José María Gallardo presenta los datos de la labor realizada el año pasado, con récord de donativos y un notable incremento de nuevos benefactores
Foto: ACN España |
«Les mando
este reloj de oro para que hagan de él algo útil para la Iglesia necesitada.
Seré feliz pensando que ha servido para algo más que dar la hora y lucir en mi
muñeca». Esta es la nota que acompañaba el regalo anónimo que se recibió
recientemente en la sede en España de Ayuda a la
Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés), que ha presentado
este jueves en Madrid su Memoria 2023 con un récord de donativos —un 17 % más
que en 2022— y un notable incremento de nuevos benefactores, 5.300 más que los
que tuvo el año anterior.
«Una de las
cosas que más me ha llamado la atención en estos meses ha sido la generosidad
de los benefactores», afirma José María Gallardo, director de ACN España desde
el pasado mes de noviembre. «Todos los días tenemos ejemplos de personas que
nos ceden sus legados o nos hacen pequeños donativos. Que haya tanta gente que
se identifique con nuestra misión es algo sencillamente espectacular», añade.
Gracias a esta
vinculación con el ideario de la institución, los donativos a ACN España
durante el año pasado superaron los 15 millones de euros, convirtiendo a esta
oficina en la segunda delegación en el mundo que más recauda para los
cristianos perseguidos o en dificultades, después de la de Francia. El dato
responde a la empatía que genera entre los españoles no solo la situación de
los seguidores de Cristo que lo pasan mal debido a su fe, sino también «un
derecho humano fundamental como es el de la libertad religiosa», explica
Gallardo. «Cuando falta este derecho, los demás se tambalean», señala, algo que
despierta interés «no solo en entornos eclesiales», ya que «la gente sabe que
cuando hay una catástrofe, un terremoto o una guerra, los primeros que están trabajando
sobre el terreno son los religiosos, las religiosas, los sacerdotes y los
misioneros». Él mismo lo ha podido constatar en Ucrania, donde estuvo
diez días comprobando la labor de la Iglesia en medio de la guerra, ayudando a
personas en exclusión social y afectados por la contienda. Para que todos estos
actores puedan seguir en primera línea, las oficinas de Ayuda a la Iglesia
Necesitada en todo el mundo lograron el año pasado desplegar 5.573 proyectos en
1.235 diócesis de 138 países del mundo, como detalla su memoria anual.
«Un telón de
cristal»
Sin embargo,
esta ingente tarea, así como la difícil situación de los cristianos perseguidos
por causa de su fe, apenas es recogida por los medios de comunicación de corte
generalista. «Creo que existe en nuestra sociedad una cierta persecución
educada, por la que hay una imposición de un pensamiento único, llevando a
veces incluso a excluir a los que manifiestamente declaramos que somos
cristianos», dice el director de ACN en España. Se trata, en su opinión, de «un
telón de cristal» que es preciso «romper» para dar a conocer, «en un continente
que paradójicamente está levantado sobre raíces cristianas, la realidad de los
cristianos perseguidos en todo el mundo».
A la sede de
ACN en España llegan continuamente obispos, sacerdotes y agentes de pastoral
que revelan cómo es la situación de los cristianos perseguidos por su fe en
diversas partes del mundo. ¿Qué es lo que podemos aprender de ellos los
creyentes españoles? «Creo que lo más interesante es que no podemos dejar a
terceros la educación en la fe de nuestros hijos», afirma José María Gallardo,
pues ha podido comprobar que la fe «se transmite de verdad en el seno de las
propias familias» de la Iglesia perseguida. En segundo lugar, destaca que su
testimonio «nos debería hacer perder el miedo a tener más vocaciones
sacerdotales o religiosas», ya que «es admirable comprobar cómo florecen en los
países que tienen una mayor persecución». Por último, «nos dan lecciones de
manera sobrada a la hora de mostrar la fe de manera pública, y por eso son un
modelo para quienes en España o en Europa nos decimos cristianos».
Tiempo de
rendir cuentas
Además de ACN,
otras instituciones de Iglesia han presentado estos días su memoria de
actividades durante el año pasado. Así, Obras Misionales Pontificias envió en
2023 —con lo recaudado en 2022 en las Jornadas del Domund, Infancia Misionera y
Vocaciones Nativas— más de 13 millones de euros, que sirvieron para apoyar 879
proyectos. De este modo, España ocupa el segundo puesto en envío de dinero a la
misión a través de OMP. «No somos una ONG que sale al paso de las necesidades,
somos la parte de la Iglesia que ayuda a que el Santo Padre cumpla su
obligación misionera», afirma José María Calderón, director de OMP.
También Manos
Unidas ha publicado los datos de su trabajo durante el año pasado, mostrando el
compromiso de 71.442 socios que, unidos al trabajo de más de 6.000 voluntarios,
han sacado adelante 550 proyectos de desarrollo en 51 países, por un importe de
40.734.648 euros. 79 de estos proyectos fueron iniciativas de emergencia
destinadas a paliar las graves consecuencias que el hambre, la crisis
climática, las guerras y la violencia están teniendo entre la población más
vulnerable de América, Asia y África.
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega