La devoción del «Camino de la Luz» ha ganado popularidad por ser «una óptima pedagogía de la fe», propia del tiempo pascual
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«14ª estación: Jesús es sepultado». Así acaba,
tradicionalmente, el rezo del Via Crucis, con Cristo en el sepulcro y la
roca corrida, sellando la entrada. Para muchos cristianos, no obstante, este no
es un final satisfactorio: como si se tratase de un mal final de temporada de
una serie de televisión, sienten que falta algo para completar la historia. De
ahí —por ejemplo— que haya iglesias que incorporan una 15ª estación, dedicada a
la Resurrección.
Otras comunidades decidieron ir un paso más allá, y
fruto de esta inquietud nació el Via Lucis: el «Camino de la Luz», como
complemento –o continuación– del «Camino de la Cruz». Como este, el Via Lucis
consiste en la contemplación de 14 escenas, extraídas de los Evangelios y los
Hechos de los Apóstoles, que continúan la historia de la Pasión. Se trata de
una devoción que suele rezarse especialmente en el tiempo de Pascua: los
cincuenta días posteriores al Domingo de Resurrección, que culminan en
Pentecostés.
De las catacumbas a los salesianos
Los antecedentes del Via Lucis hay que buscarlos en
las catacumbas de san Calixto, en Roma. En un muro de esta antigua
necrópolis cristiana –la más antigua y mejor conservada de la Vía
Appia– se encuentra una inscripción perteneciente a la primera carta a los
corintios. En concreto, se trata de un fragmento donde san Pablo habla de las
sucesivas apariciones de Cristo Resucitado a los apóstoles, incluyéndose a sí
mismo.
Muchos siglos después, este texto del cementerio
inspiró al sacerdote salesiano Sabino Palumbieri, fundador del movimiento
Testigos del Resucitado. En 1988, el italiano elaboró una primera lista de 14
estaciones, recogiendo los encuentros presentes en la epístola de san Pablo y
añadiendo otros momentos presentes en la Escritura. Su objetivo era –como
señala el liturgista Manuel González López-Corps– proponer una devoción para
«testimoniar al Resucitado en los albores del Tercer Milenio».
La devoción se extendió rápidamente por Italia –el
santuario de Nuestra Señora de Pompeya erigió un Via Lucis de bronce en 1997–,
y adquirió estatus oficial en 2002, cuando apareció en el Directorio sobre la
piedad popular y la liturgia que publicó la Congregación para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos.
En él, se decía que «el Via lucis, siempre que se
realice con fidelidad al texto evangélico, puede ser un medio para que los
fieles comprendan vitalmente el segundo momento de la Pascua del Señor», así
como «una óptima pedagogía de la fe». El documento vaticano también destacaba
que «en una sociedad que con frecuencia está marcada por la cultura de la
muerte, (...) [el Via Lucis] es un estímulo para establecer una cultura de la
vida».
Cómo rezar el Via Lucis
A nivel práctico, el Via Lucis se reza como el Via
Crucis: se empieza con la señal de la cruz y una oración introductoria, y a
continuación se va avanzando –idealmente, moviéndose físicamente de una
estación a otra– y contemplando las sucesivas estaciones, leyendo en cada una
de ellas el pasaje bíblico que corresponda a dicha estación y una breve
meditación. Para terminar, hay una oración final y un rito de conclusión. En su
libro Via Lucis. El camino del Resucitado, el sacerdote
Pablo Cervera Barranco propone llevar un cirio o un icono de la Resurrección
liderando la procesión.
Siendo una devoción popular, el Via Lucis no
tiene una lista cerrada de estaciones, y uno puede encontrar pequeñas
variaciones según quién haya hecho la selección. Aquí proponemos las 14
estaciones tal y como se plantean en el citado libro de Cervera, que sigue el
ejemplo del papa san Juan Pablo II en su Via Crucis de 1991:
Estaciones del Via Lucis
·
1º estación: Jesús resucita de la
muerte (Lc 24, 1-8)
·
2ª estación: Los discípulos encuentran
el sepulcro vacío (Jn 20, 1-10)
·
3ª estación: Jesús se aparece a la
Magdalena (Jn 20, 11-18)
·
4ª estación: Jesús en camino con los
discípulos de Emaús (Lc 24, 13-27)
·
5ª estación: Jesús se manifiesta en
la fracción del pan (Lc 24, 28-35)
·
6ª estación: Jesús se aparece a los
discípulos (Lc 24, 36-43)
·
7ª estación: Jesús concede a sus
discípulos el poder de perdonar pecados (Jn 20, 19-23)
·
8ª estación: Jesús confirma la fe de
Tomás (Jn 20. 24-29)
·
9ª estación: Jesús se aparece a sus
discípulos en el lago de Galilea (Jn 21, 1-14)
·
10ª estación: Jesús confiere el
primado a Pedro (Jn 21, 15-19)
·
11ª estación: Jesús confía a sus
discípulos la misión universal (Mt 28, 16-20)
·
12ª estación: Jesús asciende al cielo
(Lc 24, 50-53)
·
13ª estación: Con María en la espera pentecostal
del Espíritu Santo (He 1, 12-14)
·
14ª estación: Jesús manda a sus
discípulos el Espíritu prometido por el Padre (He 2, 1-4)
Otras
formulaciones incluyen estaciones como «María Magdalena, Pedro y Juan
contemplan la tumba vacía», o «Los soldados ante el sepulcro vacío».
Cervera apunta que, así como es tradicional rezar el Via Crucis los martes o
los viernes –los días reservados a los misterios dolorosos del Rosario–, el Via
Lucis es propio del miércoles o el domingo, los días de los misterios
gloriosos.
Guillermo Altarriba Vilanova
Fuente: El Debate