Cuando en el siglo IV, la Iglesia católica definió los libros canónicos del Nuevo Testamento, reconoció solamente cuatro evangelios: el de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los demás son llamados evangelios apócrifos, pero, ¿cuál es la razón?
Mucha
gente conoce la historia de los abuelos de Jesús, Santa Ana y San Joaquín,
celebrados el 26 de julio. Aunque son venerados por la Iglesia católica, no hay
ningún rastro de su existencia en los cuatro evangelios canónicos (Mateo,
Marcos, Lucas y Juan) ni en los demás escritos del Nuevo Testamento.Dominio público
Lo
mismo ocurre con el buey y el burro, compañeros indispensables del Niño Jesús
en los nacimientos navideños. Pero entonces, ¿cómo es que su historia es
conocida por la tradición cristiana? Sencillamente, porque está relatado en los
evangelios apócrifos.
La
palabra «apócrifo» (del griego ἀπόκρυφος / apókryphos, «oculto») se refiere a un escrito
cuya autenticidad no está establecida. En el contexto cristiano, se utiliza para textos
que no forman parte del Nuevo Testamento, es decir, reconocidos por la
Iglesia.
Estos
textos que relatan la vida de Jesús y la de las personas que lo rodeaban fueron
escritos a partir del siglo II. Un período posterior al de los apóstoles. Se
clasifican en varios grupos. El primero habla del período de la infancia de
Jesús y evoca las figuras de María y José.
El
segundo se inspira en el judaísmo tardío, en la interpretación de la vida de
Jesús. El tercero representa los evangelios gnósticos, influenciados por la
corriente del gnosticismo. Esta corriente de pensamiento se considera
incompatible con la enseñanza de la Iglesia.
Finalmente,
también están los Evangelios de la Pasión y otros evangelios apócrifos,
fragmentos, perdidos y homónimos, entre ellos las Epístolas y los Hechos.
Aunque la mayoría de estos apócrifos no alteran los hechos descritos en los
cuatro evangelios canónicos.
Los
evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan se impusieron rápidamente, pero no
fue sino hasta el siglo IV cuando se definió el Nuevo Testamento, tal como
existe ahora. En el siglo XVI, en el Concilio de Trento (1545-1563), la Iglesia
católica fijó de manera indiscutible su canon bíblico, es decir, los libros que
componen la Biblia católica.
Descartados
de la Biblia, los evangelios apócrifos, sin embargo, no son totalmente
ignorados por el cristianismo. Muchas fiestas y tradiciones, como la Presentación
de la Virgen María en el Templo, derivan de elementos contenidos en estos
textos y ausentes del canon bíblico.
Anna Ashkova
Fuente: Aleteia