En la audiencia con la Curia Romana para el intercambio de saludos navideños, Francisco destacó que la dificultad, hoy, consiste en transmitir la pasión a quienes hace tiempo la perdieron
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Sesenta años después del Concilio, seguimos
debatiendo sobre la división entre “progresistas” y “conservadores”, mientras
que la diferencia central está entre “enamorados” y “acostumbrados”. Esta es la
diferencia. Y sólo caminan los que aman.
En un tiempo todavía marcado tristemente por la
violencia de la guerra, el cambio climático, la pobreza y el hambre necesitamos
escuchar y recibir siempre el anuncio de que “Dios viene, Dios está aquí, en
medio de nosotros”: fueron las palabras del Papa al recibir esta mañana a los
miembros de la Curia Romana con motivo de las felicitaciones navideñas.
Es reconfortante descubrir que incluso en estos
“lugares” de dolor, Dios se hace presente en el pesebre, y se hace presente
según el estilo que le es propio, con cercanía, compasión y ternura, añadió el
Pontífice, e indicó tres verbos para el camino de fe y para el servicio que se
realiza en la Curia romana: Escuchar, discernir, caminar.
Escuchar “de rodillas”
En primer lugar, María, que nos recuerda la escucha.
La joven de Nazaret, prestó oídos al anuncio del Ángel y abrió su corazón al
plan de Dios.
Escuchar, en efecto, es un verbo bíblico que no se
refiere sólo a oír, sino que implica la participación del corazón y, por tanto,
de la vida misma. Y esta es la escucha de la Virgen María, que acoge el anuncio
del Ángel con total apertura. María comprende que es destinataria de un don
inestimable y, de “rodillas”, es decir, con humildad y estupor, se pone a la
escucha, explicó Francisco.
Escuchar “de rodillas” es la mejor manera para
escuchar de verdad, porque significa que no nos colocamos frente al otro en la
posición de quien cree ya lo sabe todo, de quien ya ha interpretado las cosas
aun antes de escucharlas, de quien mira por encima del hombro, sino que, por el
contrario, nos abrimos al misterio del otro, dispuestos a recibir humildemente
lo que quiera entregarnos.
"A veces, - añadió el Papa - inclusive cuando nos
comunicamos entre nosotros, corremos el riesgo de ser como lobos rapaces".
Recuperar el espíritu contemplativo
"En cambio, la escucha requiere silencio
interior, pero también un espacio de silencio entre la escucha y la
respuesta", indicó. "Y todo esto lo aprendemos en la oración".
De ahí su invitación:
Aprendamos la contemplación en la oración,
arrodillados ante el Señor, pero no sólo con las piernas, sino con el corazón.
"También en la Curia es necesario aprender el
arte de escuchar", señaló el Santo Padre, invitando a “redescubrir el
valor de las relaciones, y tratar de despojarlas de formalismos, para animarlas
con espíritu evangélico, ante todo escuchándonos recíprocamente. Con el corazón
y de rodillas. Escuchémonos más, sin prejuicios, con apertura y sinceridad; con
el corazón, de rodillas".
El coraje del discernimiento
La escucha recíproca ayuda a vivir el
discernimiento como método de nuestro actuar. Y aquí el Papa se refirió
a la figura de Juan el Bautista.
Francisco recordó que cuando Jesús llega “no era como
él se lo esperaba” y, por eso, incluso “el Precursor debía convertirse a la
novedad del Reino, debía tener la humildad y el valor para discernir”.
Así pues - añadió - “para todos nosotros es importante
el discernimiento, ese arte de la vida espiritual que nos despoja de la
pretensión de saberlo ya todo, del riesgo de pensar que es suficiente aplicar
las reglas, de la tentación de proceder, incluso en la vida de la Curia,
repitiendo simplemente esquemas, sin considerar que el Misterio de Dios nos
supera siempre y que la vida de las personas y la realidad que nos rodea son y
siguen siendo siempre superiores a las ideas y a las teorías”.
El discernimiento debe ayudarnos, también en el
trabajo de la Curia, a ser dóciles al Espíritu Santo, a ser capaces de elegir
orientaciones y tomar decisiones no según criterios mundanos, o simplemente
aplicando reglamentos, sino según el Evangelio.
Caminar, una cuestión de amor
Por último, la tercera palabra: caminar. Y
aquí el pensamiento del Pontífice se dirige naturalmente a los Magos, que nos
recuerdan la importancia de caminar. "La alegría del Evangelio, cuando la
acogemos de verdad, desencadena en nosotros el movimiento del seguimiento, que
provoca un verdadero éxodo de nosotros mismos y nos pone en camino hacia el
encuentro con el Señor y hacia la plenitud de la vida", dijo Francisco.
"La fe cristiana - recordémoslo - no quiere
confirmar nuestras seguridades, ni hacer que nos instalemos en fáciles certezas
religiosas, o regalarnos respuestas rápidas a los complejos problemas de la
vida. Al contrario, cuando Dios llama, siempre nos pone en camino".
También en el servicio aquí en la Curia es importante
permanecer en camino, no dejar de buscar y profundizar en la verdad, superando
la tentación de permanecer paralizados y de “laberintear” dentro de nuestros
cercados y temores.
Los miedos, las rigideces y la repetición de esquemas
- prosiguió el Papa - generan inmovilidad, que tiene la aparente ventaja de no
crear problemas -quieta non movere-, nos llevan a vagar ociosamente
en nuestros laberintos, perjudicando el servicio que estamos llamados a ofrecer
a la Iglesia y al mundo entero. “Permanezcamos vigilantes contra el fijismo de
la ideología que, a menudo, bajo la apariencia de buenas intenciones, nos
separa de la realidad y nos impide caminar”, exhortó.
“Cuando el servicio que realizamos corre el riesgo de
aplanarse, de ‘laberintear’ en la rigidez o en la mediocridad, cuando nos
encontramos enmarañados en las redes de la burocracia y del “salir del paso”,
acordémonos de mirar hacia lo alto, de recomenzar desde Dios”.
Hace falta valor para caminar, para avanzar más allá.
Es una cuestión de amor.
Para Francisco, “la dificultad, hoy, consiste en
transmitir la pasión a quienes hace tiempo la perdieron. Sesenta años después
del Concilio, seguimos debatiendo sobre la división entre ‘progresistas’ y
‘conservadores’, mientras que la diferencia central está entre ‘enamorados’ y
‘acostumbrados’. Esta es la diferencia. Y sólo caminan los que aman”.
El valor del trabajo "en
silencio"
Antes de concluir su discurso, el Papa Francisco
agradeció a los cardenales por su trabajo y dedicación, “sobre todo por el
trabajo realizado en el silencio” y los invitó a cultivar la escucha del
corazón, “poniéndonos así al servicio del Señor” y a practicar le
discernimiento, “para ser una Iglesia que busca interpretar los signos de la
historia con la luz del Evangelio”.
Que el Señor Jesús, Verbo
Encarnado, nos conceda la gracia de la alegría en el servicio humilde y
generoso. Y, por favor, no perdamos el sentido del humor. Mis mejores deseos de
una santa Navidad para ustedes, y también para sus seres queridos. Y, delante
del belén, hagan una oración por mí.
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