Cada uno de nosotros tiene una
vivencia propia de la Semana Santa.
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Semana Santa Segovia |
Es difícil vivirla en
España sin rememorar algunos de estos elementos u otros semejantes. Para mí,
esta será la primera Semana Santa en Segovia y deseo grandemente vivir y
acompañar sus tradiciones e incorporarlas a mis recuerdos. Pero también me
pregunto: ¿tiene algo más que decirnos la Semana Santa? ¿Cómo vivirla para que
no sea un momento más del año que pronto volverá a diluirse en la vorágine de
la vida cotidiana?
Decía el papa Francisco en una carta
que escribió a principio de este curso, titulada “Nos amó”, que en este mundo
líquido, en el que parece que todo es arrastrado por la corriente de la
actualidad, es necesario hablar nuevamente del corazón, apuntar allí donde cada
uno de nosotros tiene la fuente y la raíz de sus convicciones. El
individualismo que nos rodea hace que vivamos unas experiencias detrás de otras,
pero por la dificultad para vivirlas en un itinerario de sentido vital, no son
capaces de consolidarse en un verdadero relato, de hacerse historia en
nosotros. Vivimos experiencias que rápidamente se diluyen, dejando paso a
periodos de cierto vacío con tono gris en los que sólo cabe esperar la llegada
del próximo evento.
Vivir las cosas desde el corazón es
hacerlo desde aquel lugar, en el centro de uno mismo que nos distingue, nos
configura en nuestra identidad personal y nos pone en comunión con las demás
personas. Nos distingue evitando que nos diluyamos en la masa y, al mismo
tiempo, nos permite establecer relaciones personales a través de las cuales nos
vamos configurando. Puedo decir, en último término, que yo soy mi corazón. Vivir
o conocer algo desde el corazón no se refiere principalmente a la intensidad
emotiva, sino que es hacerlo verdaderamente desde el fondo. Por lo tanto, que
permanezca en mí, que sea un paso en el camino de mi desarrollo personal. Y
esto no lo puedo vivir solo y aislado, sino que, precisamente por ser personal,
ha de ser vivido en relación.
Para que esto se de son necesarias
dos cosas: gestos y palabras. Estos son los mimbres con los que la historia de
las relaciones se va formando. Y esto es lo que viviremos en la Semana Santa.
Gestos como caminar penitencialmente delante de una imagen, cargar con ella,
siendo sus pies, vestirla; participar del lavatorio de los pies, adorar la
cruz, alzar con esperanza la luz del cirio que brilla en lo más oscuro de la
noche. Palabras como los cantos, los pregones, las oraciones y, sobre todo, la
Palabra que Dios nos ha dado. Esto es lo que conforma la Semana Santa y nos
permite hacer memorial de los gestos y palabras de Jesús. Él cenó con sus
discípulos, oró en el huerto, caminó humillado hasta la casa del sumo sacerdote
y el pretorio, cargó con la cruz y, con la libertad más grande, entregó su
misma vida. Y Él nos habló con las palabras del amor más grande.
Lo que vamos a vivir estos días no
son actos de un rito cultural de cambio de estaciones o un nuevo evento que fomente
la atracción de nuevos turistas. Lo que vivimos estos días nos lleva al centro
de la historia. La Pascua de la Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret es el
auténtico centro de la historia, que gracias a Él es historia de esperanza y salvación.
Jesucristo, hace unos dos mil años, nos amó, dando su vida por nosotros al
morir en una cruz y la fuerza del amor del Padre lo resucitó.
+ Jesús Vidal
Obispo de Segovia
Fuente: Diócesis de Segovia