La Catedral de Sevilla ha acogido la beatificación de los veinte sacerdotes y fieles laicos que fueron fusilados durante la persecución española de los años treinta
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Momento de la Beatificación. Dominio público |
Se tratan de Manuel González-Serna Rodríguez y 19 compañeros, la mayoría de ellos sacerdotes y fieles
laicos que entregaron su vida por Cristo perdonando a sus
verdugos durante el martirio sufrido en verano de 1936, coincidiendo con la
sublevación militar que condujo a la Guerra Civil Española.
La ceremonia de beatificación ha estado
presidida por el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio de las Causas de
los Santos, y concelebrada por el
Nuncio del Vaticano en España, Bernardito Auza; el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses; y
varios obispos titulares y auxiliares de nuestro país. Una cita a la que tampoco han faltado los
familiares de estos mártires, conocedores de la historia y
calvario que sufrieron sus antepasados, y que se han ido transmitiendo
generación tras generación.
"González-Serna
quiso ser fusilado junto al Evangelio"
Durante su
homilía, Marcello Semeraro no ha dudado en manifestar que estos veinte beatos “son un ejemplo de santidad” por
el contexto violento en el que se produjo, en aquella España polarizada y
radicalizada de los años treinta, de la que la provincia de Sevilla no escapó.
“Esta
persecución y martirio estuvo acompañado de la destrucción de imágenes
sagradas, incendios de iglesias y edificios religiosos. La mayoría son
sacerdotes, los demás son fieles laicos, ente ellos un seminarista y una mujer
muy activa en obras de caridad, y colaboradora del párroco Manuel
González-Serna, líder de este grupo”, ha remarcado el Prefecto del Dicasterio
de las Causas de los Santos.
En este
sentido, el cardenal italiano ha reividicando este ejemplo de fe en algunos de
los hombres martirizados, como el caso del propio González-Serna, “que quiso ser fusilado junto
al Evangelio en el momento de su martirio” o el de Miguel
Borrero, que “quiso llevar la sotana para mostrar su
identidad”. “La muerte de los demás ocurrió de diversas
formas, pero todos, en el momento decisivo, aceptaron la muerte como expresión
de su fidelidad a Cristo”, ha puntualizado Marcello Semeraro.
El perdón a
sus verdugos
Asimismo, ha
hecho hincapié en que lo que une a los veinte mártires que han sido elevados a
los altares es que manifestaron palabras de perdón hacia sus verdugos.
En este
punto, Semeraro ha señalado que ejemplos como el de estos mártires deben hacer
que los cristianos no se distraigan sobre su condición como personas de fe, un camino que no solo no es sencillo,
sino que en muchos casos se trata de “una misión arriesgada”.
“Jesús no es
un vendedor de ilusiones, no es propagandista que muestra a sus clientes todo
fácil y al alcance de la mano. La vida cristiana no es un paseo, sino una
misión arriesgada. No hay nadie pagado para aplaudir como en espectáculos
terrenales. Jesús
advierte que incluso los lazos familiares pueden verse comprometido por el
seguimiento de Él”, ha continuado argumentando el cardenal
durante su alocución.
Finalmente, el Prefecto de las Causas de los Santos del
Vaticano, ha alabado la fuerza de estos mártires que superaron su temor a la
muerte, perdonando las ofensas y la misericordia: “Ser cristiano es estar
sometidos a pruebas y sufrimientos y estar en condición de ser capaces de
perdonar y tener misericordia. Estos mártires, pese a las humillaciones,
murieron perdonándolos. El mártir no es
simplemente alguien que sufre persecución, sino también el que es capaz de
decir padre, perdónales”, ha aseverado Marcello Semeraro.
Fuente: ECCLESIA