La mejor resolución
![]() |
Dominicas de Lerma |
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al
Señor. Que pases un feliz día.
Ayer, nos pusimos a revisar los manteles que se
utilizan en la capilla y en la iglesia durante la Navidad, porque después de
estar tanto tiempo guardados, siempre te puedes llevar una sorpresa.
¡Y así fue! Manchas de parafina por aquí,
aquella esquina marcada por el roce… menos mal que este año nos dimos cuenta a
tiempo.
Pues nada, en un primer momento, decidimos
intentar limpiar solo esas manchas. Cuidadosamente procuramos localizarlas y
frotar hasta ver qué sucedía. Pero poco a poco nos dimos por vencidas,
necesitaba un lavado. Sí, porque cuando se limpia una mancha de forma aislada,
al final acaba quedando un cerco peor que la mancha original.
Mientras lo metía en la lavadora, contenta por
la resolución final, el Señor me regaló ver como en espejo, que en nuestra vida
muchas veces nos sucede igual. Intentamos arreglar aquellas parcelas de nuestra
vida que no están perfectas para ir adelante, y sin embargo, antes o después
nos topamos con un límite que nos recuerda que hay una parte que es un Don. Te
tiene que ser dado, porque si no, siempre se queda como “un cerco”.
Esto nos sucede con el perdón; podemos hacer
todo lo que está de nuestra parte, pero siempre se nos quedará como “una
espina” que nos recuerda la herida. Pero el Señor sí puede hacerlo. También con
nuestra debilidad, pues está ahí precisamente para recordarnos que le
necesitamos, porque solo Él puede transformar el corazón del hombre. Y con la
oración, con los talentos que nos ha dado a cada uno, incluso con las cosas que
nos toca emprender cada día...
Él es como la lavadora, pero elevado a la
enésima potencia. En Él nos podemos sumergir, para que con su Agua, con su
bautismo de Fuego, nos vaya transformando, nos haga nuevos.
Hoy el reto del amor es pasar un rato con el
Señor. Ahí es donde nuestros infinitos esfuerzos se topan con la Gracia, ahí es
donde podemos dejarlo en Sus manos, y el Don se derrama sobre nuestra
debilidad. Ahí, Él va trabajando en nosotros, de modo que cuando quiera, se
habrá realizado incluso sin saber nosotros cómo ha sucedido. “Porque para Dios
nada hay imposible” (Lc 1, 37).
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
22 diciembre 2023
Fuente:
Dominicas de Lerma