El Santo Padre instó a no olvidar “el papel esencial de la religión en la educación del corazón de las personas”
![]() |
Imagen referencial del Papa Francisco tras la Audiencia General del 31 de enero 2024 | Crédito: Vatican Media |
En la mañana de
este jueves 1 de febrero, el Papa Francisco recibió en audiencia en el Vaticano
a una delegación de la Universidad de Notre Dame (París), a quienes explicó
cuál es “el secreto de la educación” católica.
Al inicio de su
discurso, el Santo Padre explicó que la clave es que “uno piense lo que siente
y hace, que uno sienta lo que piensa y hace, que uno haga lo que siente y
piensa”.
A continuación,
el Pontífice reflexionó sobre estos tres lenguajes; el de la cabeza, el del
corazón y el de las manos.
En cuanto a la
primera, el Santo Padre destacó que “por su propia naturaleza, las
universidades católicas persiguen el desarrollo del conocimiento a través del
estudio académico y la investigación”.
“En el mundo
globalizado — precisó — esto implica la necesidad de un enfoque colaborativo e
interdisciplinar, que reúna diversos campos de estudio e investigación”.
Remarcó
asimismo la convicción de las instituciones católicas acerca de la existencia
de una armonía entre fe y razón, de la que deriva “la relevancia del mensaje
cristiano para todas las esferas de la vida, personal y social”.
En este
sentido, afirmó que “hay una tradición intelectual que siempre debemos
preservar y hacer crecer”.
Más tarde,
precisó que la tarea de una universidad católica no es solamente desarrollar la
mente, sino “expandir el corazón”. Por ello, aseguró que “si se piensa y
no se siente, nos somos humanos”.
“Toda la
comunidad universitaria está llamada a acompañar a las personas, especialmente
a los jóvenes, con sabiduría y respeto, por los caminos de la vida y a
ayudarles a cultivar la apertura a todo lo que es verdadero, bueno y bello”,
señaló.
El Papa
Francisco les preguntó también si “ayudan a los jóvenes a soñar” y subrayó que
esto significa “promover el diálogo y la cultura del encuentro, para que todos
aprendan a reconocer, apreciar y amar a cada uno como hermano y, ante todo,
como hijo amado de Dios”.
El Santo Padre
instó a no olvidar “el papel esencial de la religión en la educación del
corazón de las personas”, al tiempo que subrayó que la “educación católica nos
compromete, entre otras cosas, a construir un mundo mejor, enseñando la
convivencia mutua, la solidaridad fraterna y la paz”.
Por último,
aseguró que “no podemos quedarnos encerrados en los muros o fronteras de
nuestras instituciones, sino que debemos esforzarnos por salir a las
periferias, para encontrar y servir a Cristo en el prójimo”.
Por Almudena
Martínez-Bordiú
Fuente: ACI
Prensa