El Santo Padre recuerda las palabras de Jesús en la parábola del juicio final: "Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mt 25,40)
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El Santo Padre
envía un mensaje a los asistentes a la VI Conferencia Internacional "Por
el equilibrio del mundo" que se efectúa en La Habana, Cuba, del 28 al 31
de enero de 2025. En el marco del Año Santo, reflexiona sobre la esperanza y
destaca las iniciativas que abren caminos para quienes viven en condiciones de
penuria.
"Los
pobres y los enfermos, los jóvenes y los ancianos, los migrantes y los
desplazados, incluso los privados de libertad, deben estar en el centro de
nuestras consideraciones, para que nadie quede excluido y todos vean respetada
su dignidad humana". Lo escribe el Papa Francisco en
el mensaje dirigido a los participantes en la VI Conferencia Internacional
"Por el equilibrio del mundo" que se realiza en La Habana,
Cuba, del 28 al 31 de enero de 2025.
Bajo el lema
"Con todos y para el bien de todos", el evento congrega a científicos
de diversas ramas del saber, especialmente de las ciencias sociales, para
reflexionar sobre los principales problemas contemporáneos. También pretenden
encontrar objetivos comunes que permitan la unidad de acción global,
sensibilizar a la opinión pública acerca de la importancia de la preeminencia
del diálogo sobre la guerra, el amor sobre el odio y la solidaridad sobre el
egoísmo.
En su texto, el
Santo Padre recuerda las palabras de Jesús en la parábola del juicio final:
"Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron
conmigo" (Mt 25,40). En dicha línea, Francisco afirma que
"como creyentes en Jesucristo, esta interpelación nos invita a reconocer
en cada hombre y mujer la imagen de Dios, llamados a ser hermanos y a formar
parte de la familia humana y de la familia de los hijos de Dios". Incluso
el Papa sostiene que fuera del ámbito de la fe, esta afirmación mantiene
íntegra su fuerza, pues todos estamos llamados a vivir en gratuidad fraterna y
cada cosa que hacemos por otro nos repercute como individuos y como sociedad.
El Obispo de
Roma nos incentiva a aprender esta lección desde el amor, "construyendo la
esperanza en ese equilibrio que busca que todos tengan lo necesario,
enseñándonos a compartir con el pobre, y a abrirnos con generosa acogida al
otro, de manera que sepamos contribuir con lo que somos y tenemos al bien
común". Asimismo, augura "que estos deseos puedan ayudarles en los
trabajos que emprenden en pro de una sociedad más justa y fraterna".
Trabajar con
denuedo para que la esperanza se traduzca en paz
Según el
Sucesor de Pedro, en el contexto del Jubileo de 2025, la esperanza se revela
como un valor muy adecuado para este foro, indica, "pues, gracias a su
aspiración de ser abierto, plural y multidisciplinar, tiene la capacidad de
asomarse a las razones que mueven el corazón del hombre de hoy".
“Es la
esperanza, que a los cristianos nos da la fe y el amor a Jesucristo, la que nos
permite estar “dispuestos a participar de los sufrimientos, los cansancios, las
desilusiones y los temores que son parte de la vida” de todo hombre y toda
sociedad (cf. Carta enc. Dilexit nos, 157).”
"Nuestra
esperanza, asegura el Pontífice, nace del amor y se funda en el amor. Un
amor que nos llama a construir, sobre las ruinas que nosotros dejamos en este
mundo con nuestro pecado, una nueva civilización del amor, para que en medio
del desastre que ha dejado el mal, todos colaboremos en la reconstrucción del
bien y la belleza".
Además, el
Pontífice se refiere a una serie de "signos y de llamamientos a la
esperanza" que planteó en la bula de indicción del Año Santo, Spes
non confundit. Signos que a nivel social y cultural podemos
asumir, dice, como hombres de buena voluntad, "redescubriendo esta
preciosa virtud en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece, poniendo
atención 'a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de
considerarnos superados por el mal y la violencia'".
Por ende, el
Papa espera que dicha certeza nos impele a trabajar con denuedo para que esta
esperanza se traduzca en paz para el mundo. Un empeño que no tendrá éxito
-advierte el Santo Padre- si no logra que cada hombre, impedido a abrirse a la
vida con entusiasmo, a causa de los ritmos frenéticos de la vida, de los
temores ante el futuro, de la falta de garantías laborales y tutelas sociales
adecuadas, pueda mirar al futuro con esperanza.
Sebastián
Sansón Ferrari
Ciudad del
Vaticano
Fuente: Vatican News