Benedicto XVI ha dedicado su vida a recorrer los caminos que llevan a la Verdad, y a la vez los presentó con valentía y humildad al mundo entero, primero como teólogo, luego como cardenal y después como Papa.
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Benedicto XVI. Dominio público |
Hoy
se puede decir que Joseph
Ratzinger fue, y en esto coinciden sus defensores y sus críticos, una
de las figuras más importantes del catolicismo en el en la segunda mitad del
siglo XX y principios del XXI. No sólo fue el sucesor de San Pedro entre 2005 y
2013 tras el histórico pontificado de San Juan Pablo II, sino que además tuvo que hacer
frente a innumerables dificultades en el seno de la Iglesia, las que abordó con
decisión hasta que quedó sin fuerzas para seguir con esta batalla, cuyas
heridas se perciben hoy claramente en el catolicismo.
Pero
su legado va mucho más allá de su papado y de su Magisterio pontificio, muy
rico y de una belleza y profundidad notable. Para la historia pasará su labor,
en ocasiones oscura e impopular, como prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, ejerciendo un tándem con el gran santo polaco en la defensa
de la fe. Pero fue su gran obra teológica y sus numerosos escritos, muchos
publicados hoy en innumerables libros, lo que más cultivó y a lo que en
realidad quiso dedicarse en vida,
lo que no pudo hacer como le hubiera gustado al haber sido llamado por Dios a
responsabilidades más altas.
Pasado
un año de su muerte, el tiempo permite mirar a Joseph Ratzinger como lo que
realmente fue: un enamorado de Dios, un defensor de la Iglesia y un luchador
por la verdad. Su figura
se muestra ahora más grande que nunca, pues es hoy más evidente cómo
protegió el depósito de la fe y enseñó la verdad, siempre con amor, sin dejar
resquicio a la confusión, hoy claramente más palpable en la Iglesia..
¿Un lugar entre los más grandes?
Ante
esta herencia no extraña que algunos de los grandes expertos en el Papa alemán
lleguen a defender que
Benedicto XVI sea nombrado doctor de la Iglesia. Y argumentos no
faltan para ello. Los sacerdotes Pablo Cervera y Carlos Granados, dos de los
mayores especialistas en habla hispana del pensamiento de Ratzinger, llegan
incluso a compararle con alguna de las mayores figuras históricas de la
Iglesia. En declaraciones a la Revista Misión,
estos sacerdotes le colocaban a la altura de San Agustín o San León Magno. Ambos coincidían en definirle
como “una de las personalidades más destacadas del siglo XX”, capaz de “pensar
los problemas del mundo actual con una agudeza difícil de encontrar”.
De
este modo, Granados afirmaba a Misión que
situaría a Ratzinger como teólogo a la altura de san Agustín sobre todo, porque
él también tuvo que “combinar,
con cierta tensión, la carga de pastor y la pasión por la teología; pero
también por su interés por la ciencia bíblica, por la predicación y por la
contemplación”.
Por
su parte, Cervera incidía en un aspecto concreto. De Ratzinger se ha destacado
su talla como teólogo, pero no tanto la riqueza de su predicación y la
importancia que le dio. Este sacerdote, que ha traducido y editado buena parte
de su obra, indicaba que una quinta parte está dedicada a una predicación
clara, centrada en la transmisión de la fe. Recordaba Cervera que en sus
obras completas, de las 15.000 páginas, un total de 2.641 están dedicadas su
predicación. “Los números en sí dicen poco, pero nos acercan a la magnitud de
la obra de Ratzinger como pastor y teólogo. Solo con esta predicación yo pondría a Benedicto XVI a la altura
de san León Magno”, asegura.
Ratzinger, ¿doctor de la Iglesia?
Tanto
Cervera como Granados se muestran prudentes ante el hecho de que algún día
pueda ser doctor de la Iglesia, pues es una cuestión que debe estudiar la
Iglesia detenidamente, pero no es algo que descarten, ni mucho menos. “Condiciones, desde luego, no
faltan. Pero es una cuestión sobre la que solo cabe especular. En todo
caso, las obras completas de Ratzinger, que siguen en curso de publicación, nos
están haciendo redescubrir la extensión y profundidad de un quehacer teológico
anclado en la tradición de la Iglesia, capaz de dialogar con el hombre moderno, apto para introducir a todos en la
visión de fe”, afirmaba Carlos Granados.
En
una línea parecida se mostraba Pablo Cervera, que añadía: “Primero tendría que
subir a los altares…. Pero, ¿por qué no? Materia hay y buena. He contado las
páginas de la edición alemana y son grosso modo 15.806 páginas. Si además de cantidad hay calidad,
como en este caso, la pista de despegue para ese doctorado estaría ya puesta”.
¿Qué permanecerá?
El
“testamento espiritual” de Benedicto XVI aparece curiosamente recogido en la
homilía que pronunció en la misa Pro eligendo Pontifice el
18 de abril de 2005, justo antes de ser elegido Papa. Sobre qué permanecerá, él
respondía: “El dinero, no. Tampoco los edificios; los libros, tampoco. Después
de cierto tiempo, más o menos largo, todas estas cosas desaparecen… El fruto que permanece es todo lo
que hemos sembrado en las almas humanas: el amor, el conocimiento; el
gesto capaz de tocar el corazón; la palabra que abre el alma a la alegría del
Señor”.
Carlos
Granados señalaba que el “testamento espiritual” de Ratzinger recoge mucho de
lo que él ha hecho y de lo que él querría que perdurara. Allí, tras esbozar
algunos aspectos de su biografía personal, declaraba: “Jesucristo es
verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus
insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo”. En opinión del religioso, “es
casi un itinerario, desde su tesis doctoral sobre Pueblo y Casa de
Dios en san Agustín hasta el Jesús de Nazaret. Quizás esta visión unitaria
y completa de la fe, esta capacidad de Ratzinger de no escindir los misterios,
de contemplarlos en su complementariedad: Cristo y la Iglesia, la fe y la
razón, el individuo y la comunidad, la Iglesia particular y la universal…”.
Pablo
Cervera añadía también que hay muchos temas eclesiológicos cuya luz expresada
en los escritos de Ratzinger están llamados a perdurar. “Muchas reflexiones
sobre la esencia de la liturgia (no hablo de ritos de la Misa) seguirán
alimentándonos mucho tiempo. El tomo IX que fue el primer publicado de sus
obras completas, y que él mismo así lo quiso para proyectar luz sobre el resto
de su obra, es una joya. Cuando preparé este volumen me impactó poderosamente
un trabajo sobre la transustanciación. Incluso después de haber hecho un doctorado en teología
dogmática nunca había leído algo tan profundo y atrevido”, agregaba.
El falso mito
Una
de las afirmaciones que más se han hecho sobre Ratzinger es su supuesta evolución de “progresista
moderado” a “conservador”, y de ahí incluso a perseguidor de los que
habrían sido sus amigos y colegas de juventud en el ámbito de la teología. El sacerdote Pablo Blanco,
actual ganador del Premio Ratzinger 2023, explicaba en una entrevista en ReL por qué esto
era “un falso mito”.
“Citando
a San John Henry Newman, Ratzinger afirma que hay siempre una cierta evolución
a lo largo de la vida. Sin embargo, respecto a los teólogos de Concilium, él
sostiene que "han cambiado ellos, no yo", pues una de las premisas de
la revista era permanecer fieles a la letra y el espíritu del Vaticano II. Esto
es algo que se puede constatar viendo cuáles son las afirmaciones de cada
teólogo antes y después del Concilio. En el caso de Ratzinger, creo que hay una coherencia, un
cierto hilo de oro a lo largo de todo su pensamiento, por lo que el mito
del "gran giro" (grosse Wende) pienso que sea sobre todo eso: un
falso mito”, señalaba.
“Una promesa de futuro”
Al
recoger este Premio
Raztinger, Blanco incidía en la idea de que aún queda mucho por
descubrir del Papa alemán, y así lo manifestó en el Vaticano al recoger este
importante galardón: “Ratzinger no es solo un gran teólogo del pasado,
sino que constituye toda una promesa del futuro”.
En
su discurso realizó un recorrido por su período de aprendizaje junto al que
considera su “gran maestro bávaro en teología” y señaló que el mejor Ratzinger está
todavía por llegar: “Una teología entre dos milenios, que recoge lo
mejor de toda la tradición de la Iglesia y del pensamiento del siglo XX, y lo
proyecta hacia el principio de nuestra centuria”.
Javier Lozano
Fuente: ReL