Spes non confundit, "La esperanza no defrauda", es el título, tomado de la Carta a los Romanos (Rom 5,5) de la Bula de Convocación del Jubileo Ordinario de 2025
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El Papa entrega Spes non confundit, la bula de
convocación del Año Santo 2025, en la que lanza llamamientos en favor de los
presos, los emigrantes, los enfermos, los ancianos y los jóvenes presos de la
droga y de las prevaricaciones. El Pontífice anuncia que abrirá una Puerta
Santa en las cárceles, pide la condonación de la deuda de los países pobres, el
aumento de la natalidad, la acogida de los emigrantes y el respeto a la
Creación.
Es la
esperanza lo que el Papa invoca como don en el Jubileo 2025 para un mundo
marcado por el choque de las armas, la muerte, la destrucción, el odio al
prójimo, el hambre, la "deuda ecológica" y la baja natalidad. La
esperanza es el bálsamo que Francisco quiere extender sobre las heridas de una
humanidad que, "ajena a los dramas del pasado", se ve sometida a
"una prueba nueva y difícil" que ve a "tantas poblaciones
oprimidas por la brutalidad de la violencia" o atenazadas por un
crecimiento exponencial de la pobreza, a pesar de que los recursos no faltan y
se destinan sobre todo a gastos militares. Spes non confundit,
"La esperanza no defrauda", es el título, tomado de la Carta a los
Romanos (Rom 5,5) de la Bula de
Convocación del Jubileo Ordinario de 2025 pronunciada esta
tarde, 9 de mayo, por el Papa a las Iglesias de los cinco continentes durante
las segundas Vísperas de la solemnidad de la Ascensión.
La Bula
contiene súplicas, propuestas (como la dirigida a los gobiernos para que
amnistíen o indulten las penas de los presos o la de un Fondo Mundial para
eliminar el hambre con el dinero de las armas), luego llamamientos en favor de
los presos, los enfermos, los ancianos, los pobres, los jóvenes, y anuncia las
novedades de un Año Santo -una sobre todo, la apertura de una Puerta Santa en
una cárcel- que tendrá como tema "Peregrinos de la esperanza", en
referencia a los fieles que vendrán a Roma y a los que, no pudiendo llegar a la
ciudad de los apóstoles, lo celebrarán en Iglesias particulares.
Una fecha
común para la Pascua
En el
documento, el Papa Francisco mira al pasado, concretamente al "Jubileo
Extraordinario de la Misericordia" convocado en 2015, pero también al
futuro, concretamente a la celebración en 2033 de los dos mil años de la
Redención y, ya antes, a los 1700 años de la celebración del primer gran
Concilio Ecuménico de Nicea, que entre los diversos temas trató también la
datación de la Pascua. "A este respecto, todavía hoy existen diferentes
posturas, que impiden celebrar el mismo día el acontecimiento fundamental de la
fe", subraya el Papa, pero "por una circunstancia providencial, esto
tendrá lugar precisamente en el Año 2025" (17).
“Que este
acontecimiento sea una llamada para todos los cristianos de Oriente y de
Occidente a realizar un paso decisivo hacia la unidad en torno a una fecha
común para la Pascua. Muchos, es bueno recordarlo, ya no tienen conocimiento de
las disputas del pasado y no comprenden cómo puedan subsistir divisiones al
respecto”.
La apertura de
la Puerta Santa
En medio de
estas "grandes etapas", el Papa estableció que la Puerta Santa de la
Basílica de San Pedro se abrirá el 24 de diciembre de 2024, iniciando así el
Jubileo Ordinario. El domingo siguiente, 29 de diciembre, el Pontífice abrirá
la Puerta Santa de la Basílica de San Juan de Letrán. A continuación, el 1 de
enero de 2025, Solemnidad de María Madre de Dios, se abrirá la Puerta Santa de
la Basílica de Santa María la Mayor. El 5 de enero, se abrirá la Puerta Santa
de la Basílica de San Pablo Extramuros. Estas tres Puertas Santas se cerrarán
el domingo 28 de diciembre del mismo año. En cambio, el 29 de diciembre de
2024, en todas las catedrales y concatedrales, los obispos celebrarán la
Eucaristía como solemne apertura del Año Jubilar. El Jubileo concluirá con el
cierre de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro el 6 de enero de 2026,
Solemnidad de la Epifanía del Señor.
La paciencia,
virtud decisiva
La esperanza
de Francisco es que "para todos", especialmente para los más
desanimados que "miran el futuro con escepticismo y pesimismo", el
Año Santo sea una oportunidad para "reavivar la esperanza" y también
la virtud de la paciencia hoy "relegada por la prisa".
“De hecho,
ocupan su lugar la intolerancia, el nerviosismo y a veces la violencia
gratuita, que provocan insatisfacción y cerrazón. Asimismo, en la era del
internet, donde el espacio y el tiempo son suplantados por el “aquí y ahora”,
la paciencia resulta extraña. Si aun fuésemos capaces de contemplar la creación
con asombro, comprenderíamos cuán esencial es la paciencia” (4).
La paz en el
mundo
El Obispo de
Roma invita a ver la esperanza en los "signos de los tiempos",
poniendo atención, sin embargo, "a todo lo bueno que hay en el mundo para
no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la
violencia". "Que el primer signo de esperanza se traduzca en paz para
el mundo, el cual vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la
guerra", escribe.
“La humanidad,
desmemoriada de los dramas del pasado, está sometida a una prueba nueva y
difícil cuando ve a muchas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la
violencia. ¿Qué más les queda a estos pueblos que no hayan sufrido ya? ¿Cómo es
posible que su grito desesperado de auxilio no impulse a los responsables de
las Naciones a querer poner fin a los numerosos conflictos regionales,
conscientes de las consecuencias que puedan derivarse a nivel mundial? ¿Es
demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte?”
(8).
Esta
“exigencia de paz” interpela a todos y pide que se lleven a cabo
"proyectos concretos". Ante todo por parte de la diplomacia, a la que
se pide "construir con valentía y creatividad espacios de negociación
orientados a una paz duradera".
Llamamiento
por la natalidad
Con igual
vigor, el Papa Francisco llama a recuperar el entusiasmo por la vida, ya que
"se asiste en varios países a una preocupante disminución de la
natalidad" por diversos motivos: "los ritmos frenéticos de la
vida", "los temores ante el futuro", "la falta de garantías
laborales y tutelas sociales adecuadas", "los modelos sociales cuya
agenda está dictada por la búsqueda de beneficios más que por el cuidado de las
relaciones". "Por el contrario, en otros contextos, 'culpar al
aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un
modo de no enfrentar los problemas'" (9).
Una alianza
social (no ideológica) para llenar las "cunas vacías"
Para el Papa,
es "urgente" que, además del compromiso legislativo de los Estados,
haya un "apoyo convencido" de los creyentes y de la sociedad civil al
"deseo" de los jóvenes de engendrar nuevos hijos. "La comunidad
cristiana, por tanto, no se puede quedar atrás en su apoyo a la necesidad de
una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica, y que
trabaje por un porvenir que se caracterice por la sonrisa de muchos niños y
niñas que vendrán a llenar las tantas cunas vacías que ya hay en numerosas
partes del mundo" (9).
Para los
presos, respeto, condiciones dignas, abolición de la pena capital
A
continuación, el Papa Francisco pide que el Jubileo ofrezca "signos
tangibles de esperanza" para los presos que "experimentan cada día
—además de la dureza de la reclusión— el vacío afectivo, las restricciones
impuestas y, en bastantes casos, la falta de respeto".
La propuesta a
los gobiernos es que en el Año Santo se emprendan "formas de amnistía o de
condonación de la pena", así como "itinerarios de reinserción en la
comunidad a los que corresponda un compromiso concreto en la observancia de las
leyes" (10).
Para ofrecer a
los reclusos “un signo concreto de cercanía”, el Papa desea abrir él mismo “una
Puerta Santa en una cárcel -anuncia en la Bula-, a fin de que sea para ellos un
símbolo que invita a mirar al futuro con esperanza y con un renovado compromiso
de vida”.
Esperanza para los enfermos e impulso a los jóvenes: “No podemos
decepcionarlos”
También se
ofrecerán signos de esperanza a los enfermos, en casa o en el hospital,
"especialmente a los afectados por patologías o discapacidades que limitan
notablemente la autonomía personal": "Cuidar de ellos es un himno a
la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por
toda la sociedad". También necesitan esperanza los jóvenes, quienes
"con frecuencia ven que sus sueños se derrumban". "No podemos
decepcionarlos", dice Francisco:
"Es
hermoso verlos liberar energías, por ejemplo cuando se entregan con tesón y se
comprometen voluntariamente en las situaciones de catástrofe o de inestabilidad
social. Sin embargo, resulta triste ver jóvenes sin esperanza. Por otra parte,
cuando el futuro se vuelve incierto e impermeable a los sueños; cuando los
estudios no ofrecen oportunidades y la falta de trabajo o de una ocupación
suficientemente estable amenazan con destruir los deseos, entonces es
inevitable que el presente se viva en la melancolía y el aburrimiento".
“La ilusión de
las drogas, el riesgo de caer en la delincuencia y la búsqueda de lo efímero
crean en ellos, más que en otros, confusión y oscurecen la belleza y el sentido
de la vida, abatiéndolos en abismos oscuros e induciéndolos a cometer gestos
autodestructivos” (12).
“Que el
Jubileo sea en la Iglesia una ocasión para estimularlos”, asegura el Papa,
invitando a ocuparse con ardor renovado “de los jóvenes, los estudiantes, los
novios, las nuevas generaciones. ¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría
y la esperanza de la Iglesia y del mundo!”.
No a los
prejuicios y a las cerrazones contra los migrantes
Una vez más,
el Papa pide que las expectativas de los migrantes "no se vean frustradas
por prejuicios y cerrazones"; que la acogida "vaya acompañada por la
responsabilidad, para que a nadie se le niegue el derecho a construir un futuro
mejor".
"Que a
los numerosos exiliados, desplazados y refugiados, a quienes los conflictivos
sucesos internacionales obligan a huir para evitar guerras, violencia y
discriminaciones, se les garantice la seguridad, el acceso al trabajo y a la
instrucción, instrumentos necesarios para su inserción en el nuevo contexto
social" (13).
“Que la
comunidad cristiana esté siempre dispuesta a defender el derecho de los más
débiles”, exclama el Papa. “Que generosamente abra de par en par sus acogedoras
puertas, para que a nadie le falte nunca la esperanza de una vida mejor”.
Es escandalosa
la cantidad de pobres en el mundo
El Papa no
olvida, en la Bula, a los muchos ancianos que experimentan la soledad y el
abandono: es "un compromiso" para la comunidad cristiana y la
sociedad civil "trabajar juntos por la alianza entre las
generaciones".
Y no olvida a
los "millares de pobres" que no tienen lo necesario para vivir y que
"sufren la exclusión y la indiferencia de muchos": "Encontramos
cada día personas pobres o empobrecidas que a veces pueden ser nuestros
vecinos. A menudo no tienen una vivienda, ni la comida suficiente para cada
jornada”.
“Es
escandaloso, según Francisco, que, en un mundo dotado de enormes recursos,
destinados en gran parte a los armamentos, los pobres sean «la mayor parte […],
miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y
económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se
plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o
de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De
hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último
lugar». No lo olvidemos: los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables”
(15).
Un Fondo
mundial para acabar con el hambre
Francisco
plantea la necesidad de que cuantos poseen riquezas “sean generosos” con
aquellos “que carecen de agua y de alimento”. Renueva su llamamiento, lanzado
con motivo de la COP28, “a fin de que ‘con el dinero que se usa en armas y
otros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial, para acabar de una vez
con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que
sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten
abandonar sus países para buscar una vida más digna’” (16).
Condonar las
deudas de los países pobres
Otra sentida
invitación se dirige a las naciones más prósperas para que "reconozcan la
gravedad de tantas decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los
países que nunca podrán saldarlas". "Antes que tratarse de
magnanimidad, es una cuestión de justicia", escribe el Papa Francisco,
"agravada hoy por una nueva forma de iniquidad" como es la
"deuda ecológica", particularmente entre el Norte y el Sur,
relacionada con "desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito
ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales
llevado a cabo históricamente por algunos países”.
El testimonio
de los mártires
En la Bula del
Jubileo, el Papa invita a mirar el testimonio de los mártires, pertenecientes a
diversas tradiciones cristianas: "Son también semillas de unidad porque
expresan el ecumenismo de la sangre". Por ello, expresa el "vivo
deseo" de que durante el Año Santo “haya una celebración ecuménica donde
se ponga de manifiesto la riqueza del testimonio de estos mártires”.
La importancia
de la confesión
Francisco
habla a continuación del sacramento de la Penitencia, que "no es sólo una
hermosa oportunidad espiritual", sino "un paso decisivo, esencial e
irrenunciable para el camino de fe de cada uno". Por ello, pide que en las
Iglesias particulares “se cuide de modo especial la preparación de los
sacerdotes y de los fieles para las confesiones y el acceso al sacramento en su
forma individual”.
“No hay mejor
manera de conocer a Dios que dejándonos reconciliar con Él (cf. 2 Co 5,20),
experimentando su perdón” (23).
Continúa el
servicio de los Misioneros de la Misericordia
En este
sentido, el Pontífice anuncia que los Misioneros de la Misericordia,
instituidos durante el último Jubileo extraordinario, continúan llevando a cabo
su “misión importante” e invita a los obispos a enviarlos a los lugares donde
"la esperanza se pone a dura prueba", como cárceles y hospitales, o
donde "la dignidad de la persona es pisoteada", "en las
situaciones más precarias y en los contextos de mayor degradación".
“Que nadie sea
privado de la posibilidad de recibir el perdón y el consuelo de Dios”(23).
Peregrinaciones
a Roma
Un
"elemento fundamental" de todo acontecimiento jubilar son las
peregrinaciones. Varios itinerarios de fe estarán presentes en Roma el próximo
año, además de los tradicionales de las Catacumbas y las Siete Iglesias.
Las iglesias
jubilares “podrán ser oasis de espiritualidad en los cuales revitalizar el
camino de la fe y beber de los manantiales de la esperanza”.
La invitación
a las Iglesias orientales y a los ortodoxos
El Papa dirige
"una invitación particular" a Roma a los fieles de las Iglesias
orientales, especialmente a los que ya están en comunión con el Sucesor de
Pedro y que "han sufrido tanto por su fidelidad a Cristo y a la Iglesia,
muchas veces hasta la muerte".
“Ellos deben
sentirse especialmente bienvenidos a esta Roma que es Madre también para ellos
y que custodia tantas memorias de su presencia”, escribió el Pontífice. A los
hermanos y hermanas ortodoxos, que ya están viviendo "la peregrinación del
Vía Crucis", obligados a dejar sus tierras de origen por la violencia y la
inestabilidad, el Papa les dice:
“Para ellos la
experiencia de ser amados por la Iglesia —que no los abandonará, sino que los
seguirá adondequiera que vayan— hace todavía más fuerte el signo del Jubileo”.
Parada de
oración en los santuarios marianos
Francisco
invita también a los peregrinos que acudirán a la Urbe a rezar en los
santuarios marianos para venerar a María e invocar su protección, para que,
"especialmente los que sufren y están atribulados, puedan experimentar la
cercanía de la más afectuosa de las madres que nunca abandona a sus hijos; ella
que para el santo Pueblo de Dios es «signo de esperanza cierta y de consuelo»”.
Deseo final
De ahí el
"deseo" de que el Jubileo 2025 ayude a todos "a recuperar la
confianza necesaria —tanto en la Iglesia como en la sociedad— en los
vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de
la dignidad de toda persona y en el respeto de la creación” (25).
Salvatore
Cernuzio – Ciudad del Vaticano
Vatican News