
El Papa concluyó su homilía relatando que “en Éfeso, cuando los
obispos entraban en la iglesia, el pueblo fiel, con bastones en la mano,
aclamaban: ‘¡Madre de Dios!’. Seguramente los bastones eran la promesa de lo
que les sucedería si no hubieran declarado el dogma de la ‘Madre de Dios’”.
“Hoy nosotros no tenemos bastones, pero tenemos corazones y
voces de hijos. Por eso, todos juntos, aclamamos a la Santa Madre de Dios.
Todos juntos: ‘¡Santa Madre de Dios!’, tres veces. Juntos: “¡Santa Madre de
Dios! ¡Santa Madre de Dios! ¡Santa Madre de Dios!’”, expresó.
Por Eduardo Berdejo
Fuente: ACI