CÓMO LA MIRADA DE JESÚS PUEDE RECORDARNOS QUE SOMOS AMADOS

Si nos sentimos rechazados por todos los que nos rodean, podemos recordar que Jesús nos ve y quiere estar con nosotros en medio de nuestro sufrimiento

Dominio público

Muchos de nosotros podemos sentirnos solos y aislados, creyendo que al mundo entero no le importamos ni nosotros ni nuestros problemas.

Puede ser difícil tener esos sentimientos, ya que podemos sentirnos tentados a levantar las manos en señal de desesperación.

La buena noticia es que en medio de nuestro sufrimiento, Jesús nos ve y nos mira.

La mirada de Jesús

El Papa Francisco reflexiona sobre la mirada de Jesús en su última encíclica, Dilexit nos :

El Evangelio nos cuenta que se acercó a Jesús un hombre rico, lleno de idealismo pero sin la fuerza necesaria para cambiar de vida. Jesús entonces «lo miró fijamente» (Mc 10,21). ¿Os imagináis ese momento, ese encuentro entre su mirada y la de Jesús? Si Jesús os llama y os convoca a una misión, primero os mira a vosotros, sondea lo más profundo de vuestro corazón y, conociendo todo de vosotros, fija su mirada en vosotros. Así fue cuando, «pasando por la orilla del mar de Galilea, vio a dos hermanos… y al irse de allí, vio a otros dos hermanos» (Mt 4,18.21).

Además, Jesús no sólo nos mira cuando quiere llamarnos a algo más grande, sino que también nos mira cuando sufrimos:

Muchas páginas del Evangelio ilustran la atención de Jesús hacia las personas y, sobre todo, hacia sus problemas y necesidades. Se nos dice que «al ver a la muchedumbre, tuvo compasión de ella, porque estaba agobiada y desamparada» ( Mt  9,36). Cuando sentimos que todos nos ignoran, que a nadie le importa lo que sucede con nosotros, que no somos importantes para nadie, Él sigue preocupándose por nosotros. A Natanael, apartado y ocupado en sus propios asuntos, le pudo decir: «Te vi debajo de la higuera antes de que Felipe te llamara» ( Jn  1,48).

Esta sencilla verdad espiritual puede ser un gran consuelo cuando estamos en medio del sufrimiento o nos sentimos deprimidos y solos.

Jesús nos ve y a veces todo lo que tenemos que hacer es dejar que Jesús nos mire con sus ojos misericordiosos y amorosos. 

Philip Kosloski 

Fuente: Aleteia