Aunque fue san Juan Pablo II quien los agregó, los misterios luminosos pueden ser idea de un carmelita beatificado por el querido papa polaco
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Renata Sedmakova | Shutterstock |
Cuando los católicos rezamos el Rosario, de
hecho meditamos sobre varios acontecimientos en la vida de Jesucristo mientras
nos movemos de cuenta en cuenta. Estas meditaciones se llaman tradicionalmente
“misterios” y se desarrollaron por primera vez en 1214 por santo Domingo.
La intención de los misterios
Originalmente, santo Domingo desarrolló estos
misterios como un método catequético para enseñar a los descarriados por la
herejía albigense. Agrupó los misterios en lo que hoy se conoce como gozosos,
dolorosos y gloriosos, con la intención de sumergir al fiel cristiano en
momentos esenciales de la vida de Jesús.
Mientras reflexionaba sobre estos
misterios, san Juan Pablo II observó un
hueco que no cubrían los tres grupos tradicionales. En 2002 escribió en su
encíclica Rosarium Virginis Mariae: “No obstante, para resaltar el
carácter cristológico del Rosario, considero oportuna una incorporación que, si
bien se deja a la libre consideración de los individuos y de la comunidad, les
permita contemplar también los misterios de la vida pública de Cristo
desde el Bautismo a la Pasión”.
Los misterios de la vida pública de Jesús
Juan Pablo II
quería que el Rosario se convirtiera en un “compendio del Evangelio” donde se
incluyera una meditación que “se centre también en algunos momentos
particularmente significativos de la vida pública (misterios de luz)”. Unos
momentos que se propusieron de tal forma:
Lo curioso es
que, aunque nunca manifestó públicamente la fuente de esta inspiración, un año
antes, en 2001, Juan Pablo II había beatificado a san Jorge Preca, un sacerdote
carmelita de Malta. La biografía del Vaticano señala que Preca “en 1957 (…)
sugirió el uso de cinco misterios de luz para la recitación privada del
Rosario”.
Según los carmelitas, la división de Preca de los misterios de la luz
guarda una notable similitud con la de Juan Pablo II.
Una oportunidad de reflejar mejor la vida de
Jesús
Juan Pablo II nunca desveló si san Jorge Preca inspiró su
decisión, pero lo que sí puede decirse es que ambos santos vieron una
oportunidad para hacer que el Rosario reflejara mejor la vida de Cristo.
Además, aunque la introducción de los misterios
luminosos del Rosario tiene el peso del respaldo papal, Juan Pablo II también
dejó claro que su oferta no había de ser una imposición sobre la devoción
personal.
“No obstante, esta indicación no pretende
limitar una conveniente libertad en la meditación personal y comunitaria, según
las exigencias espirituales y pastorales y, sobre todo, las coincidencias
litúrgicas que pueden sugerir oportunas adaptaciones. Lo verdaderamente
importante es que el Rosario se comprenda y se experimente cada vez más como un
itinerario contemplativo”.
En definitiva, Juan Pablo II quiso facilitar la
oración de los individuos e insuflar nueva vida en una tradición muy apreciada.
Percibió los misterios luminosos como una forma de que los fieles entraran más
profundamente en la vida de Jesús y una “verdadera introducción a la
profundidad del Corazón de Cristo, abismo de gozo y de luz, de dolor y de
gloria”.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia