El testigo, en cualquier caso, debe ser una persona en la que se pueda confiar pues de su testimonio dependerá el curso de los acontecimientos
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Dice la Enciclopedia Católica que un testigo es: “Uno
que está presente, da testimonio, provee evidencia o prueba”. Además, añade que
“según varias circunstancias, un testigo es uno que está personalmente
presente, ve algún acto u ocurrencia y puede dar testimonio de ello”.
La misma enciclopedia acota que se pueden admitir testigos de “oídas”,
siempre y cuando se trate de una persona honorable, excluyendo “a todos
aquellos de cuya veracidad se pueda sospechar justamente”.
Testigos de Cristo
Hablemos del caso de quienes son cristianos sin nunca haber visto
físicamente a Jesús. ¿Qué clase de testimonio pueden dar? Porque de lo que
digan y hagan, dependerá que otros crean.
De ello tenemos innumerables ejemplos. Es el caso de todos los
mártires que dieron su vida por Cristo, sin haberlo conocido. Sin embargo,
entendieron que Él “es el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn
14, 6) y entregaron su vida con gusto porque, en breve, lo verían cara a
cara.
¿Qué clase de testigo eres?
En el mundo somos mil 400 millones de personas que se declaran
católicas. Es obvio que no todos hemos sido formados igual y, por la misma
razón, no damos el mismo testimonio. De manera muy amplia, podemos encontrarnos
entre estos católicos:
Es católico pero solo cuando invitan a un evento. Si hay Misa,
procura acudir, pero no sabe cómo participar en ella porque en su vida
cotidiana asiste nada más “cuando le nace”. Se quedó con lo poco que aprendió
en su catequesis infantil y nunca ha recibido cursos de formación cristiana.
Fue a la catequesis desde niño, hizo sus sacramentos de iniciación
cristiana y va a Misa cada ocho días. Alguna vez estuvo en un grupo, pero
desistió porque no le atrajo lo que hacían en él. Cumple nada más con lo
estrictamente necesario: se confiesa una vez al año, y comulga por la Pascua.
Va cada ocho días, comulga y se confiesa de vez en cuando, pero no
ha profundizado lo suficiente en la doctrina de la Iglesia porque
dice que no tiene tiempo para cursos o momentos de formación, por eso usa
amuletos, participa en grupos que difunden ideas Nueva Era, lee el horóscopo,
declara y decreta al universo, desea “buenas vibras”, etc.
Este tipo de católico cree todo lo que lee en las redes sociales
sin investigar si la información es cierta o no. Da su opinión sobre cualquier
tema de fe basándose en los influencers aunque no sean católicos.
No vive en la era de piedra, busca en Internet información
que le nutra, sabe que es muy importante conocer su fe y gusta de asistir a
cursos presenciales o en línea, va a Misa los domingos y, cuando puede, también
acude entre semana para poder comulgar.
Hace obras de caridad, a veces sencillas, pero significativas;
habla con la verdad, es honesto, honrado y cuida sus palabras. Se confiesa
seguido, ayuda a quien lo necesita, ama a su familia, predica la paz con su
ejemplo, hace oración y no se avergüenza de ser católico.
No es perfecto, por supuesto -¿quién lo es?- pero es un excelente
ejemplo a seguir.
Obviamente esta una clasificación muy subjetiva, pues los
cristianos en este mundo estamos en una lucha continua contra Satanás y sus
tentaciones.
Lo que realmente importa es no desanimarnos y buscar a Dios en
todas las circunstancias, relacionándonos personalmente con Él y entendiendo
que la vida se trata de convertirnos en nuestra mejor versión del testigo
católico que sabe que su felicidad eterna depende de cuánto ame a Dios y a su
prójimo.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia