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Del latín: -palmae- que significa palma de la mano y hoja de la palmera, que usan ya los romanos como símbolo de victoria.
Los pueblos que coinciden en asignarle altos valores a este símbolo ya que han desarrollado en torno a ella diversos ritos. Recordemos, empezando por lo más próximo, cómo es tradición entre nosotros colgar en los balcones los ramos bendecidos el Domingo de Ramos para que protegiesen la casa durante todo el año.
El pan y el vino: Cuerpo y Sangre de Cristo
Son los elementos naturales que Jesús toma para que no
sólo simbolicen sino que se conviertan en su Cuerpo y su Sangre y lo hagan
presente en el sacramento de la Eucaristía.
Jesús los asume en el contexto de la cena pascual,
donde el pan ázimo de la pascua judía que celebraban con sus apóstoles hacía
referencia a esa noche en Egipto en que no había tiempo para que la levadura
hiciera su proceso en la masa (Ex 12,8).
El vino es la nueva sangre del Cordero sin defectos
que, puesta en la puerta de las casas, había evitado a los israelitas que sus
hijos murieran al paso de Dios (Ex 12,5-7). Cristo, el Cordero de Dios (Jn
1,29), al que tanto se refiere el Apocalipsis, nos salva definitivamente de la
muerte por su sangre derramada en la cruz.
Los símbolos del pan y el vino son propios del Jueves
Santo en el que, durante la Misa vespertina de la Cena del Señor, celebramos la
institución de la Eucaristía, de la que encontramos alusiones y alegorías a lo
largo de toda la Escritura.
Pero como esta celebración vespertina es el pórtico
del Triduo Pascual, que comienza e1 Viernes Santo, es necesario destacar que la
Eucaristía de ese Jueves Santo, celebrada por Jesús sobre la mesa-altar del
Cenáculo, era el anticipo de su Cuerpo y su Sangre ofrecidos a la humanidad en
el "cáliz" de la cruz, sobre el "altar" del mundo.
El lavatorio de los pies
El Evangelio de San Juan es el único que nos relata este gesto simbólico
de Jesús en la Última Cena y anticipa el sentido más profundo del
"sinsentido" de la cruz.Un gesto inusual para un Maestro, propio de
los esclavos, se convierte en la síntesis de su mensaje da a los apóstoles una
clave de lectura para enfrentar lo que vendrá.
En una sociedad donde las actitudes defensivas y las
expresiones de autonomia se multiplican, Jesús humilla nuestra soberbia y nos
dice que abrazar la cruz, su cruz, hoy, es ponerse al servicio de los demás. Es
la grandeza de los que saben hacerse pequeños, la muerte que conduce a la vida.
El Jueves Santo
La Eucaristía con que se da inicio al Triduo Pascual
es la "Missa in Coena Domini", porque es la que más entrañablemente
recuerda la institución de este sacramento por Jesús en su última cena,
adelantado así sacramentalmente su entrega de la Cruz.
Cena del Señor
Es el nombre que, junto al de "fracción del
pan", le da por ejemplo San Pablo en 1 C. 11,20 a lo que luego se llamó
"Eucaristía" o "Misa": "kyriakon deipnon", cena
señorial, del Señor Jesús. Es también el nombre que le da el Misal actual:
"Misa o Cena del Señor" ((IGMR. 2 y 7).
Semana Santa
A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La
Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les
dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el
Domingo de Pascua.
Los símbolos de la Pasión
1. La
cruz
La cruz fue, en la época de Jesús, el instrumento de
muerte más humillante. Por eso, la imagen del Cristo crucificado se convierte
en "escándalo para los judíos y locura para los paganos" (1
Cor 1,23). Debió pasar mucho tiempo para que los cristianos se identificaran
con ese símbolo y lo asumieran como instrumento de salvación, entronizado en
los templos y presidiendo las casas y habitaciones sólo, pendiendo del cuello
como expresión de fe.
Esto lo demuestran las pinturas catacumbales de los
primeros siglos, donde los cristianos, perseguidos por su fe, representaron a
Cristo como el Buen Pastor por el cual "no temeré ningún mal" (Sal
22,4); o bien hacen referencia a la resurrección en imágenes bíblicas como
Jonás saliendo del pez después de tres días; o bien ilustran los sacramentos
del Bautismo y la Eucaristía, anticipo y alimento de vida eterna. La cruz
aparece sólo velada, en los cortes de los panes eucarísticos o en el ancla
invertida.
Podríamos pensar que la cruz era ya la que ellos
estaban soportando, en los travesaños de la inseguridad y la persecución. Sin
embargo, Jesús nos invita a seguirlo negándonos a nosotros mismos y tomando
nuestra cruz cada día (cf Mt 10,38; Mc 8,34; Lc 9,23).
Expresión de ese martirio cotidiano son las cosas que
más nos cuestan y nos duelen, pero que pueden ser iluminadas y vividas de otra
manera precisamente desde Su cruz.Sólo así la cruz ya no es un instrumento de
muerte sino de vida y al "por qué a mi" expresado como protesta ante
cada experiencia dolorosa, lo reemplazamos por el "quién soy yo" de
quien se siente demasiado pequeño e indigno para poder participar de la Cruz de
Cristo, incluso en las pequeñas "astillas" cotidianas.
2. La corona de espinas, el látigo, los clavos,
la lanza, la caña con vinagre...
Estos "accesorios" de la Pasión muchas veces
aparecen gráficamente apoyados o superpuestos a la cruz.
Son la expresión de todos los sufrimientos que, como
piezas de un rompecabezas, conformaron el mosaico de la Pasión de Jesús.Ellos
materialmente nos recuerdan otros signos o elementos igualmente dolorosos: el
abandono de los apóstoles y discípulos, las burlas, los salivazos, la desnudez,
los empujones, el aparente silencio de Dios.
La Pasión revistió los tres niveles de dolor que todo
ser humano puede soportar: físico, psicológico y espiritual. A todos ellos
Jesús respondió perdonando y abandonándose en las manos del Padre.
3. Conmemoración de la Pasión de Cristo
Una fiesta puesta el Martes luego de sexagésima (sexagésimo día antes de las Pascuas). Su objeto es la remembranza devota y el honor de los sufrimientos de Cristo para la redención de la humanidad. Mientras la fiesta en honor de los instrumentos de la Pasión de Cristo – la Santa Cruz, la Lanza, Clavos, y la Corona de Espinas – llamados “Arma Cristiana”, se origino durante la Edad Media, esta conmemoración es de mas reciente origen. Aparece por primera vez en el Breviario de Meissen (1517) como una fiesta simple para el 15 de Noviembre. El mismo breviario tiene una fiesta de la Cara Santa para el 15 de Enero y del Nombre Sagrado para el 15 de Marzo. [Grotefend, "Zeitrechnung" (Hanover, 1892), II, 118 sqq.]; estas fiestas desaparecieron con la introducción del Luteranismo. Como se encuentra en el apéndice del Breviario Romano, fue iniciado por San Pablo de la Cruz (muerto en 1775). El Oficio fue compuesto por Tomas Struzzieri, Obispo de Todi, y fiel asociado a San Pablo.
Una fiesta puesta el Martes luego de sexagésima (sexagésimo día antes de las Pascuas). Su objeto es la remembranza devota y el honor de los sufrimientos de Cristo para la redención de la humanidad. Mientras la fiesta en honor de los instrumentos de la Pasión de Cristo – la Santa Cruz, la Lanza, Clavos, y la Corona de Espinas – llamados “Arma Cristiana”, se origino durante la Edad Media, esta conmemoración es de mas reciente origen. Aparece por primera vez en el Breviario de Meissen (1517) como una fiesta simple para el 15 de Noviembre. El mismo breviario tiene una fiesta de la Cara Santa para el 15 de Enero y del Nombre Sagrado para el 15 de Marzo. [Grotefend, "Zeitrechnung" (Hanover, 1892), II, 118 sqq.]; estas fiestas desaparecieron con la introducción del Luteranismo. Como se encuentra en el apéndice del Breviario Romano, fue iniciado por San Pablo de la Cruz (muerto en 1775). El Oficio fue compuesto por Tomas Struzzieri, Obispo de Todi, y fiel asociado a San Pablo.
4. Pasión
Del latín patior, passus, que significa experimentar,
soportar, padecer, se forma el sustantivo passio (acus. pl. Passiones). Es
sintomático que nos hayamos decantado con preferencia por los aspectos
positivos de la palabra "pasión".
5. Ecce Homo
Imagen de Jesucristo tal como Pilato la presentó al pueblo ( del latín “ecce”, he aquí, y “homo”, el hombre).
Imagen de Jesucristo tal como Pilato la presentó al pueblo ( del latín “ecce”, he aquí, y “homo”, el hombre).
6. Gólgota
Calvario. Colina de Jerusalén en Palestina, donde fue
crucificado Jesús.
7. Vía Crucis (en latín: El camino de la cruz)
Ejercicio piadoso que consiste en meditar el camino de
la cruz por medio de lecturas bíblicas y oraciones. Esta meditación se divide
en 14 o 15 momentos o estaciones. San Leopoldo de Porto Mauricio dio origen a
esta devoción en el siglo XIV en el Coliseo de Roma, pensando en los cristianos
que se veían imposibilitados de peregrinar a Tierra Santa para visitar los
santos lugares de la pasión y muerte de Jesucristo. Tiene un carácter
penitencial y suele rezarse los días viernes, sobre todo en Cuaresma. En muchos
templos están expuestos cuadros o bajorrelieves con ilustraciones que ayudan a
los fieles a realizar este ejercicio.
Los símbolos de la luz
1. La
luz y el fuego
Desde siempre, la luz existe en estrecha relación con
la oscuridad: en la historia personal o social, una época sombría va seguida de
una época luminosa; en la naturaleza es de las oscuridades de la tierra de
donde brota a la luz la nueva planta, así como a la noche le sucede el día.
La luz también se asocia al conocimiento, al tomar conciencia
de algo nuevo, frente a la oscuridad de la ignorancia. Y porque sin luz no
podríamos vivir, la luz, desde siempre, pero sobre todo en las Escrituras,
simboliza la vida, la salvación, que es Él mismo (Sal 27,1; Is 60, 19-20).
La luz de Dios es una luz en el camino de los hombres
(Sal 119, 105), así como su Palabra (Is 2,3-5). El Mesías trae también la luz y
Él mismo es luz (Is 42.6; Lc 2,32).
Las tinieblas, entonces. son símbolo del mal, la
desgracia, el castigo, la perdición y la muerte (Job 18, 6. 18; Am 5. 18). Pero
es Dios quien penetra y disipa las tinieblas (Is 60, 1-2) y llama a los hombres
a la luz (Is 42,7).
Jesús es la luz del mundo (Jn 8, 12; 9,5) y, por ello,
sus discípulos también deben serlo para los demás (Mt 5.14), convirtiéndose en
reflejos de la luz de Cristo (2 Cor 4,6). Una conducta inspirada en el amor es
el signo de que se está en la luz (1 Jn 2,8-11).
Durante la primera parte de la Vigilia Pascual,
llamada "lucernario", la fuente de luz es el fuego. Este, además de
iluminar quema y, al quemar, purifica. Como el sol por sus rayos, el fuego
simboliza la acción fecundante, purificadora e iluminadora. Por eso. en la
liturgia, los simbolismos de la luz-llama e iluminar-arder se encuentran casi
siempre juntos.
2. El
cirio pascual
Entre todos los simbolismos derivados de la luz y del
fuego, el cirio pascual es la expresión más fuerte, porque los reúne a ambos.
El cirio pascual representa a Cristo resucitado,
vencedor de las tinieblas y de la muerte, sol que no tiene ocaso. Se enciende
con fuego nuevo, producido en completa oscuridad, porque en Pascua todo se
renueva: de él se encienden todas las demás luces.
Las características de la luz son descritas en el
exultet y forman una unidad indisoluble con el anuncio de la liberación
pascual. El encender el cirio es, pues, un memorial de la Pascua. Durante todo
el tiempo pascual el cirio estará encendido para indicar la presencia del
Resucitado entre los suyos. Toda otra luz que arda con luz natural tendrá un
simbolismo derivado, al menos en parte, del cirio pascual.
Los símbolos del Bautismo
1. El agua bautismal
Si bien el rito del Bautismo está todo él repleto de
símbolos, el agua es el elemento central, el símbolo por excelencia.
En casi todas las religiones y culturas, el agua posee
un doble significado: es fuente de vida y medio de purificación.
En las Escrituras, encontramos las aguas de la
Creación sobre las que se cernía el Espíritu de Dios (Gn 1,2). El agua es vida
en el riego, en la savia, en el liquido amniótico que nos envuelve antes de
nacer.
En el diluvio universal las aguas torrenciales
purifican la faz de 1a tierra y dan lugar a la nueva creación a partir de Noé.
En el desierto, los pozos y los manantiales se ofrecen
a los nómades como fuente de alegría y de asombro. Cerca de ellos tienen lugar
los encuentros sociales y sagrados, se preparan los matrimonios, etc.
Los ríos son fuentes de fertilización de origen
divino; las lluvias y el rocío aportan su fecundidad como benevolencia de Dios.
Sin el agua el nómade sería inmediatamente condenado a muerte y quemado por el
sol palestino. Por eso se pide el agua en la oración.
Yahvé se compara con una lluvia de primavera (Os 6,3),
al rocío que hace crecer las flores (Os 14.6). El justo es semejante al árbol
plantado a los bordes de las aguas que corren (Nm 24,6); el agua es signo de
bendición.
Según Jeremías (2, 13), el pueblo de Israel, al ser
infiel, olvida a Yahvé como fuente de agua viva, queriendo excavar sus propias
cisternas. El alma busca a Dios como el ciervo sediento busca la presencia del
agua viva (Sal 42,2-3). El alma aparece así como una tierra seca y sedienta,
orientada hacia el agua.
Jesús emplea también este simbolismo en su
conversación con la samaritana (Jn 4.1-14), a quien se le revela como
"agua viva" que puede saciar su sed de Dios. Él mismo se revela como
la fuente de esa agua: "Si alguno tiene sed, que venga a Mí y
beba" (Jn 7,37-38). Como de la roca de Moisés, el agua surge del
costado traspasado por la lanza, símbolo de su naturaleza divina y del Bautismo
(cf Jn 19,34).
Por este motivo, el agua se convirtió en el elemento
natural del primer sacramento de la iniciación cristiana. Desde los primeros
siglos del cristianismo, los cristianos adultos eran bautizados en una especie
de pileta llena de agua que contaba con dos escaleras: por una se descendía y
por otra se salía. La imagen de "bajar" a las aguas representaba el
momento de la purificación de los pecados y estaba asociada a la muerte de
Cristo.
La salida, subiendo por el lado opuesto, representaba
el renacer a la nueva vida, como saliendo del vientre materno,. y era asociado
a la resurrección. En el centro se hacía la profesión de fe pública. Y esto
significa que el agua del bautismo no es algo "mágico" -como piensan
muchos creyentes- que protege o transforma por sí sola, sino la expresión de
este doble compromiso: el de cambiar de vida muriendo al pecado y el de renovar
la escala de valores, iluminados por Cristo, resucitados con Él.
2. La vestidura blanca
El color blanco siempre fue identificado con la
pureza, con lo inocente. Parece lógico que, desde los primeros siglos del
cristianismo, los catecúmenos acudieran al Bautismo vestidos con túnicas
blancas. Podríamos considerarlo, inclusive, como inspirado en la imagen
reiterada del Apocalipsis, en la que los seguidores fieles del Cordero han
merecido vestirse de blanco (cf 3,4-5.18; 4,4; 7,9.13-14; 19,14; 22,14).
Sin embargo, los textos bíblicos dependerían de lo que
nos dice la tradición cultural de los primeros siglos, anterior a los mismos.
En todo el Imperio Romano, sólo los miembros del Senado se vestían con túnicas
blancas. De allí que los llamasen candídatus, del latín "candida",
blanco. De esta manera. manifestaba públicamente su dignidad, la de servir al
Emperador, quien se presentaba como el Hijo de Dios.
Los cristianos, entonces, al ir vestidos de blanco a
recibir el Bautismo, intentaron mostrar que la verdadera dignidad del hombre no
consiste en trabajar para ningún poder político sino en servir a Jesucristo, el
verdadero Hijo de Dios. Por lo tanto, más que símbolo de pureza, era símbolo de
dignidad, de vida nueva, de compromiso con un estilo de vida y con el esfuerzo
cotidiano por conservarla sin mancha, para ser considerados dignos de
participar en el banquete del Reino (cf Mt 22, 12).
En una sociedad consumista como la nuestra, en la que
la dignidad de las personas depende de cómo van vestidas, de la moda que
siguen, de las marcas que usan, los cristianos deberíamos preguntarnos qué
hicimos de nuestra "vestidura blanca" bautismal y verifìcar si, como
dice San Pablo, "nos hemos revestldo de Cristo" (cfr
Gá1 3.27).
Fuente: ACI