Confianza sin necesidad de pruebas
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Durante la
Audiencia General, Francisco continuó el ciclo jubilar sobre «Jesucristo
nuestra Esperanza», desarrollando su catequesis sobre la figura del padre
putativo de Jesús. Dócil «a la voz del Señor», para con María actuó sin dejarse
avasallar por instintos o temores. Hizo «carne» los deseos de Dios, sin
recurrir a «palabras al viento».
José, horizonte
de los sueños de Dios. «Justo» e intrépido, participó en la historia de la
salvación dejando que los hechos hablaran por él, en lugar de inútiles
«palabras al viento». Sobre la figura del padre putativo de Jesús, el Papa
Francisco entabló la catequesis de la audiencia general de hoy, 29 de enero, en
el Aula Pablo VI.
Dejar a un lado
instintos y miedos
La reflexión se
desarrolla en la estela del ciclo jubilar dedicado a «Jesús, nuestra
esperanza», tomando como hilo conductor el Evangelio de Mateo. El texto toma
partido por José, «el hombre que asume la paternidad legal de Jesús,
injertándolo en el tronco de Jesé y vinculándolo a la promesa hecha a David»,
explicó Francisco. La figura de Cristo es, de hecho, la del «retoño justo», el
cumplimiento perfecto de la «esperanza de Israel». En el contexto de la
historia de la salvación, José entra en escena, en el papel de prometido de
María. Un enlace «legal» para la religión judía, destinado a la celebración del
matrimonio durante el año siguiente. Durante ese tiempo, José «descubre» el
embarazo de María, viendo «puesto a prueba» su amor por ella. La ley de la
época preveía dos formas de romper el compromiso: un «acto legal» público, que
debía realizarse ante los tribunales, o una carta de repudio que debía
entregarse en privado. José, un hombre «justo», como seguidor de la Ley, «actúa
reflexivamente». Deja a un lado instintos y temores, dejándose guiar «por la
sabiduría divina», separándose de María «sin clamores», de forma privada.
Ésta es la
sabiduría de José, que le permite no equivocarse, y de hacerse abierto y dócil
a la voz del Señor.
Soñar «el
milagro de Dios»
Una
predilección por soñar que recuerda al personaje bíblico del mismo nombre, hijo
de Jacob, apodado, no por casualidad, «señor de los sueños». ¿Qué ve durante el
sueño el padre putativo de Jesús? Una pregunta a la que Francisco respondió
así: «Sueña con el milagro que Dios realiza en la vida de María, y también con
el milagro que él realiza en su propia vida: asumir una paternidad capaz de
custodiar, proteger y transmitir una herencia material y espiritual».
El vientre
de su esposa está grávido de la promesa de Dios, una promesa que lleva un
nombre en el que se da a todos la certeza de la salvación.
Confianza sin
necesidad de pruebas
«No temas
llevar contigo a María, tu esposa. Porque el niño que ha sido engendrado en
ella es del Espíritu Santo; dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Esta es la revelación ante la
que José no pide «más pruebas», confiando en Dios y aceptando el sueño para él
y su prometida. Al hacerlo «entra en la gracia de los que saben vivir la
promesa divina con fe, esperanza y amor». El detalle que destaca Francisco es
el silencio de José. A las «palabras al viento», prefiere los «hechos
concretos». Un signo de pertenencia a aquellos que practican la Palabra de Dios
haciéndola «carne», «vida».
Enlazando su
pensamiento con el de Benedicto XVI, Francisco describió el «estar
interiormente vigilante por Dios» de José como la fuente de su espontánea
«obediencia» al plan de Dios. Escuchando sus sueños, el Papa invitó a prestar
atención, acogiendo «con responsabilidad al Cristo que, desde el momento del
bautismo, vive y crece en nuestras vidas».
Edoardo
Giribaldi
Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News