Al “abandonarnos a Jesús, el Señor será la gran providencia, [...] simplemente pongámonos a sus órdenes con docilidad de espíritu”
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| Antoine Mékary | ALETAIA |
Para “hacer de
la Iglesia el Cuerpo de Cristo” debemos mantener la mirada puesta en “el Cristo
Transfigurado presente en la Eucaristía”. Este fue el consejo del Papa Francisco a los seminaristas
españoles de Madrid, a quienes conoció en el Vaticano el 3 de febrero de 2024.
Animó a estos posibles futuros sacerdotes a centrarse en la Eucaristía y la adoración , como fuente de inspiración
y fe para su misión.
“Confiad en
Aquel que os llamó a esta hermosa tarea y postraos en adoración para poder
construir con docilidad el templo de Dios en vuestro pueblo y en vuestras
comunidades”, dijo el Papa a los seminaristas, acompañados por el cardenal José
Cobo Cano, arzobispo de Madrid.
Para guiarlos,
citó las ideas de un obispo español de finales del siglo XIX, San Manuel González .
El Papa explicó
que este obispo quería “un seminario en el que la Eucaristía fuera: en el
orden pedagógico , el estímulo más eficaz; en el orden científico ,
el primer profesor y la primera materia; en el orden disciplinario ,
el inspector más vigilante; en el orden ascético , el modelo más
vivaz; en el orden económico, la gran providencia ; y en el orden
arquitectónico, la piedra angular. “
Después de
mencionar esta visión, el Papa se lanzó a su propia explicación, desglosando
los diferentes puntos para ayudar a los seminaristas a comprender cómo la
Eucaristía puede ayudar a hacer de Dios la “piedra angular” de sus vidas.
Repasemos estos
puntos para poner a Dios en el centro, o mejor dicho, permitirle ser el
fundamento, el proyecto y el arquitecto, la piedra angular. Esto
sólo se obtiene con la adoración. Jesús –nos dice nuestro santo [Manuel]– lo
hará como pedagogo: paciente, severo, gentil y firme según lo que necesitemos
en nuestro discernimiento, porque Él nos conoce mejor que nosotros mismos, y
nos espera, Él nos anima y nos sostiene durante todo nuestro camino. Él es
nuestro mayor estímulo, porque hemos consagrado nuestra vida a seguirlo.
Dejando que
Jesús nos guíe
El Papa explicó
cómo en la adoración Cristo puede llegar especialmente al corazón de cada
persona y guiarla por el mejor camino. Esto nos ayuda a ver que Jesús es al
mismo tiempo el maestro más importante y el tema de estudio más
importante.
“De Jesús no
aprendemos cosas, lo acogemos, nos aferramos a Él para poder llevarlo a los
demás”, continuó. “La gran lección que nos da el Señor es la humildad, Él se
hizo carne, tierra, hombre, humus [del latín tierra, suelo]para
nosotros, por amor”.
Entrar en una
verdadera relación con Dios
Luego el Papa
explicó que a través de la adoración Cristo ayuda a reflexionar sobre los
deseos mundanos. “Para la disciplina, afrontar cada mañana la Eucaristía
–el inspector más vigilante– nos hace reflexionar sobre la inutilidad
de nuestras ideas mundanas, de nuestros deseos de ascender, de aparecer, de
destacar”, dijo el Pontífice.
“Aquel que es
inmenso se entrega totalmente y en mis manos, antes de la comunión, me
pregunta: ¿Te has reconciliado con tu hermano? ¿Te has vestido con tu atuendo
festivo? ¿Estás listo para entrar a mi banquete eterno?
Luego, el Papa
explicó que para responder a esas preguntas y hacer lo que Dios ha planeado
para nuestras vidas, debemos trabajar un poco –“ascesis”– y afrontar las cosas
directamente. “Es necesario entrar en el desierto para que Él pueda hablar a
nuestro corazón”, dijo Francisco.
“Si [nuestro
corazón] se llena de mundanalidad, de cosas por 'religiosas' que se llamen,
Dios no encontrará lugar, ni nosotros le escucharemos cuando toque a nuestra
puerta. Por eso, el silencio, la oración, el ayuno, la penitencia y la ascesis
son necesarios para liberarnos de lo que nos esclaviza y ser plenamente de
Dios”.
Al
“abandonarnos a Jesús, el Señor será la gran providencia, dejémosle
a Él proponer y realizar, simplemente pongámonos a sus órdenes con docilidad de
espíritu”.
Isabella H. de Carvalho
Fuente: Aleteia
