"Si estás dispuesto a abrir tu corazón a Dios, abrir tu corazón a su amor y abrirte a responder a esa llamada de amor, tu vida puede cambiar reamente por completo", asegura la finlandesa Anna Riina.
Anna Riina. Dominio público |
En la web, alojada en el propio portal de la prelatura, se incluyen
multitud de secciones dedicadas a los jóvenes y la Iglesia, entrevistas, la
obra de San José María Escrivá y materiales de oración. No faltan testimonios de vidas cambiadas por
Dios, como es el caso de Anna Riina.
Nacida
en una familia luterana de Finlandia,
donde el catolicismo es un
exiguo 0,3% (unos 17.000 en una población de 5,5 millones), Anna
recuerda que fue criada en un ambiente y cultura cristiana. Recibió el
bautismo, su abuela le enseñaba a rezar cada noche y en Navidad leía con su
familia el Evangelio de Lucas, celebrando aquellos días "con su sentido
cristiano".
Con
12 años, comenzando la adolescencia, comenzó a leer personalmente el Evangelio,
motivada por su hermana mayor, que también le invitó a acudir a su círculo de estudio bíblico.
Comprometida,
decidió estudiar Teología en
la Universidad, donde conoció a otros cristianos y con los que comenzó a formar
sus propios círculos de estudio bíblico y con quienes acudía a los grupos de oración y a los servicios religiosos luteranos
cada domingo. También enumera su presencia en eventos juveniles y estudiantiles protestantes como
muestra de su actitud "practicante
y muy activa".
"Tiene que haber algo más"
Pero
hacía tiempo que Riina se preguntaba si aquello "era todo". "Tenía
un anhelo tan fuerte de que Dios dominara toda mi vida, de que mi vida de
oración realmente penetrase mi vida por completo… Como joven, como luterana
practicante, me preguntaba: ¿Esto
es todo? ¿Es así como se siente si le has dado todo a Dios?".
La
joven sentía que la forma en que vivía la fe no era suficiente y una creciente inquietud interior la
llevaba a "buscar más" y "encontrar la manera de practicar la fe
de tal modo que me sintiera realizada
en mi vida cotidiana". "Tiene que haber algo más. Necesito
más", pensaba.
Un mensaje en Taizé: "Tu vida va a
cambiar"
Solo
llevaba dos años estudiando en la Facultad de Teología de Helsinki cuando
acudió a la comunidad francesa de Taizé, acompañando a sus integrantes en la oración, en sus
cantos contemplativos y la lectura de la Biblia. Lo recuerda como "una forma completamente nueva de
orar", al estar más familiarizada con la oración conjunta en voz alta.
"El
mero hecho de estar en silencio en presencia de Dios era algo nuevo para mí", relata.
Fue en uno de esos momentos de oración cuando escuchó un mensaje dirigido a
ella. "Supe que me estaba diciendo: `Tu vida va a cambiar después de esto´".
Cuando
acabó su experiencia en Taizé, Anna empezó a buscar en Google, tratando de hallar
sentido a lo que había vivido.
Recuerda
el siguiente impacto tan repentino como contundente.
"Acabé
en la web de la Iglesia Católica en Finlandia, donde tenían una pregunta, cómo convertirse en católico",
recuerda. A Riina no le hizo falta ni mirarlo, explicó al recordar su nuevo
"boom" espiritual: "Lo supe. Al ver esa pregunta supe que era
eso".
"La Eucaristía cambio mi vida"
Por
entonces no conocía a ningún católico en el país. De hecho, cuenta que su
conversión "surgió de la nada". El primer contacto fue con Taizé y
después, en Finlandia, se inscribió a un curso de Catecismo, ya "segura de que me iba a hacer
católica".
Y
las respuestas a sus preguntas sobre cómo Dios podía impregnar toda su vida o
cómo mostrar su fe en todo lo que hacía comenzaron a llegar, con su formación y
los sacramentos.
"Recibí
la confirmación, la primera comunión y también pronuncié el Credo en voz alta.
Después de eso, recibir la
confesión y a Cristo en la Eucaristía, cambió totalmente mi vida. No
imaginaba cómo sería todo, pero fue muy poderoso", recuerda.
El Opus Dei, su vocación y "hogar
espiritual"
Ya
conversa, y tras la misa en la que recibió los sacramentos, conoció a una
persona del Opus Dei, con quien empezó a hablar y
conocerse. Pasado un tiempo, dice, "me invitó a la residencia de
estudiantes y empecé a hacer buenas
amigas, residentes y otras jóvenes que iban por allí".
A
ese primer paso le siguió el comienzo de su dirección espiritual. Después comenzó a profundizar en la
formación religiosa, para lo que la dirección fue "de gran ayuda",
máxime si su comienzo de vida como católica "había salido de la
nada".
Finalmente,
a través del acompañamiento de todas aquellas personas, Anna admite haber
hallado en el Opus Dei no
solo su vocación, sino también su "hogar espiritual".
"Dios
realmente puede pedirte cualquier cosa a cualquiera, algo que realmente no
esperarías. Y si estás dispuesto a abrir tu corazón a Dios, abrir tu corazón a
su amor y abrirte a responder a esa llamada de amor, tu vida puede cambiar reamente por completo", agrega.
Fuente: ReL