Desde su puesto
como nuevo rector de la Universidad Pontificia de Salamanca, Santiago
García-Jalón de la Lama, aspira a «seguir trabajando» para mejorar el puesto
que ocupa la universidad en los rankings internacionales.
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El nuevo recto de la Universidad Pontificia de Salamanca. Foto: ABC. Dominio público |
Como legado,
le gustaría dejar «una universidad que estuviera orgullosa de su identidad
católica» y que esta «contribuyera a impulsar la calidad académica»
¿Qué supone para usted el respaldo que le
ha otorgado la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal? Ha sido
elegido entre bastantes candidatos.
Resulta abrumador. La Comisión Permanente son 25 obispos, creo recordar, y que
me confíen la dirección de la universidad es una muestra de confianza que no
deja de ponerme nervioso. Espero no decepcionar demasiado.
Su antecesora fue la primera mujer al frente
de la UPSA y la primera en regir una universidad pontificia en todo el mundo.
¿Qué destacaría de su cargo como rectora?
Me parece que ha sido un rectorado muy brillante. Como es natural, después de
ocho años de rectorado, siempre se pueden descubrir deficiencias. En un
rectorado o en cualquier parte. Pero lo cierto es que ha impreso a la
universidad un rumbo, en lo que se refiere a calidad académica, que me parece
decisivo.
En 2015 entrevistamos en el periódico a
Mirian y al ser preguntada por cuál le
gustaría que fuera su legado, dijo que su «única ilusión es que
todos los que trabajan en la universidad vinieran contentos y se sintieran
valorados y que los alumnos sientan que se trata de una universidad de
excelencia». Hablaba también de «poco dinero y mucho talento». ¿Cree que lo ha
conseguido
Que todo el mundo esté contento siempre es difícil. Sí creo que se están dando
pasos para que los profesores de la universidad, y quienes trabajamos en ella,
nos sintamos orgullosos y satisfechos de pertenecer a la UPSA, aunque considero
que hay que seguir dando pasos.
Durante su presentación como rector
reconoció que las relaciones con la Conferencia Episcopal Española «a veces no
son lo suficientemente fluidas». ¿Existe alguna fricción o se trata de una
cuestión puramente procedimental?
Me refiero más bien a lo segundo. No hay ningún conflicto. O cuando surge algún
conflicto se resuelve muy fácilmente porque la actitud de la conferencia
episcopal y de la universidad es muy buena. Además, la UPSA está sometida a la
CEE. Es decir, no son dos pares hablando. En cualquier caso, creo que la
relación se puede mejorar en el sentido de hacerla habitual. La idea es
informar y recibir información de manera constante.
No sé si ya habrá podido esbozar sus
principales líneas de trabajo. ¿Hacía donde querría usted encaminar la UPSA?
En primer lugar, continuar con la labor de Mirian. De hecho, este jueves se va
a proceder a su elección como secretaria general. Y, por otra parte, uno de los
vicerrectores lo fue también con ella, justamente para dar continuidad a la
labor emprendida.
Yo querría, por mi parte, impulsar
lo que se refiere a la identidad, al trabajo de la capellanía, a aumentar la
concordia en la universidad entre profesores y la relación entre profesores y
rectorado. En fin, eso es donde yo voy a poner más énfasis. Continuando,
insisto, con la tarea de Mirian.
Cuando recientemente nombraron a Armand
Puig como presidente de la Agencia de la Santa Sede para la Evaluación y
Promoción de la Calidad de las Universidades y Facultades Eclesiásticas
(AVEPRO) decía que la atención a la calidad es primordial: «No podemos tener centros
pontificios de segunda división». ¿En qué división milita la UPSA?
Según los ranking, como el de Shanghái y otros similares, ocupamos por
desgracia, al igual que el resto de las universidades españolas, un lugar poco
destacado. Pero si uno se fija en los ranking que valoran las universidades de
Castilla y León, ocupamos una posición destacada. La reina es la Universidad de
Salamanca, pero luego vamos nosotros empatados con la Universidad de Valladolid.
En este sentido, es para estar satisfechos y para seguir trabajando en la misma
dirección.
¿Cuál le gustaría que fuera su legado?
Una universidad que estuviera orgullosa de su identidad católica y en la cual
esa identidad católica contribuyera a impulsar la calidad académica.
José Calderero de Aldecoa
Fuente:
Alfa y Omega