Los santos se
esfuerzan en hacer la voluntad de Dios y así lo expresan, pero cuando lo hace
una niña, se estremece el corazón
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Alexia González-Barros. Foto: www.alexiagb.com Dominio público |
El Señor le dijo: «Teresa, así trato yo a mis amigos». La santa, con
gran sentido del humor, contestó: «Ahora comprendo por qué tienes tan pocos».
De la misma manera, nos
preguntamos acerca de los planes divinos con los pequeños, y nos enternece de
manera especial cuando nos enteramos de la entereza de carácter y enorme fe de
algunos infantes que, sin dudarlo, se entregan a Dios. Este es el caso de
Alexia González-Barros y González, una niña nacida en Madrid el 7 de marzo de
1971, que partió al cielo el 5 de diciembre de 1985.
Una vida normal
Alexia González-Barros fue
la menor de una familia de siete hijos. Era una niña alegre, buena estudiante,
le encantaba bailar, nadar y leer; estaba al tanto de las últimas novedades
musicales y seguía con gran interés la vida cultural. Además, rezaba y tenía una
intensa vida espiritual, pilares que le ayudaron a sostener su fe durante los
diez meses de dura enfermedad que sufrió sin perder la sonrisa y ofreciendo al
Señor con absoluta entrega toda clase de dolores y limitaciones, provocados por
un tumor maligno en las vértebras cervicales que la dejó paralítica.
Sabía que su dolor tenía
sentido, que tenía un tesoro entre las manos, y lo ofrecía diariamente por la
Iglesia, el Papa y todas las personas que llevaba en su corazón.
Confesión
cada quince días
Desde pequeña, se
confesaba cada quince días y siempre con el mismo sacerdote. Tenía gran
devoción a su ángel de la guarda a quien desde muy pequeña llamó Hugo. Antes de
morir se confesó con plena lucidez después de un cuidadoso examen y recibió el
viático. Seguidamente, le fueron administradas la unción de los enfermos y la
confirmación que, por su edad, aún no había recibido.
Dos
horas antes de morir, le pidió a su madre: «Mamá, dile a Jesús que le quiero».
Se sentía muy feliz de ir al encuentro de Jesús, al que tanto amaba; a quien
desde que tenía poco más de seis años, cada vez que hacía una genuflexión ante
el Sagrario, le decía: «Jesús, que yo haga siempre lo que Tú quieras».
Cuando Jesús llamó a
Alexia, ella obediente, feliz, libre y sin vacilar, siguió al Maestro.
El jueves 5 de julio de
2018, el Papa
Francisco autorizó la promulgación del decreto de virtudes
heroicas, nombrándola «venerable», un paso importante para continuar con
la beatificación, que podrá efectuarse en cuanto se compruebe un milagro
atribuido a su intercesión.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia