Del 29 de julio al 3 de agosto, Roma acogerá la 13ª peregrinación de más de 50.000 monaguillos procedentes de 15 países. El 30 de julio por la tarde, audiencia con el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro
Foto de archivo: Vatican Media |
«No temas,
porque yo estoy contigo»: es un pasaje del profeta Isaías (41, 10) el
inspirador del lema de la 13ª peregrinación a Roma de la Coetus internationalis
ministrantium - CIM, la Asociación Internacional de Acólitos, fundada en 1960,
prevista desde el próximo lunes, 29 de julio, hasta el 3 de agosto.
El lema del
encuentro será «Contigo» y acompañará toda la semana que los cerca de 50.000
monaguillos vivirán en la Ciudad Eterna, acompañados por el presidente de la
CIM, el cardenal jesuita Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo. En
peregrinación “a la tumba de Pedro - escribió el cardenal en un mensaje de
invitación al encuentro - queremos experimentar que somos Iglesia juntos, una
Iglesia joven y dinámica en la que vosotros, como monaguillos, tenéis un papel
central porque sois testigos especiales de Jesucristo y de la Buena Noticia en
vuestras parroquias y diócesis”. “¡La Iglesia necesita este testimonio!”.
Los 15 países
de origen
Y si los
participantes en la peregrinación son numerosos, también lo son sus países de
origen, que van de Austria a Hungría, de Bélgica a Suiza, de Croacia a
Eslovaquia, pasando por Francia, Lituania, Luxemburgo, Portugal, República
Checa, Rumanía y Serbia. No faltarán los ministrantes de Ucrania, atormentada
por más de dos años de guerra, mientras que el grupo más numeroso -con unos
35.000 adherentes- vendrá de Alemania, acompañado por el presidente de la
Comisión de Juventud de la Conferencia Episcopal Alemana, monseñor Johannes
Wübbe, auxiliar de Osnabrück.
Encuentro con
Jesús en la Eucaristía
El programa
detallado de la peregrinación se presentará en una rueda de prensa a primera
hora de la tarde del próximo lunes, pero sin duda el momento culminante será la
audiencia con el Papa, prevista para las 18.00 horas del 30 de julio en la
Plaza de San Pedro. No es la primera vez que los monaguillos se encontrarán con
Francisco: el 4
de agosto de 2015, por ejemplo, de nuevo en el abrazo circular de la
columnata Bernini, se celebró una audiencia con miles de participantes reunidos
bajo el lema “¡Aquí estoy, mándame!” (Is 6, 8). “Vosotros, hoy, sois más
afortunados que el profeta Isaías. En la Eucaristía y en los demás sacramentos
experimentáis la íntima cercanía de Jesús, la dulzura y eficacia de su
presencia. No encontráis a Jesús colocado en un inalcanzable trono alto y
elevado, sino en el pan y en el vino eucarísticos, y su Palabra no hace vibrar los
marcos de las puertas sino las cuerdas del corazón”.
El servicio en
el altar, campo de entrenamiento en la fe y la caridad
Como Isaías,
añadió el Papa, estamos llamados “a compartir la alegría de reconocernos
elegidos y salvados por la misericordia de Dios, a ser testigos de que la fe es
capaz de dar nueva dirección a nuestros pasos, que ella nos hace libres y
fuertes para estar disponibles y preparados para la misión”.
De ahí la
exhortación del Papa a que sean “acóliltos misioneros”, es decir, “capacitados
para ir hacia el prójimo llevándoles como don lo que habéis recibido,
entregando a su vez con entusiasmo la alegría que se os ha dado” y haciendo del
servicio en el altar “un gimnasio de educación en la fe y la caridad hacia el
prójimo”.
El compromiso
concreto por la paz
Tres años
después -era el 31
de julio de 2018-, el Papa Bergoglio volvió a recibir en la Plaza de San
Pedro a los participantes de la peregrinación de la CIM, que ya va por su 12ª
edición. El lema del evento de hace seis años se inspiraba en el versículo 14
del Salmo 34: “Buscad la paz y perseguidla”. Y precisamente la paz estuvo en el
centro del diálogo que el Pontífice mantuvo con los cerca de 60.000 jóvenes
presentes. Los jóvenes plantearon cinco preguntas, también sobre el tema de la
Eucaristía, la fe y la santidad. El Papa respondió subrayando cómo la paz es
“La paz es el don que nos transforma para que nosotros, como miembros de su
cuerpo, podamos sentir los mismos sentimientos de Jesús, podamos pensar cómo El
piensa ―los mismos sentimientos de Jesús, y pensar como Jesús piensa―, amar
como Él ama”. “El compromiso concreto con la paz es la prueba del
hecho de que somos verdaderos discípulos de Jesús”.
No ser
perezosos en el camino de la santidad
En el encuentro
de 2018 también hubo un momento de oración comunitaria presidido por el
Pontífice que, en una breve homilía, dijo: “Servir a la gloria de Dios en todo
lo que hacemos es el criterio decisivo para nuestra acción, la máxima síntesis
de lo que significa vivir en amistad con Jesús. Es la indicación que nos
orienta cuando no estamos seguros de qué es lo correcto hacer; nos ayuda a
reconocer la voz de Dios dentro de nosotros, que nos habla en la conciencia
para que podamos discernir su voluntad. La gloria de Dios es la aguja de la
brújula de nuestra conciencia”. E invitó a los monaguillos a ser “imitadores de
los santos”: “hagamos todo para la gloria de Dios y para la salvación de
nuestros hermanos”, añadió, y les advirtió: “en este camino de seguir a los
santos, en este camino de santidad, no caben los jóvenes perezosos”.
Valentía,
entusiasmo y espontaneidad
Pero Francisco
también se ha reunido con grupos específicos de monaguillos, como los de lengua
alemana, recibidos el 5 de agosto de 2014, y los de la Iglesia de Francia
acogidos en el Aula Pablo VI el 26 de agosto de 2022. En ambas ocasiones, el
Papa había exhortado a los jóvenes a hablar de Jesús con esa valentía,
entusiasmo y espontaneidad que hace más fácil llegar a la mente y al corazón de
tantos jóvenes. Al mismo tiempo, les había instado a no avergonzarse de servir
al Altar, porque su actitud durante las celebraciones “es ya un apostolado”
para todos los asistentes.
Isabella Piro -
Ciudad del Vaticano
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