UN SENCILLO MÉTODO DE SEIS PASOS PARA LA LECTURA DE LA BIBLIA QUE TE PUEDE «CAMBIAR LA VIDA»

"¿Por qué no salimos todos corriendo hacia la estantería para abrir esa Biblia olvidada que solo sirve de adorno en el salón?" María Luisa Sánchez Vinader ha escrito un libro, Palabra de Dios, solo para animarnos a ello.

 Foto: Juan Castillo / Cathopic. Dominio público
Un "ilusionante proyecto", según lo califica en el prólogo el párroco de Santa María la Mayor en Talavera de la Reina (Toledo), Daniel Ramos Moreno, quien lo considera útil para "sentir al Señor, que viene, cada vez más cerca de nosotros".

Sánchez Vinader (n. 1960) es licenciada en Ciencias de la Educación, diplomada en Teología Bíblica por la Universidad de Navarra y maestra en el ámbito de la Educación Especial. Quien advierte como mensaje fundamental: "La lectura de los textos sagrados encierra un peligro, puede cambiar la vida... La Palabra de Dios es poderosa y eficaz". Y "siempre es dulce, por dura que parezca... porque solo el Señor puede colmar las ansias de felicidad del hombre".

Para ello hay que leerla bien, y la forma "más segura y correcta" es la lectio divina, a la que dedica la autora una parte central del libro. (Otros  capítulos relevantes son los que dedica a "las páginas oscuras de la Biblia" o a la indulgencia plenaria con que la Iglesia recompensa su lectura.)

Los antecedentes de la lectio divina se remontan al siglo VI, pero se sistematizó a partir del siglo XII, con la figura de Guigo II (1114-1193), noveno prior de la Gran Cartuja, quien la detalló en su obra La escalera de los monjes.

¿Cómo hacerla, en la práctica? Esto es un resumen de lo que propone la autora llevar a cabo en seis pasos, desde el principio de la Biblia hasta el final, todos los días un rato, aunque sean solo unos versículos.

1. Invocatio (invocación)

Hay que invocar la presencia del Espíritu Santo, su acción y su poder.

a) María Luisa propone la oración del cardenal Jean Verder (1864-1940), en la que hay un párrafo muy importante porque, señala la autora, "solo existe una interpretación correcta de las Sagradas Escrituras, y esta es en el marco de la senda trazada por nuestra Iglesia". Por eso hay que pedirle al Espíritu Santo, en palabras del purpurado: "Líbrame del espíritu de soberbia a fin de que yo siga fielmente las enseñanzas de la que nos diste como Maestra infalible de la verdad".

b) Esa invocación puede ser musical: se sabe que los salmos del Antiguo Testamento eran cantados y en la Biblia hay innumerables alusiones a cánticos y a himnos.

2. Lectio (lectura)

No tiene que ser larga, bastan unos pocos versículos. Pero:

a) debe ser atenta;

b) es conveniente repetir la lectura varias veces para ir captando matices.

3. Meditatio (meditación)

Es aquí donde está el esfuerzo, porque hay que buscar el significado.

a) Es útil consultar las propias notas de la edición de la Biblia que usemos. María Luisa recomienda particularmente, por la riqueza de su aparato crítico, la Biblia de la Universidad de Navarra, disponible en e-book.

b) Ayuda utilizar la imaginación para ponernos en situación de los hechos o consideraciones leídos, según el estilo de San Ignacio de Loyola.

c) Si la imaginación nos falla, existe un recurso: las visiones de algunos místicos, en particular las de la beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824). Para el Nuevo Testamento, podemos citar La amarga Pasión de Cristo o La vida oculta de la Virgen María.

4. Oratio (oración)

Es el momento de alabar y bendecir a Dios y pedirle que nos ayude a cumplir lo que hemos leído.

5. Contemplatio (contemplación)

a) También en esto Sánchez Vinader recomienda la contemplación ignaciana, que encontramos en sus Ejercicios Espirituales.

 b) Es más fácil conseguirla después de haber comulgado o en presencia del Santísimo, porque se trata de abandonarse ante la presencia de Dios: "Durante la meditación, yo hago mío al Señor; en la contemplación, Él me hace suya".

C. L.

Fuente: ReL