Diario de María 18 de
diciembre
Dominio público |
¡“Hoy al rayar el alba comenzamos nuestro camino. La delicadeza de José conmigo es descomunal y, a la vez, tan discreta que casi nadie podría darse cuenta. José es tan fuerte y tan tierno a la vez, que jamás creo vuelva a repetirse una combinación tan perfecta entre ambas cualidades.
¡Qué
difícil, sin embargo, ponerse en camino! Pero no por el frío o el viento, sino
porque en la caravana en la viajamos me resulta muy difícil hallarme en paz.
Hombres
que maldicen y discuten entre sí. Mujeres que llevan en sus rostros y sus
miradas las señales del pecado.
Niños que, lejos de sus padres, se comportan
sin respeto y sin razón. Sus conversaciones lastiman mis oídos ¡estamos tan
protegidos en Nazareth! Lo miro a José y, sino que me diga nada, sé que él
sufre tanto como yo.
¡Cómo
quisiera que mi Niño no tuviera que nacer en un mundo así! ¡Cómo quisiera
protegerlo de todo lo que pueda manchar su alma y dañarlo en su inocencia!
Y
sin embargo, intuyo que todo esto no le es ajeno. El Ángel nos dijo a los dos
que su nombre debía ser Jesús, porque él salvaría a su pueblo de sus pecados.
Más
pienso en esa palabra, más me resulta imposible de abarcar. ¿Quién, cómo,
podría salvar a otros del pecado? ¿Quién podría cortar la ininterrumpida cadena
de mal que azota la historia de la humanidad?
Y
esa parece ser, precisamente, la misión de mi Niño. El pecado de su Pueblo, el
pecado de la humanidad. ¿Cómo? No alcanzo a imaginarlo. Pero trato de no
abundar en más preguntas, porque tengo miedo que mi pensamiento me aleje, en
definitiva, del gozo de llevarlo en mis entrañas. A cada día le basta su propia
preocupación. Mientras camino, alabo al Señor por todos los que no lo alaban, y
trato de reparar cada blasfemia y cada insulto con un acto de cariño.
El
Niño ha estado tranquilo. Sólo parece moverse -imagino que de alegría- cuando
José habla y se le acerca. Ya falta poco, muy poco. No sabemos qué vamos a
encontrar en Belén, pero hoy por hoy estamos seguros de que debemos seguir
caminando. Mañana al amanecer retomaremos la marcha.
Gracias
Adonai”
P. Leandro Bonin
Fuente: Misioneros Digitales Católicos