Es África el futuro del cristianismo en general, y también de la Iglesia Católica? ¿Puede el cristianismo africano ser tan fuerte como para fecundar y reanimar la fe en el resto del mundo?
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Seminaristas en Sudáfrica. Foto de Mlungisi Mabe. Dominio público |
Al
empezar el siglo XX, sólo 1 de cada 10 africanos era cristiano (de cualquier
denominación). Pero, ahora, en 2020, son cristianos casi la mitad de
los africanos.
Del
total de católicos en el mundo, los africanos son 180 millones. Las cifras nunca
son exactas ni actualizadas en África, pero se calcula que 1 de cada 6 o 7
católicos son africanos. Pero para 2050 (solo faltan 17 años)
probablemente serán un 25%, o incluso un 33% de los católicos del mundo.
A
nivel de crecimiento, no importa mucho si los Papas son magníficos o mediocres,
o si se descubren abusos y corruptelas en la Curia vaticana o en las de
distintos países. La Iglesia va a seguir creciendo, y mucho, en África.
Vamos a analizar al menos 8 causas para ello. Y plantearemos la
cuestión de si ese crecimiento puede provocar un efecto beneficioso en el
catolicismo a nivel mundial.
Hay
al menos 8 fuerzas que harán crecer la Iglesia en África.
1. Fe sin complejos ni vergüenzas
Casi
todos los africanos creen en Dios y se tratan con Él. Si
alguno no cree, no trata a Dios o a la creencia con desprecio. Le parece
natural y lógico creer en un Creador, que además puede ser Providente. Es lo
primero que notan los misioneros católicos cuando llegan a África: el africano
entiende que Dios vive y a menudo actúa.
El
cristiano pensará además que Dios es bueno, y el cristiano alfabetizado dirá
que Dios no sólo es bueno, sino que está cerca de cada hombre y ama a
los hombres.
Cuando
un católico africano llega a Europa, es posible que se aleje de la Iglesia,
bien porque trabaja mucho a horarios complejos y gana mucho dinero, bien porque
hace amistades sin fe... pero nunca deja de creer. Y no tendrá
vergüenza de creer, o de rezar, o de hablar de Dios, igual que hablará de
su familia y sus seres queridos.
Esta
es la mayor fuerza: la falta de vergüenza. Un africano quizá sienta
vergüenza si habla de que sus bisabuelos comían carne humana, o traficaban con
esclavos o tenían muchas esposas. O quizá no: son cosas del pasado, quedaron
atrás y se cuentan como curiosidades. En cualquier caso, no dejará que
historias antiguas condicionen su relación con Dios. La familia, los
antepasados, la tradición, el linaje... son, sin duda, muy importantes, pero
Dios lo es más. Se reza en público, se menciona a Dios con naturalidad. Dios
cura, Dios ayuda, Dios acompaña, la gente lo vive y lo cuenta.
Esta
libertad puede afectar incluso a nivel de cardenales y obispos en
el mundo. Los cardenales africanos pueden marcar un liderazgo moral y
profético ante otros más acomodados a las modas del opulento Primer
Mundo. Sin complejos ni vergüenza, pueden defender una Iglesia que crea
en milagros, sanaciones, matrimonio indisoluble, familias numerosas y
muchas cosas más hoy impopulares en el envejecido Occidente.
de
católicos. Su edad media: 18 años. (Foto AP - Gregorio Borgia).
2. Fertilidad: tienen hijos
Los
africanos tienen hijos, y ven el tener hijos como una riqueza. Cristianas,
musulmanas o animistas ven a veces a las monjas misioneras con cierta pena,
porque ellas no tienen hijos. Las misioneras han de explicar que tratarán como
hijos a todas las personas que cuiden, con el mismo amor de Dios.
En España,
en 2020, la tasa de fecundidad (hijos por mujer en edad fértil, y no
hay muchas españolas en edad fértil) es de 1,23. En Mozambique es 4,7;
en Angola es 5,3; en Zambia es 4,4; en Tanzania, 4,8; en Uganda, 4,7; en
Kenia 3,4.
En
África, alfabetizar a las mujeres significa que se casarán más tarde y
tendrán menos hijos. Pero menos hijos no son 1 o 2, sino más bien 3 o 4. En
cualquier caso, la Iglesia crece por demografía: las familias cristianas tienen
hijos, muchos, y les transmiten la fe. Cada uno de ellos también tendrá hijos.
El gran reto de la Iglesia es escolarizar, educar y formar en la fe a una
infinidad de niños.
3. Juventud: y eso significa ánimos y
creatividad
La
alta fertilidad significa que hay muchos niños, que se convierten en
jóvenes, que a su vez serán fértiles y a muchos niveles: creatividad,
dinamismo, imaginación, probar cosas nuevas... y eso es algo que la Iglesia
necesita.
Nuevos
estilos de música, nuevas formas de comunicarse, nuevas formas de escolarizar,
nuevas formas de usar tecnologías... Todo eso renueva la Iglesia.
En Zamora
(España), la edad media de la población es de 51 años. En Almería, la
provincia española de edad más joven, la media es de 40. En cambio, la edad
media de la población en Chad, Angola, Uganda, Congo, Malaui, Zambia,
Mozambique y Benin oscila entre los 16 y 17 años.
Todos
esos jóvenes querrán hacer cosas, y los que amen a Dios querrán hacer
cosas para Dios, y allí casi todos los alfabetizados y catequizados aman a
Dios. ¿Va a invertir la Iglesia universal en formarles, acompañarles y
apoyarles en su creatividad?
A
un obispo o sacerdote español rodeado de personas de 50 años o más le cuesta
imaginar cómo es y será la Iglesia en África porque ha de pensar en clave de
juventud.
4. Visión familiar y comunitaria: protege del
individualismo
El
cristiano africano no sólo "cree" en Dios, sino que celebra a
Dios, y lo hace en comunidad. Según la encuesta World Values Survey de
2022, entre los que se declaran católicos, los que afirman ir a la iglesia una
vez a la semana o más son:
Incluso
si por sesgo de deseabilidad (por quedar bien) los encuestados exageran algo su
asistencia, la proporción se mantiene. Los católicos africanos son
practicantes, acuden a la parroquia en familia, saludan al resto de parientes,
vecinos, amigos, celebran la fe, a menudo comen juntos o se quedan
todo el día, los niños -que son muchos- ven a los primos -que son muchos- y
juegan a juegos multitudinarios.
La
Iglesia en África tiene pocos orfanatos. Los empezó a hacer a causa de la
tragedia del sida, y también para casos especiales de niños y niñas muy
maltratados o traficados. Pero por lo general en África el niño
huérfano es adoptado por el clan, los primos, tíos y abuelos, que son muchos. La
visión familiar es amplia, incluye a muchos parientes, linaje, muchas
relaciones fuertes.
Lo
curioso es que el cristianismo nació en un mundo así. La cultura judía
de Jesús y de los apóstoles era así, y también la de los primeros
cristianos. En la casa de Nazaret que visitan los peregrinos en Tierra Santa
debía haber niños, primos y parientes entrando y saliendo todo el día. El
cristianismo se diseñó para una cultura así, y por eso le cuesta prosperar en
un mundo individualista.
Cuando
San Pedro predicó al centurión Cornelio en Jaffa se bautizó él "y
toda su casa", que debía ser mucha gente porque sólo para hacer
llamar a Pedro dedicó 3 criados. Mientras África mantenga su estructura
familiar y comunitaria el cristianismo seguirá encajando bien en sus
sociedades.
5. Idiomas y tecnologías de alcance universal
El
siglo XXI es especial por su enorme interconexión a través de la tecnología.
Hoy los misioneros jóvenes hacen videollamadas desde el móvil y el
portátil a su familia en Europa desde lo más profundo de África. Y el
migrante más pobre tiene un móvil para contactar con sus parientes.
Eso
implica que un curso de catequesis, unos vídeos de YouTube de música
cristiana, unos dibujos animados para niños (¡o adultos!) sobre Jesús pueden
verse en todo el mundo.
Una
barrera es el idioma, pero en África la desventaja se convirtió en ventaja. La
necesidad de comunicarse entre etnias distintas implantó las lenguas
europeas como lenguas francas: el inglés, el francés y el portugués. (También
el swahili y el árabe, y en Guinea Ecuatorial sigue usándose el español).
Eso
significa que puedes hacer comics manga bíblicos en Nigeria en inglés,
o tutoriales de música cristiana en Senegal, y difundirlos por Internet en
todos los países anglohablantes o francohablantes. Cursos bíblicos,
apologética, entretenimiento y cultura cristiana... todo puede entrar y
salir de África en las grandes lenguas internacionales.
Un
predicador nigeriano puede haber tenido cientos de miles de visionados por
Internet antes de poner el pie en Inglaterra o Estados Unidos para una gira de
predicaciones. Un cura aburrido o un obispo poco ortodoxo en Europa o EEUU
tendrá que competir con curas apasionados y obispos firmes en la fe que hablan
claro en las redes internacionales en inglés o francés.
También pasa
en negativo: cualquier líder sectario, hereje o vendedor de humo puede lanzar
su mensaje. Pero, precisamente, la libertad para debatir y refutar
reforzará a la Iglesia (mejores predicadores, mejores argumentos, mejores
comunidades, mejor prensa católica) mientras que el aislamiento la adormece.
6. Conversos... pero hay que llegar antes que
el Islam
En
África la Iglesia no crece sólo por la vía tradicional de tener muchos hijos,
bautizarlos y, cuando se puede, catequizarlos. También crece por la vía de la
misión ad gentes, a
los paganos, a las culturas animistas.
Se
calcula que hay en el continente aún entre 70 y 75 millones de
animistas o seguidores de religiones tradicionales. Se concentran en 5
zonas y en cuatro de ellas tienen contacto con el Islam, que también quiere
convertirlos.
Los
misioneros y obispos en África piden ayuda para llegar allí "antes
que el Islam". La mies es mucha, los obreros pocos. Quien
llegue, abra un dispensario, una escuelita y organice a los locales, implantará
su religión. Y la competición no es sólo con los musulmanes. También hay
todo tipo de sectas locales (más o menos sincréticas y alocadas) y los
misioneros protestantes (de todo tipo).
[Lea aquí: Las tribus paganas en Camerún se harán
musulmanas si no llegan antes los misioneros]
Pero
en 10 o 15 años los conversos pueden llegar además de otros ámbitos. Hay
conversos llegados del Islam en lugares donde no hay ley islámica y
los musulmanes son minoría o bien no castigan el cambio de religión.
También puede mejorar la situación en terribles dictaduras militares
como la de Eritrea, y la Iglesia lograr más espacios de libertad para
evangelizar.
7. Vocaciones... pero requieren medios
Una
de las grandes fuerzas que hará crecer la Iglesia son las vocaciones
sacerdotales y religiosas. En África, ser sacerdote es algo que da
prestigio y respeto. Eso tiene su parte mala: ¿de verdad el
seminarista quiere servir a Dios o quiere un empleo bien visto y seguro? Es
deber de los obispos y congregaciones asegurarse de que los aspirantes
tienen verdadera vocación. Pero incluso una vez rechazados los
aspirantes no adecuados, tanto obispos como congregaciones dicen que tienen
que rechazar a muchas vocaciones por falta de medios económicos para
acogerlas y formarlas.
A
África llegan "las sobras", "migajas" de las diócesis
ricas, se
quejan algunos misioneros. Las Iglesias de países ricos gastan grandes
cantidades en temas secundarios mientras en África miles y miles de
jóvenes de ambos sexos quieren formarse y servir a Dios toda su vida y
no pueden por falta de recursos.
Una
institución casi extinguida en Europa, el Seminario Menor, está llena de vida
en África. Miles de niños pasan por los seminarios menores: los que no
se hagan sacerdotes serán catequistas y líderes laicos en sus
comunidades (en África el catequista hace de casi todo) y llegarán así a
cientos de feligreses.
Si
la Iglesia universal se volcara en acoger, financiar y apoyar todas
esas vocaciones, el continente cambiaría en una generación. Y el mundo
también. Es el tipo de cambio de estructura que se requiere, porque el ardor ya
está allí.
8. El creciente liderazgo femenino
La
última gran novedad es el protagonismo creciente de la mujer africana
en la Iglesia y la evangelización. La mujer siempre fue la sostenedora
de la familia en África: cuidaba numerosos niños y lograba recursos con huertos
o pequeños comercios y artesanías...
Los misioneros
y ONGs cristianas pronto vieron que ellas eran especialmente buenas gestionando
microcréditos, ahorrando, reinvirtiendo, organizándose en cooperativas,
rindiendo cuentas, aprendiendo nuevos hábitos de salud y enseñándolos a
sus hijos. En muchos casos y culturas, los hombres no eran tan
fiables: podían malgastar más el dinero en caprichos, apariencias, alcohol...
perseveraban menos en proyectos.
Poco
a poco mujeres de mil culturas y lenguas y etnias africanas consiguen
ser religiosas, laicas consagradas, profesoras de universidad y
escuela, catequistas, doctoras rurales o de hospital... Infinidad de niñas
africanas han mirado a las religiosas misioneras y han pensado: "quiero
ser como ellas". Y ahora han tomado un nivel de liderazgo que no tenían
sus madres ni abuelas en la sociedad. Se pueden leer varios ejemplos en el libro Mujeres de África, de
Raquel Rodríguez de Bujalance, o en el premio que da cada año la ONG Harambee a
una emprendedora africana.
Eso
no había pasado nunca en la historia africana, es novedoso y puede dar frutos
increíbles. Es un nuevo impulso del "genio femenino" que
no debe nada al feminismo ateo y antirreligioso (que en África no tiene nada
que hacer) y sí debe mucho al ejemplo de las misioneras y la educación
católica de las niñas. Si la Iglesia invierte más y más en las mujeres
cristianas, conscientes y organizadas, África puede sorprender.
Por
supuesto, África tiene mil retos difíciles. Pronto se cumplirán los 60
años de la independencia de la mayor parte de países: dos generaciones
han pasado y persisten multitud de esclavitudes y pobrezas. Casi todos los africanos
coinciden en denostar a su clase política y la corrupción. También persiste la
explotación de potencias extranjeras.
Pero cada
hornada de jóvenes con fe aporta esperanza, y en África abundan ambas cosas:
jóvenes con fe y esperanza.
Pablo J. Ginés
Fuente: ReL