Son universales: no distinguen a religiosos o laicos, expertos o novatos
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El demonio "hace todo lo posible por separar al hombre de la oraciĆ³n",
dice el Catecismo de la Iglesia CatĆ³lica (2725).
Los trucos que emplea para ello son muy comunes -no distinguen entre laicos o religiosos,
expertos o novatos- y simples.
Pero si son comunes y simples es precisamente porque son eficaces para lograr su
objetivo.
Christine
Ponsard escribiĆ³ en su dĆa en Famille ChrĆ©tienne un
artĆculo alertando de cuatro
trampas bƔsicas y en Ʃl ofrece algunos argumentos para desecharlas.
Cuatro trampas que hay que evitar
La oraciĆ³n cotidiana suele figurar entre las nuevas resoluciones
de cada aƱo. El Tentador no dejarƔ de tendernos trampas para
desanimarnos. Recordemos algunas.
Trampa nĆŗmero 1: "La
oraciĆ³n es inĆŗtil"
Efectivamente, la oraciĆ³n no sirve para nada, si nos atenemos a los criterios
habituales de eficacia. Desde
un punto de vista humano, rezar es perder el tiempo. AdemƔs, estƔ la gran
cuestiĆ³n que plantean los monjes y monjas al mundo que les rodea: ¿para quĆ©
sirven esos hombres y esos mujeres cuya vida se consume en la oraciĆ³n? Esas
vidas entregadas parecen, a los ojos de muchos, como vidas desperdiciadas.
Nosotros cometemos exactamente el mismo error cuando renunciamos a
rezar con el pretexto de que tenemos demasiado trabajo: nos situamos en una
lĆ³gica de la productividad, en vez de situarnos en una lĆ³gica del amor. Si
estamos un poco atentos, veremos que, en nuestra vida lo que es mĆ”s inĆŗtil es tambiĆ©n lo mĆ”s precioso: hacerle
mimos a un niƱo, por ejemplo, abrazar a tu cĆ³nyuge o contemplar un paisaje
hermoso. Del mismo modo, la oraciĆ³n es radicalmente inĆŗtil y fundamentalmente indispensable.
Trampa nĆŗmero 2: "No
sabes rezar"
El Tentador multiplica los argumentos para demostrar con
argumentos apabullantes que la oraciĆ³n es algo demasiado difĆcil para mĆ, que
es cosa de especialistas, que deberĆa formarme antes de empezar a rezar, etc.
Una vez mƔs, es cierto: yo
no sƩ rezar.
Mi oraciĆ³n estĆ” llena de distracciones, de infidelidades, de
bĆŗsqueda sutil de mĆ mismo y de mil otras imperfecciones. ¿Y quĆ©? Cuando un
padre coge en brazos a su bebĆ© y Ć©l empieza a balbucear y a sonreĆr, ¿acaso el
padre suelta a su hijo y le dice: “Te dirigirĆ”s a mĆ solo cuando sepas hablar”?
¡Por supuesto que no! Al contrario, lo contempla enternecido y maravillado esos
torpes balbuceos. Lo que
es verdad para los padres en la tierra, ¡lo es tambiĆ©n para Dios!
Trampa nĆŗmero 3: "Ya
rezarƔs cuando tengas tiempo"
Una cosa es segura: si espero a tener tiempo para rezar, no rezarƩ, porque
siempre tendrĆ© mil otras tareas mĆ”s urgentes que cumplir. Si tengo la intenciĆ³n
de rezar hoy, pero no fijo un momento concreto para ello, corro un gran riesgo
de llegar a la noche sin haber encontrado ni un minuto disponible.
Quien reza de forma regular no es quien dispone de mucho tiempo libre, sino quien decide
consagrar un tiempo a la oraciĆ³n. Es una cuestiĆ³n de elecciĆ³n. ¿CuĆ”les son
mis prioridades?
¿Quiero situar la oraciĆ³n en el centro de mi vida, o la considero como un lujo
opcional? Si es algo primordial, ocuparĆ” un buen lugar en mi gestiĆ³n del
tiempo.
Trampa nĆŗmero 4: "Tu
trabajo es tu oraciĆ³n"
Dicho de otra manera: si trabajas con toda tu alma, ofreciendo tu
trabajo al SeƱor, eso te dispensa de rezar. Es cierto que la oraciĆ³n no es la Ćŗnica forma de
mantenerse en presencia de Dios, de estar cercano a Ćl y de servirle.
¡Afortunadamente! Porque si no, eso querrĆa decir que no podrĆamos pasar mĆ”s
que una pequeƱa parte de nuestras jornadas con Dios.
¿CuĆ”ndo estoy cercano a Dios, “conectado” a Ćl? Cuando hago su voluntad, allĆ
donde Ćl quiera, cuando y como Ćl quiera. Si eso es a la hora de preparar la
comida, de animar una reuniĆ³n de trabajo o de llevar las cuentas de mi empresa,
realizando ese trabajo es como estoy mĆ”s cercano a Ćl.
Soy llamado a hacerlo todo en presencia de Dios y por amor a Ćl. Pero “no se puede orar
«en todo tiempo» si no se ora, con particular dedicaciĆ³n, en algunos momentos” (Catecismo
de la Iglesia catĆ³lica, 2697). PodrĆa rezar trabajando si, todos
los dĆas, rezase tambiĆ©n sin trabajar.
* * *
Estas cuatro trampas son universales. Todos los que rezan se
tropiezan con ellas, de una forma u otra.
Contrariamente a lo que piensa mucha gente, la oraciĆ³n no es mĆ”s fĆ”cil para una carmelita que para una
madre de familia. Porque la oraciĆ³n es siempre un combate “contra las
astucias del Tentador que hace todo lo posible por separar al hombre de la
oraciĆ³n” (2725).
Confiemos pues nuestras buenas resoluciones a MarĆa, “la orante perfecta” (2679), cada maƱana,
para que no se acabe el dĆa sin que hayamos dedicado un tiempo a rezar.
Christine
Ponsard
Fuente: ReligiĆ³n en Libertad