A pocas horas de que comience la visita del Papa a Mongolia, crece la expectación en el país asiático al ser la primera vez en su historia que recibirá al Sumo Pontífice.
Su
Iglesia, descrita por el Papa el pasado domingo como "pequeña en número, viva en la fe y grande en la caridad",
cuenta con unos 1.500 fieles, ocho parroquias y uno de los cardenales más
jóvenes del mundo, Giorgio Marengo.Dominio público
Precisamente
este último está mostrando al mundo esta expectación en varias entrevistas
realizadas durante los últimos días, afirmando que el viaje hará sentirse a los fieles
mongoles "el centro de la Iglesia" entre el 31 de agosto y
el 4 de septiembre.
Recientemente
ha valorado la visita en los medios vaticanos como "una gracia especial y
un gran honor" y mostrado su convencimiento de que hará sentir a los
fieles "no lejanos, sino cercanos, en el centro de la Iglesia". Y
además, agregó "será importante para el fortalecimiento de las relaciones entre la Santa Sede y el
Estado mongol, que ya son buenas".
Quizá
por el reducido tamaño de la Iglesia en Mongolia es que su fe se desvela a
través de no pocas anécdotas, como fue el hallazgo de una estatua de la Virgen María por una mujer
pobre y no cristiana en un vertedero situado al norte del país. La
imagen ha sido elegida por la Iglesia local para preceder el viaje del Papa a
través de una peregrinación en
la que visitó las distintas comunidades católicas del país y ante la cual se
encomendó el inminente viaje con el rezo del rosario.
El
cardenal detalló el funcionamiento de esta pequeña Iglesia, centrada en la
evangelización y en labores asistenciales.
"El
70% de las actividades de la Iglesia se dedican a proyectos de promoción humana
integral: desde la educación a
la asistencia sanitaria,
pasando por la atención a las personas más frágiles. Pero también se ocupa de
la vida de fe, que se realiza a través del pre-catecumenado, el catecumenado, la vida litúrgica y
la catequesis permanente", explicó.
Aunque
el catolicismo llegó por primera vez al país en el siglo XIII de la mano del
misionero francés Barthélémy de Crèmone llegado en 1253, su presencia en la
región ha sido discontinua. Fue tras la caída del régimen comunista en el país
cuando se introdujo nuevamente gracias a la labor de la misión sui
iuris de Ulan Bator, encomendada a los Misioneros del
Inmaculado Corazón de María (CICM).
Dirigida
por el filipino Wenceslao
Padilla, la misión contó en un principio con tres sacerdotes llegados a la
capital en 1992, cuando el país no contaba tan si quiera con un solo católico.
Tres años después había 14 católicos y a día de hoy, la cifra total se ha
ampliado a unos 1.500
fieles, atendidos por 25 sacerdotes -entre ellos dos mongoles-, seis
seminaristas, 30 religiosas, cinco religiosos y 35 catequistas, todos ellos de
unas 30 nacionalidades diferentes.
Ellos
también plasman su expectación. A principios de esta semana relatamos la visión de uno de los tres
misioneros pioneros y su evangelización "de cero", Gilbert B. Sales.
Conforme
se acerca el viaje, surgen nuevos testimonios y relatos. También de españoles
residentes en Mongolia, como es el sacerdote Francisco Javier Olivera, que ha invertido 30 de sus 50 años
como misionero en Asia, de los cuales 9 los ha pasado en Mongolia.
Perteneciente
al Camino Neocatecumenal, el sacerdote confesó que lo que espera del viaje son
"palabras de aliento" para los misioneros como él ante las
dificultades propias de la evangelización y la Iglesia, así como "a los
mongoles para confiar en Dios".
"El
papa está animando las misiones de las periferias. La misión de Mongolia está
apenas empezando, es una Iglesia muy joven y pienso que el Papa quiere animar a los
mongoles, a los misioneros... Nadie habla de Mongolia normalmente y ahora
está en boca de todos", asegura a EFE.
El
sacerdote ordenado en el 2002 destaca que la de Mongolia es "una Iglesia
viva" y " con muchas ganas de trabajar por la sociedad mongola y por transmitir el Evangelio en
esta nación".
¿Cómo
funciona la labor eclesiástica? Explica que a día de hoy dispone de 8 parroquias -5 de ellas
en la capital-, dedicadas a la educación, la atención a los más pobres, al
hospedaje de niños abandonados y de ancianos pobres y solos.
"Los
católicos están muy contentos, pues siendo una realidad tan pequeña, que venga el papa a verles a ellos
es algo impresionante. Es un gesto de amor enorme, sobre todo teniendo en
cuenta que hay iglesias mucho más grandes e históricas y aún no han sido visitadas
por Francisco. Viene por ellos y para ellos, no viene de camino hacia otro
lado, viene por ellos y están muy agradecidos", asegura.
Destaca
la curiosidad que la visita está produciendo entre la población, y afirma que
hay quien "sin ser
catecúmeno si quiera" ya ha llamado al obispado pidiendo ser bautizado por
el Papa. También confía en que "habrá una presencia china
importante". "Aquí viven católicos chinos y muchos más tienen
intención de venir desde China, esperemos que les permitan salir del país para
entrar en Mongolia y ver al papa", destaca Olivera.
P. H. P.
Fuente: ReL