El Papa Francisco ha aterrizado en Mongolia durante la madrugada de este viernes (a las 10:00, hora local).
![]() |
Cardenal Marengo con fieles. Dominio público |
No es el único proyecto de la iglesia en
Mongolia. Su cardenal, el
más joven del mundo, Giorgio Marengo, también tiene sueños y grandes
aspiraciones. Hasta no hace mucho, Mongolia era conocida por la abundancia de
monasterios budistas, religión mayoritaria del país, muchos de los cuales
desaparecieron durante y tras el régimen comunista finalizado en 1992.
Marengo, llegado al país asiático hace 20 años, no tenía más que dos
cabañas como mobiliario religioso para celebrar misa, a la que acudían
los pocos fieles que había y también algún curioso.
En una reciente ponencia pronunciada esta semana por
el cardenal en The Lay Centre, incidió en
que por ser uno de los lugares más remotos del mundo, Mongolia puede tener ciertas facilidades
para la oración contemplativa, convencido de que para evangelizar, primero
se debe rezar.
El sueño del cardenal
para Mongolia
Y aquí es donde entra en juego el "sueño" del cardenal que
podría transmitirle al Papa a lo largo de su viaje. Realmente fue esbozado por
un misionero católico francés que estuvo en Mongolia a finales del siglo XIX,
al ver los muchos monasterios budistas: "Algún día, este país tendrá un monasterio católico".
Hoy, el cardenal Marengo mantiene el sueño de
aquel misionero, convencido de que un monasterio contemplativo en Mongolia
"sería la forma de evangelizar más eficazmente".
"Y esta es una de las intenciones que
rezamos, para que algún
día también tengamos un monasterio católico donde se vea, se
experimente y se ofrezca la oración contemplativa católica. Y creo que
hará una diferencia en la evangelización", afirmó.
Junto con esta posibilidad, el que es el
cardenal más joven del mundo, menciona las diversas formas en que lleva
evangelizando un país de costumbres muy arraigadas y particulares.
"Es evidente que en el contexto mongol se da especial importancia a
susurrar y, más generalmente, a hablar en voz baja, no sólo como parte
de la costumbre local sino incluso como una forma distinta de transmitir
valores", explica.
También se refiere a la costumbre de dar nombre
a los recién nacidos, que contando con pocos días de vida son lavados con
caldos de cordero antes de ser cogidos por su madre, que susurra su nombre al
oído por primera vez en repetidas ocasiones.
"He asistido a este rito varias veces y es
muy conmovedor", dijo el cardenal.
"El Evangelio no
puede ocultarse"
Como se hizo en la labor evangelizadora de
América o algunas zonas de Asia, el cardenal encuentra en la adaptación cultural una
de las herramientas fundamentales de evangelización, en la que también entran
en juego el establecimiento de relaciones personales.
“Se necesita mucho tiempo para sumergirse en
una cultura hasta el punto en que se haya construido esta relación
vital. Ya existe un
canal abierto a través del cual pueden compartir el Evangelio de Jesús”, dijo.
Para el cardenal, evangelizar un país con una
Iglesia numéricamente casi inexistente es algo "fundamental",
especialmente desde la cultura, pudiendo "desvanecerse" de no
penetrar en ella.
"El Evangelio, centro de la misión
evangelizadora de la Iglesia, no puede ocultarse. Tiene que ofrecerse
libremente, incluso teniendo en cuenta que podría malinterpretarse y que puede
crear algunos problemas. El
Evangelio debe ser vivido y mostrado por el testimonio de quienes lo
viven", concluyó.
Fuente: ReL